
El inicio con la peluquería. “Fue todo por casualidad. Yo trabajaba en el Círculo Médico como administrativo. Fui papá muy joven, a los 20 años ya tenía a mi primer hijo y sumaba varios trabajos al mismo tiempo. En la última etapa en el Círculo Médico hice un curso de masajista y empecé a trabajar de eso en la peluquería de Georgina Suchodola. En ese ir todos los días, Georgina accede a enseñarme ciertas cosas para que pudiera ayudarla con su trabajo. Al tiempo me mandó a estudiar peluquería a Rosario y tuve que decidir si seguir en el Círculo Médico y hacer medio tiempo de peluquería o dedicarme de lleno a esto último. En casa tomamos el riesgo de seguir con la peluquería y, cuatro años más tarde de esa decisión, tuve mi propio espacio”.
Lo especial de la peluquería. “Lo especial lo marca la época. Es una profesión que no tiene límites, no tiene techo. Vos decidís si innovar o quedarte donde estás. Podés seguir haciendo cortes y color con tus clientes de siempre u optar por navegar en otras ramas como la educación, lo empresarial, la virtualidad. La gama de herramientas que existen hoy es infinita y queda limitada solo por lo que quieras ser. Estoy en una etapa donde todo lo aprendido gracias a la gente que estuvo en mi camino aflora, y trato de transmitir ese conocimiento y aprendizaje a toda persona que quiera escuchar”.
Su especialidad. “Particularmente me especializo en el lado del arte. Si bien tengo un grupo de coloristas —e incluso yo también hago color—, me enfoqué mucho en el corte en general: en aquel que te queda bien con tu forma de pensar, de hablar, de moverte, de vestir; aquel que va de acuerdo a tu trabajo, a tu estado de ánimo. Esa es la idea: que tengas un mensaje general de lo que hacés en tu vida reflejado en un corte. También somos una peluquería, un equipo de trabajo que sale mucho a la calle, hacemos videos, reels, intervenimos artísticamente lugares. De hecho, en nuestras redes no se habla de un salón de peluquería, sino de un espacio de arte”.
Saber cuándo parar. “Cuando te gusta tanto lo que hacés o te apasiona, surge un problema que puede ser grave: saber cuándo poner un límite y parar para descansar o dedicar tiempo a otras cosas. Todo el tiempo estoy pensando en crear cosas nuevas, modificar estilos, mantener una relación precio-calidad acorde, probar productos. Toda pasión tiene sus complicaciones. Hoy la peluquería y mis afectos tienen la misma proporción de importancia. Mi cuota social ya está gastada y ahora solo le dedico tiempo a lo que me importa. De todas formas, cuando arranco un proceso le pongo toda la pasión para lograr el objetivo. Y después también siento una pasión por Mar del Plata: es un amor afectivo inconsciente, claramente es mi segundo lugar preferido”.
La creación del artista. “Expreso todo lo que siento. Trato de hacerlo de una manera especial, que llegue. Intento que las personas que entran acá se sientan una obra de arte: entran de una manera y salen de otra, pero no desde un simple corte, sino desde un complemento más profundo originado en la aceptación. Que cambien su visión en el espejo, que se acepten tal cual son y no tengan que esconderse detrás de una máscara que está muy lejos de lo que realmente son. Eso también es un poco de arte”.
Las historias que trae el espacio de arte. “Alguna vez tuve la idea de escribir un libro que se iba a llamar ‘Las cosas que me contaron en la peluquería’. Acá tuve gente llorando de felicidad, llorando de tristeza, gente que resolvió problemas, gente que viene a trabajar, gente que viene a hacer tiempo para después hacer otra actividad, gente que trae la yerba para tomar unos mates y descansar un poco. En este espacio se encuentran todas las emociones. Vimos nacer personas y partir algunas. Un poco ‘ejercí’ mi profesión frustrada: la de ser psicólogo (risas)”.
Los espacios de arte suelen estar cargados de magia, y en este caso se construye exclusivamente desde la manera en que Pablo Fontana se vincula con quienes llegan a su lugar. El cambio se somete a la creatividad, a la aceptación y a una transformación que va más allá de un corte de pelo: implica un despojo de aquello que, por algún motivo, querés, necesitás o debés dejar atrás. El espejo no siempre refleja lo importante; lo esencial ocurre mientras el cambio sucede frente a él. Tal vez marque un antes y un después. Me gustaban las canciones de amor, me gustaban esos raros peinados nuevos, pero es muy probable que te guste aún más la transformación que ocurre en el espacio de arte que Pablo ofrece.



