La apertura importadora de Javier Milei llegó hasta los insumos para la industria metalúrgica como acero y aluminio, afectando los intereses de la monopólica Techint, de Paolo Rocca, quien ya salió al cruce del presidente y amenazó con despidos en el sector. Desde la Unión Obrera Metalúrgica advirtieron que este encontronazo puede hacer tambalear cientos de puestos laborales en la región.
La resolución nacional, que se conoció a fines de agosto, comenzó a tener su repercusión en el entramado productivo estas últimas semanas. Si bien para las industrias de la región puede representar la posibilidad de acceder a nuevos proveedores, para la casa madre del acero en Argentina esto significa una competencia con el mercado chino, caracterizado por ofrecer precios muy por debajo de los del mercado local.
Ante este escenario el referente del sector, Paolo Rocca, manifestó durante los últimos días que con China en la conversación “la cancha no está nivelada” y de esa manera la industria argentina “no logra competir”. De hecho comenzaron los rumores sobre cambios estructurales en la empresa que tendrían como variable de ajuste al plantel de empleados.
Sobre este tema advirtió el referente local de la Unión Obrera Metalúrgica, Antonio Donello, quien aseguró que ya le comunicaron al gremio sobre la intención de un ajuste de costos en la planta Ternium de San Nicolás, y consecuente impacto en los centros industriales de Rosario, Canning y Ensenada. Si bien corresponden a otro dueño, la apertura al acero extranjero puede ocasionar daños también en Acindar, con plantas en la región. Para sus cálculos esto se interpreta sencillamente como una reducción de cientos de empleados directos e indirectos.
Cambio de reglas
Más allá de las consecuencias, que pueden ser delicadas para el mapa laboral de la provincia y alrededores, el cambio en las disposiciones comerciales que dispuso el gobierno nacional altera las reglas de juego políticas y estratégicas vigentes en las últimas décadas. El ingreso de insumos del exterior para la industria y la construcción obliga a las monopólicas Techint o Aluar a competir para seguir sosteniendo sus negocios en el mercado local.
Durante los últimos años industriales pyme no veían con malos ojos la posibilidad de contar con nuevos proveedores de acero o aluminio, ya que una queja recurrente (por lo bajo ante el temor a represalias) fue históricamente que los precios los fijaban en una mesa chica las empresas monopólicas. Cualquier manifestación contra ese monopolio podía tener repercusión posterior al momento de la entrega de material.
El problema ahora es que la apertura de barreras no solo incluye insumos, sino también productos terminados, es una desregulación con apertura indiscriminada. Está claro que no es lo mismo que entre una chapa para fabricar una heladera, que una heladera terminada. Para el gobierno nacional no hay distinción entre una y otra situación, de hecho consultado al respecto el propio jefe de Gabinete, Guillermo Francos, sentenció que “no va a haber una Argentina proteccionista”.
La misma postura desreguladora que hoy puede significar una oportunidad de abaratar costos para los industriales, en el corto plazo las puede terminar perjudicando. Esta situación expone las complejidades que sufre la economía argentina y el delicado equilibrio que tiene que adoptar una administración a la hora de decidir sobre el ingreso de insumos o productos provenientes del exterior.