
Belgrano es una escuela de entrenadores de básquet. En el Rojo se formaron y triunfaron técnicos como Daniel Maffei, Pablo Dastugue, Ariel Amarillo y Ángel Cachari, entre otros. A ellos el club les dio la oportunidad de dirigir desde muy jóvenes. Tras el Federal 2024, donde la campaña no fue la esperada en el ciclo de Martín Blanco, la dirigencia encabezada por Hernán Maggiori decidió repatriar al joven Lucas Mazzoni, quien había partido a Sacachispas para crecer y revalorizarse como coach. Apuesta arriesgada por ese pibe de 25 años, laburador y metódico, para dirigir por primera vez a un plantel profesional, más allá de haber sido antes asistente.
Ni lerdo ni perezoso, la Liebre se subió al tren sin dudar y armó su cuerpo técnico con los Calcaterra al lado: la experiencia de papá Rafa y el empuje de su hijo Juani, más su amigo el PF Genaro Chitarini. Un CT 100 % hincha, único hoy en la ciudad. “Es la oportunidad que estuve esperando toda mi vida”, confesó Mazzoni aquella vez.
“Este chico no duerme”, contó su mamá Mariela en pleno Prefederal, donde las ojeras de Lucas reflejaban el peso de ocupar ese banco tan pesado y también el desgaste que le imprimía preparar los scoutings hasta las 4 de la madrugada. El Prefederal mostró a su Belgrano con personalidad en los momentos cumbre, bailando a Somisa en la fecha final y obteniendo el grupo.
Luego, en el armado del Federal, sobresalió la brillante apuesta por Revello, crack y goleador. Los atajos en el camino no minaron jamás la convicción de un cuerpo técnico seguro de que el rumbo era el correcto. El brillante cierre, exhibición incluida en Zárate, dejaron otra vez al Belgrano de Mazzoni y los Calcaterra en la cima de su zona en la etapa regular. Merecido premio para laburantes humildes que aman a su club, aniquilando pronósticos negativos y liderando con solvencia a un gran grupo humano, que respondió en situaciones límite. Y para la dirigencia, cuya fuerte apuesta valió la pena.
Fuente: por Ignacio Arámburu