Un conjunto de factores coyunturales atraviesa la agenda política bonaerense. El Gobierno nacional parece haber decidido sacarse encima la obra pública de la provincia, casi completamente estancada desde hace un semestre.
“Si quieren hacerse cargo de las obras, que las terminen”, deslizó la semana pasada el vocero Javier Adorni, al referirse al reclamo por un millar de obras que fueron paralizadas desde la asunción presidencial de Javier Milei.
En la Gobernación de calle 6 entienden que la administración nacional sigue un “plan deliberado y sistemático de asfixia financiera y económica” contra la gestión bonaerense.
En tal sentido se sostiene que las deudas acumuladas alcanzan los $5,8 billones, entre programas sociales y fondos quitados por decreto en materia de salud, educación y obras públicas. Una puesta en escena institucional de victimización política que, al margen de la legitimidad del reclamo, por reiterativo bien puede terminar agotando a propios y extraños.
“Lo que expresaron los funcionarios, dentro de esta lógica de decir cualquier cosa, con la Provincia no hay deuda, cero pesos se le debe. La coparticipación es automática, es imposible que haya deuda”, afirmó el portavoz del Ejecutivo nacional, en referencia a las denuncias que realizó el ministro de Gobierno, Carlos Blanco, mano derecha del gobernador Axel Kicillof.
Para salir de la encerrona política que le plantea la Casa Rosada, Kicillof debería empezar por reforzar su análisis de coyuntura económica sobre cómo hacer frente desde la Provincia a la ofensiva demoledora de Nación.
Tal vez eso podría servirle para sacar conclusiones a partir de un diagnóstico sensato, de manera de poder asfaltar su camino como líder opositor con proyección nacional, capaz de enfrentarse públicamente al presidente libertario, quien, a su vez, colocó al gobernador como un “enemigo político”.
En condiciones normales, con esa definición en términos de comunicación política, el jefe de Estado le cumplió el deseo a Kicillof de subirse al ring para una pulseada mano a mano.
El mandamás bonaerense mandó días atrás al ministro Gabriel Katopodis a conversar con el nuevo jefe de Gabinete, el puntaltense Guillermo Francos, sobre la finalización y el traspaso de obra pública que financiaba antes el Gobierno nacional. Por ahora no obtuvo respuesta. Tampoco hay certeza de que las negociaciones lleguen a buen puerto.
La encargada de organizar esa primera reunión de trabajo, después de largos meses sin conexión institucional, fue la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien sí tiene contactos formales con su par bonaerense, Javier Alonso, por distintas problemáticas delictivas que comparten en sus respectivas gestiones.
El pronóstico no es demasiado alentador para la Provincia pero, en principio, la decisión de Milei de avanzar con la reactivación de obras en el interior le permitiría al Gobierno dialogar de otra manera con los senadores por la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal.
La aprobación final de ambas iniciativas está directamente vinculada al resultado de las negociaciones puntuales que mantiene la Casa Rosada con algunos gobernadores.
“Con el proyecto de Ley Bases y las medidas de ajuste y precarización, todo lo que hemos podido avanzar como sociedad está nuevamente en riesgo”, alerta Kicillof.
“Milei busca hacer de la polémica el centro de la escena política porque no tiene logros efectivos para mostrar”, coinciden referentes kirchneristas y peronistas del Frente de Todos, aún bajo el mismo techo pero, por momentos, con problemas de convivencia.
“Entonces, de manera intencional, el presidente trata de correr el eje casi permanentemente; generando problemas diplomáticos por el mundo o provocando ganarse enemigos domésticos, cuando en rigor, lo que debería entender es que la política es para tratar de mejorar las condiciones de vida de la población y que eso es lo que realmente hay que debatir o discutir frente al complicado contexto económico y social”, señalan en las diagonales.
Mientras tanto en ámbitos de la Legislatura no se acallaron las consecuencias del cimbronazo que significó la ruptura del PRO tras la partida de algunos legisladores a las filas del tándem Milei-Bullrich.
Ahora, también le exigen a los “libertarios blue” –como se los denomina- que renuncien a cargos institucionales de la Provincia que obtuvieron por su pertenencia a la fuerza amarilla, que ahora abandonaron para “reciclarse” en La Libertad Avanza. Nada nuevo cuando se trata de intereses partidarios en medio del clima de toxicidad que siempre recorre los pasillos legislativos.
También llegaron hasta las diagonales las esquirlas surgidas luego de la abrupta salida de Pablo de la Torre del Ministerio de Capital Humano, la cartera a cargo de Sandra Pettovello, en medio de la grave crisis política que el Gobierno nacional se autoprovocó por retener alimentos de pronto vencimiento en diferentes galpones del área de contención social.
Dicen que esa renuncia llevará indefectiblemente a su hermano Joaquín de la Torre a pegar el portazo de la bancada libertaria en el Senado bonaerense y volver a conformar un monobloque.
Los libertarios, en tanto, ya ensayan su propia versión militante de cazafantasmas dentro de las redes sociales: hablan de una supuesta campaña de desestabilización en contra del Gobierno nacional y de “la mejor ministra de la historia”, en referencia a Pettovello, según la definición presidencial.
Fuente: Ricardo Salas (La Nueva Provincia)