Sociedad

Víctor Arnone: el hombre que nació en el Club Belgrano

Testigo y protagonista de la historia roja y amarilla, nació literalmente dentro del club, fue mascota, jugador, dirigente y hoy sigue aportando desde el tenis y la vicepresidencia. Su vida y la de Belgrano son la misma historia

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Hay amores que se eligen y otros que simplemente se gestan en uno. En el caso de Víctor Arnone (63), no hubo consenso posible: el destino decidió que su primera bocanada de aire fuera dentro del Club Belgrano de San Nicolás, donde sus padres tenían a cargo la cantina. Desde entonces, su vida y la del Rojo son una sola historia.

“Nací en la institución que amo con toda mi alma”, repite con orgullo. Y no es una metáfora. Su madre le contó que él vino al mundo —el 3 de agosto de 1962— mientras sus padres se encargaban de la cantina del club. Belgrano les había dado techo, cocina y baño. A cambio, ellos le dieron vida a un espacio que se volvió hogar. El momento de gestación fue, precisamente, donde hoy está ubicado el vestuario visitante de básquet.

El amor por el Rojo fue creciendo con los años. Cuando sus padres dejaron la cantina para abrir una mueblería, Víctor ya respiraba Belgrano. Su padre fue técnico de fútbol del club hasta 1996, y él, desde los dos años, era la mascota del equipo. “A esa edad ya andaba pateando la pelota. Fui la mascota durante catorce años”, recuerda.

De ahí en adelante, no hubo disciplina que no lo viera vestido con los colores del alma. “Defendí al Rojo en fútbol, tenis, básquet, pelota paleta, paddle, bochas y handball”, enumera con una sonrisa. En tenis fue campeón del Interclubes de Primera en 1980 y, cinco años más tarde, se llevó el Plumi de Pelota Paleta.

Su historia con el fútbol empezó de la mano de su padre. “Me llevaba todos los sábados a marcar la cancha para las inferiores. En esa época Belgrano hacía de local en la vieja cancha de Argentino Oeste”, recuerda Víctor. A los 23 años dejó de jugar, pero enseguida se metió de lleno en la dirigencia. “Volví en el ‘86 para jugar en reserva y ayudar en lo que hiciera falta. Fue una linda época, con Rubén Sacconi como técnico.”

Hoy, ya jubilado después de 46 años de trabajo bancario, Arnone sigue con el mismo empuje. “Hace 33 días que me jubilé, y ahora estoy cooperando con el tenis del club. Hicimos tres canchas de polvo de ladrillo para que la pelotita amarilla vuelva a picar después de 39 años.”

Cuando habla de fútbol, se le ilumina la cara. “Es una de las actividades que más me llega por todo lo vivido con mi viejo. Sé que él está presente en cada pelota que gira. El fútbol de Belgrano tiene historia y hoy está más vivo que nunca. Se viene haciendo un trabajo bárbaro desde abajo: el 97 % de los jugadores son del club, y eso me llena de orgullo.”

Entre tantas anécdotas, el tipo que nació en Pellegrini 476 guarda una con cariño especial: “El ‘Chino’ Benítez llegó al club desde Gobernador Castro gracias a Néstor Aldo Otero, un periodista muy querido. Mi viejo lo ubicó en la cantina —comandada por los Fabiano— como lava copas, y los fines de semana lo hacía jugar en quinta y en reserva. Más tarde, Arias lo llevó a probarse a Estudiantes, no quedó, pero después —junto a mi viejo— lo metieron en Racing y ahí sí, se le dio. El ‘Chino’ era fanático de la Academia.”

Sobre los años en la cantina, Arnone se emociona. “Mis viejos la retomaron en 1976 y yo ya era parte del grupo. Me acuerdo de los carnavales del ‘77, inolvidables.” De la historia de Belgrano, también recuerda los altibajos: “Lo mejor fue ver al Rojo a un paso de jugar el Nacional B de la mano de Rubén Sacconi, perdiendo semifinal con Arsenal de Sarandí. En esa época tuvimos una racha de 19 partidos invictos. También tengo en mis retinas el título de Primera de tenis, el Plumi de 1985 y el histórico ascenso en básquet a la elite del básquet nacional el 16 de mayo de 1997 en cancha de Newell’s. Lo peor que vi en el club fue una época negra del fútbol cuando era chico, los descensos del básquet que vinieron de la mano de una crisis económica muy fuerte en el club. Hoy, siendo vicepresidente segundo, creo que estamos en un momento histórico, con más de 7.000 socios.”

El rincón del club que elige no podía ser otro: “En la sede, me quedo con todos; en el camping, con la cancha de fútbol Luis Ernesto Arnone, mi refugio más preciado.”

Cuando se le consulta por sus anhelos, no titubea el más belgranense de los mortales: “Sueño con que el Rojo llegue al Nacional B en fútbol y con ver la anaranjada de La Liga picar otra vez en el Fortunato Bonelli. Mi vida es Belgrano, porque de Belgrano no se hace, se nace. Belgrano siempre en mi corazón.”

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