Un 24 de junio, es el día que un accidente en Medellín, cegó la vida de Carlos Gardel. San Nicolás tiene sus recuerdos con “El Zorzal Criollo”; y él algunos amores en una ciudad que oficialmente registra dos actuaciones. Aunque, las visitan, fueran algunas más…
La historia registra que Carlos Gardel estuvo por lo menos dos veces en San Nicolás. La primera cuando todavía no había alcanzado la fama ni el renombre mundial a través de la cinematografía. En esa oportunidad cantó en -la Confitería Salas- en 1917 junto a José Razzano formando el famoso duo Gardel-Razzano y estuvieron acompañados por el guitarrista “El negro Ricardo”. Ninguno de los que han investigado las visitas de Gardel a San Nicolás, pudieron afirmar la cantidad de veces que el divo del tango pernoctó en nuestra ciudad.
Años más tarde, el 27 de abril de 1933 cuando su figura estaba encumbrada, llegó para actuar en el Palace Teatre acompañado por el cuarteto de guitarras Peterossi, Barbieri, Riverol y Vivas.
El Hotel Español, ubicado en la calle Nación, frente a la Casa del Acuerdo, tuvo por dueño a Augusto Gambadori que se hizo cargo en 1929. Tres generaciones condujeron los destinos de ese hotel para desaparecer en 1969 -según nos relata Nelly Nozzi-.
Cuando desapareció ese hotel se fueron 60 años de la vida de nuestra ciudad y con ellas las historias de las visitas de Carlos Gardel ya que había elegido este Hotel para descansar.
Un señor llamado Gardel
Uno de los protagonistas de esta historia es Antonio Luis Gambadori, hijo del dueño del hotel que trabajaba y vivía en El Español. Sobre la personalidad de Gardel a quien él llegó a tratar en su visita en 1933, nos contaba que “Gardel era un personaje en todo sentido, por su vestimenta, por su prestancia, por ese don de gente que tenía para dirigirse a los demás. Era respetuoso y no tenía beldades de divo. Era un señor con todas las letras. No se las quería dar, su prestancia era natural.
Tres baúles y corbatas
Los que desempeñan sus tareas en los hoteles son dueños de la intimidad de cada uno de los pasajeros. Por ejemplo, Gambadori nos contaba que Gardel “tenía tres baúles de ropa, parecían esos muestrarios que tienen los viajantes de las tiendas. Estaba la ropa impecable. Era muy ordenado”.
Una de las hermanas de Antonio Gambadori, que en ese momento contaba con 15 años, nos comentaba que en un momento en que Gardel no se encontraba en la habitación Nº 18 del primer piso, ingresó y recuerda que sobre la cama que ocupaba Gardel había una colección de corbatas azules de seda y tela con lunares pequeños blancos.
Los guitarristas y un amor
Cuenta nuestro entrevistado que el problema para las personas del hotel eran los cuatro guitarristas. “Ellos empezaron a ensayar a las siete de la mañana. Tocaban y tocaban. Eran un dolor de cabeza. En cambio, Gardel era muy familiero, al mediodía no acudía al comedor, sino que almorzaba con nuestra familia. A mi mamá que se llamaba Asunción pero que le decían “Doña Asumpta” Carlos Gardel le cantaba canzonettas en la cocina. Tenía voz de tenor. En la comida siempre nos contaba de Francia y el cariño que tenía por su madre. Era un ser excepcional”.
Cuentan que los pasaban a buscar a Carlos Gardel por el Hotel Español, y salían juntos el guitarrista Barbieri y Gardel. El primero iba al Cabaret “La Mariposa” de la calle Chacabuco y Gardel seguía con rumbo a la calle Francia pasando Alberdi. “La apreciaba mucho por la forma que hablaba de ella. En Francia había un ranchito, ahí iba y ahí lo esperaba ella. Era algo más que un ‘programa’. Cuando hablaba se notaba que estaba enamorado. Y nunca decía el nombre, nunca le pudimos sacar quién era… siempre hablábamos de mujeres, pero nunca la nombró. Todos sabíamos, pero nadie preguntaba.” -confesaba Gambadori.
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Registradas las visitas de Gardel a San Nicolás contamos dos, pero Gambadori cuenta que llegaba procedente de Rosario o de Junín o por la zona, cuando le tocaba actuar. Gambadori cuenta que únicamente “venía solo al hotel y paraba en la habitación 18 en el primer piso. Venía a ver a la mujer de la Calle Francia y después se iba. Era muy amante de San Nicolás, le tiraba la ciudad, seguramente por esa mujer. Cuando hablaba de San Nicolás aparecía la sonrisa que lo hizo famoso”. Gambadori asegura que fueron más de cinco visitas las que hizo Gardel al Hotel Español. Y siempre dejaba su ropa y se encaminaba por la calle Francia.
A la espera del zorzal
Sentado en la puerta de su casa de la calle Nación, con el bastón apoyado en la puerta, Gambadori recordaba que “la vez que actuó en el Palace, Carlos Gardel me invitó personalmente y yo le dije: me extraña Gardel, cómo no voy a ir. Era un mundo de gente, estaba todo San Nicolás y él retribuyó el cariño cantando como nunca. Para mí era increíble verlo en el escenario, era un gran artista. Esa noche la gente lo esperó en la puerta del hotel para felicitarlo y todos querían hablar con él; despertaba admiración. Él estaba en la confitería Vidal y mientras permanecía ahí, la gente se quedaba en la puerta del hotel a esperarlo.
Rubias de San Nicolás
Cuando le preguntamos si Carlos Gardel tenía éxito con las mujeres acá en San Nicolás, dijo “Mucho. Se le presentaban mujeres con tapados, pero sin ropa abajo, en el hotel. Él era respetuoso, como no les llevaba el apunte se le presentaban en la habitación. Lo seguían mucho. En el hotel se armaban revuelos. Los que eran unos bandidos eran los guitarristas, Barbieri, sobre todo, con ese teníamos muchos líos”.
Una pinturita
Mirando al piso y con una sonrisa, nos cuenta la anécdota que una vez “la habitación de Gardel, estaba comprometida para el día siguiente, para una pareja de recién casados, el teniente Inzaurraga y su mujer. Y como ellos no paraban en otro lado, para solucionar el problema le dije: yo por esta noche le doy la pieza, pero déjemela limpia. No había habitaciones disponibles y ésta había sido puesta un chiche por los asistentes del teniente. Yo quería que quedara igual. Me dijo que me quedara tranquilo. Y me dijo “la va a encontrar mejor”. Él mismo lustró el piso, acomodó todo. Cumplió con la palabra”.
Sus ojos se cerraron y el mundo sigue andando
Gardel perdió la vida en aquel choque entre aviones en Medellín, en 1935, dos años después de actuar en nuestra ciudad. Gambadori hace un gesto adusto y relata que “la gente lloraba en San Nicolás. Ese día estaban como locos, es que era un ídolo. Yo me acordaba que Gardel iba por la calle y querían saludarlo y hablar con él. No era un dios, pero poco le faltaba. La ciudad lloró como todo el mundo”. Seguramente, para una mujer en una casa de la calle Francia el dolor era más profundo. En su mesita de luz, cuando murió, encontraron la foto de Carlos y un libro con una rosa muerta.
Fuente: Ilustración de Juan Aiello