
Belén Girolami es una artista con sensibilidad emocional que entiende los vínculos sociales y afectivos desde el teatro, y explora los conflictos y los imaginarios que emergen en ese espacio. Con la convicción de que el humor es imprescindible, brinda talleres de la risa para distintas generaciones. Es profesora nacional superior de expresión corporal y se formó en disciplinas como clown, títeres, teatro e improvisación. En la actualidad, la improvisación marca el ritmo de su acción, disfrutando de no saber qué es lo próximo que está por venir.
Su conexión con el arte: “Soy del 82, mi conexión ocurre en un espacio en donde no existía la tecnología como existe ahora, y tenía un objetivo: vencer al aburrimiento. Recuerdo tomar un lápiz, usarlo como micrófono y ponerme a bailar y cantar frente al espejo. Pasaba horas haciéndolo, veía mis errores y trataba de corregirlos. Dejaba volar mi imaginación, mejoraba alguna obra que ya existía, me divertía y a su vez desarrollaba el mecanismo de mi creatividad y mi expresión corporal como lo deseaba.”
Su concepto de “artista”: “Me considero artista. Existen una serie de cosas que lo definen. Por un lado, tengo una trayectoria con subidas, bajadas, decadencias, estados vulnerables y un aprendizaje desde diferentes lugares que me permitieron convertirme en quien soy hoy. Desde un lado ‘más rosa’, le pongo mucho amor y conciencia a todo lo que hago. En cada espacio artístico trato de tener la claridad de lo que quiero contar. No podés subirte a un escenario o dar un espectáculo sin saber lo que querés hacer o sin tener el mensaje claro.”
La improvisación: “Es el proyecto más nuevo que tengo. Pertenezco a un grupo llamado ‘Club Impro SN’, que ya conocía a sus integrantes a través de la escuela de arte. El conocernos desde hace tiempo permitió generar ciertos códigos que mejoran la unión y el manejo del escenario en cada función. Consiste en representar un juego teatral donde surgen diferentes escenas y temáticas a partir de lo que escriben los espectadores antes de ingresar. Tenemos que seguir siempre la propuesta y el juego no puede terminar. Es difícil llegar al humor de la gente. Al principio me preocupaba mucho; ahora estoy más práctica, al punto de generar esa ansiedad linda antes de cada función. Es un proyecto en el cual hacemos inconsciente lo consciente.”
¿Se puede hacer humor con todo?: “Por un lado, está el tema de la edad, que es clave a la hora de elaborar un espectáculo de humor. Por otro, es también un tema político, porque tiene que ver con lo que uno piensa, siente y quiere comunicar. Incide la destreza y la técnica para ejecutarlo. Yo creo que se puede hacer humor con todo, siempre y cuando el espectador sea consciente del espectáculo que va a ver.”
El artista y el humor: “El trabajo con humor plantea la necesidad de incomodar desde lo performativo, ya sea desde una acción, la estética o el mensaje. Muchas veces el escenario o el espectador nos llevan a ir en contra de nuestras elecciones, pero soy consciente de que así debe ser. Con el humor no solo existe el objetivo de que te olvides un poco de tus problemas y te rías, sino también el de pensar que existen otros conflictos que no te tocan afrontar pero sí existen en la sociedad.”
Lo que la atraviesa del movimiento artístico: “Cada vez que puedo consumo arte, particularmente teatro. En la ciudad existe una manifestación increíble de esa rama, sobre todo en su lado independiente. Dentro de eso encuentro emoción en los momentos donde se unen el deseo de comunicar, la pasión por lo que se hace y el compromiso social. Cuando esas cosas están conectadas, suele emocionarme. Desde mi capacidad de observadora, poder entender cómo se gestan o funcionan los vínculos para realizar una obra también me provoca emociones fuertes.”
Como aquel actor que expresó que “un día sin sonreír es un día perdido”, Belén, desde un principio, tuvo la conciencia precisa para desarrollar el mensaje ya sea arriba de un escenario o en una clase para diferentes edades. Encontrar en la expresión ese cúmulo de emociones que representan a una persona y ponerlas al servicio de otro es, quizás, la forma más genuina de construir recuerdo, risa o sensibilidad. No existe una escuela que enseñe a vivir ni mucho menos a reír, pero ante la expresión sujeta a lo inesperado, vivir un rato la vida al ritmo de la improvisación puede generar el sentimiento sorpresivo de ser feliz sin saber por qué. O quizá sí. Y eso será, como dice Belén, cuestión de sentir y generar conexión. Ser emoción: el humor por acción.



