Sociedad

Brisa Berenguel: la moda como medio de expresión incómodo y pasional

Diseñadora, asesora de imagen, vestuarista y dueña de Kinga Lia, Brisa Berenguel recorre un camino donde la moda se convierte en una herramienta de identidad, rebeldía y creación de comunidad. Entre aprendizajes, decepciones y búsquedas, encontró en el arte un modo de incomodar y transformar

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Acuariana y rebelde, Brisa Berenguel es maestra mayor de obras, asesora de imagen, vestuarista, diseñadora, modelo y creadora de Kinga Lia, un espacio donde la moda intenta dar respuestas a lo cotidiano y abrir el juego a todos los gustos. A los 18 años publicó un libro de dibujo, participó como diseñadora en desfiles tanto en la ciudad como en Buenos Aires y fue responsable de vestuarios para artistas locales en producciones fotográficas, presentaciones, películas y espectáculos. También incursionó en el mundo audiovisual a través del streaming y la generación de contenido para marcas, ampliando su marca personal más allá de su emprendimiento.

La creación de una marca personal: “Es difícil crear un camino debido a que no existe un formato para ser emprendedor. Está lleno de ‘gurús’ en internet que te dicen lo que tenés que hacer y cómo hacerlo, pero no lo recomiendo. La experiencia y el aprendizaje son los conceptos que te brindan las herramientas para el camino que querés transitar. No hay fórmulas ni secretos, sino una determinación, una voluntad y un sentir que, junto a la disciplina, te llevan a tomar el camino que creés correcto para desarrollar tu marca personal”.

La oportunidad que trajo la pandemia: “La pandemia a muchos nos trajo la necesidad de hacer algo, de ser emprendedores. Desde muy chica me gustó la ropa de otras épocas, las antigüedades, ir a ferias y demás actividades relacionadas. En mi casa tenía mucha ropa acumulada y me planteé qué hacer con eso. Decidí empezar a venderla, no tanto como una necesidad económica —dado que las necesidades básicas las tenía cubiertas— sino más bien como el inicio de una marca que me acompaña hasta el día de hoy, primero como venta digital y desde hace unos años con local propio”.

El aprendizaje inesperado: “La evolución personal que tuve, más allá de haber desarrollado mi marca y haber creado una comunidad, fue primordial. Ponerme a prueba como emprendedora me llevó a un desarrollo importante como persona. El contexto me brindó las chances de hacer cosas que quizás en otro momento no hubiera hecho o necesitado. Trabajé mucho en mí para poder conseguir lo que quiero”.

La decepción del camino: “Me decepcionó entender que en San Nicolás hay mucha competencia entre colegas. Soy una fiel creyente de que uno no crece solo, sino más bien se impulsa con su entorno. Intenté crear un entorno e hizo que me aislara por momentos, producto de actitudes sectarias del ambiente. Hoy en día tengo un entorno muy fuerte que me hace sentir capaz de poder conseguir todo lo que querramos por medio de retroalimentarnos constantemente con nuestras ideas, avanzar en conjunto y alivianar cada proceso de logro de objetivos”.

La evolución de la comunicación: “Yo era muy tímida hasta que experimenté estas actitudes sectarias que te hablé anteriormente. Tuve que aprender a comunicarme de diferentes formas ante los numerosos rechazos o prejuicios que existían hacia mí. Siempre habrá algo por lo que te critiquen y hay que convivir con eso, aunque existan críticas que no tengan nada para enseñarte. Hoy, ante quien me dice que no puedo, que no sirvo, que no soy capaz o expresa algo de mala manera, le demuestro que soy eso y mucho más. Esas malas formas me motivan a demostrar que lo puedo lograr, y mucho mejor si es a través de la acción. Escucho solamente a quien me importa y a lo constructivo de su crítica”.

Lo que conmueve del arte: “Lo más emocionante es la pasión con la cual las personas hablan, hacen, vibran y transcurren con aquello que les gusta o les hace bien. Hay cosas de la vida que no me importan demasiado, pero si te veo o escucho transmitir ese lado pasional, te voy a prestar atención y voy a disfrutar mucho ese momento. Jugarse por lo que uno siente es realmente conmovedor”.

La moda y su mensaje de incomodar: “Siempre me gustó incomodar y con la moda abrazo a mis monstruos. La rareza de mi vestimenta o personalidad —para el mundo—, en vez de acobardarme, me hace sentir poderosa. Disfruto que la gente vea que me visto de forma ‘rara’. Los artistas hacen eso. Hacer lo correcto es vender un producto y está buenísimo, pero el arte no es un producto de consumo, sino más bien una expresión que incomoda”.

Desarrollar una personalidad que trascienda la opinión no es más que una expresión artística natural, sustentada por la claridad de lo que uno desea para su vida. Absorber cada aprendizaje que brindan los espacios compartidos forma herramientas que fortalecen frente a adversidades injustas o malignas que plantea el mundo.

La moda, para Brisa, es esa hoja en blanco en donde con sinceridad, fidelidad a sus emociones y determinación, desarrolla infinitas expresiones incómodas hasta convertirse en un viento imposible de detener. Porque los artistas incomodan, y eso, para ella, siempre es un motivo de celebración.

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