Hay técnicas simples para aliviar el dolor estomacal por la ingesta desmedida de alimentos. Tirar el cuerito o la cinta ejercen presión, tanto en la columna como en el plexo solar, que activa las conexiones nerviosas de los órganos.
El empacho se caracteriza por el estancamiento de alimentos en el tracto gastrointestinal, debido a excesos alimentarios o la ingestión de elementos no digeribles, y se lo suele tratar caseramente con rtituales que se realizan tirando del cuerito en la espalda, presionando el plexo solar en la boca del estómago con una cinta o “a la distancia”.
Los conocimientos y prácticas diagnósticas y terapéuticas sobre esta nosología proceden de la medicina popular iberoamericana, tanto doméstica (en especial abuelas y madres de familia) como tradicional (curanderos, yerbateros, “medidores”, etcétera), en tanto que la medicina académica (o biomedicina) la interpreta como una trivial alteración digestiva tipo dispepsia o indigestión, sin conceder importancia a los tratamientos populares, publicó un boletín del Conicet.
Un tratamiento casi exclusivamente valenciano: “medir con la cinta”, con la finalidad de superar la parálisis digestiva, es un ritual curativo que se restringe a la Comunitat Valenciana y regiones limítrofes con Cataluña y Castilla La Mancha, con exportación y préstamo cultural a Cuba, Argentina, Uruguay y Chile.
Tirar del cuerito
Hace varios siglos el empacho y la técnica de tirar el cuerito formaron parte del conocimiento médico.
Una serie de pellizcos en el dorso de una persona pueden funcionar estimulando algún centro nervioso a la manera de la acupuntura o digitopuntura, que provoca algún tipo de reflejo nervioso y hace que los órganos digestivos se muevan.
Y aunque no se cure la diarrea, sí mejora el apetito, la actitud alimentaria, la persona siente que se destapa. Se siente más aliviada.
Así lo dice el libro que compila estudios de medicina del siglo XIX elaborado por el médico Roberto Campos Navarro “Medir con la cinta y tirar del cuerito”.
Recopila los textos médicos que en las universidades argentinas desde 1840 aproximadamente se hacían sobre el empacho por médicos muy conocidos e importantes, como Cosme Argerich, Ricardo Gutiérrez o Juan Garrahan, entre otros.
Claro que ellos se referían más como sinónimo de diarrea, y hablan de los tratamientos, que eran la dieta en sus formas diversas, ya que no se sabía cuáles eran las causas.
Además, la era de los medicamentos llegó recién hacia 1940.
No se reconocía la existencia de los pueblos originarios del país, ni la presencia de curadores en el ámbito doméstico (las madres de familia) y comunitario (curanderos, parteras, calaguayos), ni tampoco los recursos curativos herbolarios, y aún menos, las enfermedades ampliamente reconocidas en la medicina popular como el mal de ojo, el empacho, el susto, malos vientos y otras.
En algunas épocas se llamaba empacho a la diarrea (la gastroenteritis).
Los médicos decían: “El niño tiene un empacho y un síntoma es la diarrea y el vómito”. Que podía ser porque había comido algo en mal estado y ese alimento podía estar de alguna forma ocluyendo el aparato digestivo.