Sociedad

Concubinatos en alza y matrimonios en baja, una tendencia que se acentúa

Durante el 2024 se ratificó por segundo año consecutivo esta moda que alcanza a nuestra localidad y muestra, a las claras, un cambio de época en la sociedad

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El paso del tiempo llega para todos, incluso a tradiciones que años atrás parecían inquebrantables, pero que ceden ante la presión de las nuevas generaciones que se avecinan con sus propias costumbres.

Dentro de las miles de aristas que se pueden poner bajo la lupa, las formas de vincularse y desvincularse son de la que más llama la atención, teniendo en cuenta el choque cultural con las prácticas previas, comúnmente fomentadas por la presión social y religiosa.

Prueba de ello fue la aparición del divorcio sin alegación de causas como mecanismo legal en el año 1987, un primer cambio rotundo en el imaginario popular por aquel entonces dado que la ruptura de una institución como el matrimonio era totalmente una decisión impensada en aquella época.

En esa línea cronológica aparece otro quiebre en las tradiciones más férreas como fue la legalización del matrimonio igualitario, con el agregado que Argentina fue el primer país latino en hacerlo el 15 de julio de 2010.  Dicha legislación permitía por primera vez en nuestra nación que todas las parejas, independientemente de su orientación sexual, puedan casarse, sin dudas un hito en la agenda social, religiosa y política.

Por último, en los años más recientes otra tendencia empieza a ganar terreno en este apartado con el notorio crecimiento de las uniones convivenciales a la par que los casamientos siguen decayendo.

Bodas en descenso

“Hoy en día las parejas evitan los formalismos y ven al matrimonio como un problema a futuro en caso de que quieran separarse”, aseveró una letrada nicoleña en diálogo con COSA CIERTA. Esta aseveración no queda solamente en una apreciación por parte de una profesional abocada al fuero familiar, también tiene su respaldo en las cifras recabadas en los últimos años por el Registro de las Personas de la Provincia de Buenos Aires.

A través de su sitio web de acceso público, se puede apreciar como viene en un marcado decrecimiento esta práctica milenaria en San Nicolás.

En cifras, desde el período post pandemia el pico más alto de nupcias consumadas en un año corresponde al 2022 con un total de 639. No obstante, a partir de ese momento empezó un leve y sostenido descenso. Por ejemplo, en 2023 los casamientos celebrados bajaron a 603, una caída en torno al 5%. La mencionada realidad tampoco frenó en el pasado año, dado que durante 2024 la disminución se ubicó aproximadamente en el 6,6% con un total de 563. Los números hablan por sí solos, los vínculos “para toda la vida” y el ideal de compartir todo ese tiempo con la misma persona ya no es moneda corriente en la sociedad.

Nuevas opciones

En virtud de lo mencionado, otra figura legal aparece en el Código Civil y Comercial argentino: las uniones convivenciales. Anteriormente calificados en el lunfardo popular como concubinatos, este tipo de mecanismo enmarca “la unión afectiva entre dos personas que no se casan pero conviven y comparten un proyecto de vida en común”, según detalla el Gobierno nacional en su sitio oficial. Dicha legislación entró en vigencia en el año 2015, pero su efecto va en ascenso.

Tal como sucede con los matrimonios tradicionales, la cantidad de uniones convivenciales se pueden apreciar en los portales que dispone el Poder Ejecutivo bonaerense, aunque en esta ocasión la tendencia es hacia arriba. Si bien aún los casamientos siguen siendo nominalmente más, las frecuencias favorecen a los vínculos contemporáneos.

Partiendo nuevamente desde el 2022, ese año en el territorio nicoleño se concretaron un total de 396 uniones convivenciales. Empero, al período siguiente el número escaló a 452, una suba del 14%. Por último, durante el 2024 el crecimiento desaceleró para ubicarse en el 5,8%, pero siguió creciendo hasta un total de 478.

División de bienes

A pesar de que existen varias diferencias entre los matrimonios y las uniones convivenciales, una de las que mayor preocupación genera es qué sucede con los bienes si el vínculo llega a su fin. En este punto, el formato más moderno parece tener una solución más tentadora para las nuevas parejas.

Sucede que el matrimonio establece que los bienes gananciales -aquellos adquiridos luego de conformarse el casamiento- pertenecen a ambas personas por igual sin importar, por ejemplo, el dinero y tiempo invertido de cada quien. Vale destacar que actualmente existe la posibilidad de llegar a acuerdos que dejen sentada la repartición de los valores, pero que usualmente no se lleva a la práctica para no “generar desconfianza” dentro del matrimonio.

Por su parte, en las uniones convivenciales no se aplica esta mecánica. En este régimen, los bienes adquiridos antes y después de la convivencia siguen siendo propiedad exclusiva de cada uno de los convivientes.

En este universo de diferencias, los profesionales consultados resaltan que este detalle suele ser el de mayor consulta para intentar evitar roces posteriores y que, en caso de no concretar “el amor para toda la vida”, la separación sea la más pacífica posible.

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