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Un estudio detectó agrotóxicos en personas y viviendas urbanas del sudeste bonaerense

El estudio SPRINT analizó durante cinco años la presencia de agrotóxicos en cuerpos, alimentos, agua, aire y polvo del hogar. La periodista Anabel Pomar detalló en “Es por acá” los resultados para Argentina y su impacto en ciudades como San Nicolás

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El estudio científico europeo SPRINT confirmó la presencia de agrotóxicos en cuerpos, alimentos, aire, agua y suelo tanto en zonas rurales como urbanas. La investigación se desarrolló durante cinco años y abarcó once países, incluyendo Argentina como único representante fuera de la Unión Europea. Los muestreos nacionales se realizaron en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, y los resultados fueron alarmantes: todas las personas analizadas tenían glifosato en su organismo, incluso quienes viven en ciudades.

En diálogo con el programa “Es por acá” de FM 102.9, la periodista especializada Anabel Pomar detalló los principales hallazgos y denunció que en Argentina “no hubo ninguna repercusión institucional, ni del Ministerio de Salud, ni del INTA, ni del SENASA”.

“Lo que evidencia este estudio es que los plaguicidas están donde no deberían: dentro de los cuerpos, de las casas, del agua. Y que están en zonas urbanas, no solo donde se aplican”, afirmó Pomar, quien accedió a los resultados del informe completo.

Según explicó, los análisis se realizaron en sangre, orina y materia fecal, y también se midieron residuos en polvo doméstico, agua y aire. “En el polvo de las casas argentinas se detectaron entre 80 y 100 pesticidas distintos. Muchos están prohibidos en Europa hace años, pero acá circulan legalmente”, agregó.

Además, Pomar mencionó el caso local de la fábrica Atanor y lo vinculó con el modelo de contaminación del que habla el estudio: “En San Nicolás, Atanor fue denunciada por contaminación, y sin embargo siguió operando durante años. La misma lógica que permite fumigar escuelas también permitió que hubiera plantas químicas en zonas urbanas”, advirtió.

En el cuerpo de las personas analizadas se hallaron plaguicidas como glifosato, AMPA, 2,4-D, clorpirifos, atrazina, cipermetrina, fipronil e imidacloprid, entre otros. Varios de ellos son considerados cancerígenos o disruptores endocrinos. La exposición se da por contacto directo, pero también por aire, agua o alimentos contaminados.

“Esto demuestra que el modelo agroindustrial afecta también a las ciudades”, remarcó Pomar, y sostuvo que los estándares actuales “no evalúan los efectos acumulativos ni la toxicidad de las mezclas reales de plaguicidas”.

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