Fiel a su estilo, Cristina Kirchner no anduvo con vueltas. “Pericia psiquiátrica le vamos a pedir a los que dicen que (Victoria) Villarruel es peronista”, escribió el lunes en su cuenta de X. Era una frase con destinatario directo, el senador formoseño José Mayans, quien además de bromear con la vicepresidenta en una sesión por el tema del “jamoncito”, había sostenido que la dirigente libertaria “tiene un pensamiento más cercano” al peronismo.
La expresidenta apuntaba, de paso, a otros. “Yo la quiero en mi equipo. Veo a una peronista, a una persona con impronta nacionalista”, había dicho hace un par de semanas el senador bonaerense Sergio Berni. “Lo que siempre dije es que es una persona del nacionalismo. Hay que discutir si es del nacionalismo de inclusión o de exclusión. Lo he dicho hasta el cansancio, tenemos que conversar con ella. Si Cristina niega que una persona pueda ser peronista, se equivoca”, sostuvo por su lado el exsecretario de Comercio Guillermo Moreno.
La contundente opinión de la exvicepresidenta sobre la posible filiación justicialista de su heredera en el cargo expone tanto un problema interno y coyuntural como un enorme enigma histórico.
Porque lo lógico sería que hoy el peronismo estuviera atravesando una renovación interna profunda, una discusión a fondo sobre lo hecho durante el kirchnerato (que incluye la infausta gestión de Alberto Fernández). Sin embargo, eso parece no suceder. El partido y sus dirigentes siguen atontados por el resultado electoral que encumbró a Javier Milei y no hay cambios importantes a la vista.
Son los mismos que eran.
Pericia psiquiátrica le vamos a pedir a los que dicen que Villarruel es peronista.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) August 26, 2024
Y por obvio que sea, no resulta ese el camino para mostrarse como una alternativa novedosa a la hora de disputar el poder.
Por otro lado, la sentencia de Cristina reinstala una pregunta de siempre: ¿qué es un peronista?
Sólo con hacer un poco de memoria surgen nombres que decididamente tienen visiones diferentes en lo político, lo económico, lo social y hasta lo cultural y sin embargo cantan o cantaron juntos la marchita. Digamos: Axel Kicillof, Gildo Insfrán, Daniel Scioli, Juan Grabois, Sergio Massa, Fernando Espinoza, Máximo Kirchner, Juan Schiaretti, Miguel Ángel Pichetto, Amado Boudou, Carlos Zannini, los Rodríguez Saá, los Moyano. Distintos entre sí, claramente. Y ni hablar de algunos que abandonaron el partido hace rato, pero arrancaron allí, como Patricia Bullrich, Diego Santilli o Cristian Ritondo. ¿Por qué Villarruel desafinaría en ese elenco?
La cosa se pone definitivamente incoherente cuanto más tiempo agreguemos. Una (breve) lista arbitraria e improvisada: Menem, Duhalde, Cafiero, Chacho Álvarez, Lorenzo Miguel, Saadi, Lúder, López Rega, Firmenich, Obregón Cano, Isabelita, Vandor, Rucci, Ongaro, Framini, Mercante, Evita, John Cooke, Jauretche. El propio Perón, en sus diferentes versiones. Peras con manzanas al infinito y más allá.
Incluso intelectuales que han dedicado su vida o buena parte de ella a tratar de entender el fenómeno no llegan a una respuesta concreta.
El economista y filósofo francés Guy Sorman escribió hace menos de un año: “Pero, ¿qué es el peronismo? ¿Es de derechas? ¿De izquierdas? ¿Liberal? ¿Socialista? El peronismo se adapta a los tiempos y a la personalidad de su líder. Carlos Menem, presidente peronista entre 1990 y 1999, resumió su programa en una fórmula sencilla: ‘Síganme’. Menem era un liberal clásico, admirador de Reagan. Pero el matrimonio Kirchner (veinte años en el poder) también se proclamó peronista, aunque antiamericanos y antiliberales. El peronismo no es una ideología, sino una forma de patriotismo”.
El historiador italiano Loris Zanatta, por su parte, dijo también hace menos de un año: “El peronismo nació y sigue percibiéndose como el partido del pueblo, de la patria, la religión de la nación, como el movimiento nacional”. Agregó: “¿Qué es el peronismo hoy? ¿Qué quiere? ¿Cómo funciona? Sospecho que ni los peronistas lo saben. Es un rompecabezas de tribus. Una puerta giratoria por la que se entra y se sale entre una gresca y otra. ¿Hay un partido justicialista? ¿Cómo elige sus cargos? ¿Dónde debate su programa? Peronismo kirchnerista, peronismo sindical, peronismo francisquista, peronismo federal, cada uno con sus feudos y peleas”.
La incógnita persiste irresuelta.
Tal vez el mejor acercamiento a una respuesta esté en las conocidas palabras que el gran Osvaldo Soriano le hace decir a uno de los personajes que inventó para No habrá más penas ni olvido: “Yo nunca me metí en política, siempre fui peronista”.
Fuente: Por Pablo Vaca (para Clarín)