(Por Walter Curia para Perfil) El mes de marzo terminó con los sueños de muchos. En momentos de crisis y ajustes, la pérdida de empleo inmediata es una de las angustias más agudas que puede enfrentar una persona laboralmente activa. Que no te alcance duele, que no tengas enferma.
Tuve la posibilidad de trabajar en el Estado más de diez años, siempre en la Administración de Parques Nacionales. Orgulloso. Fui becario en la década de 1990 y director regional entre los años 2012 y 2019. Mi formación técnica y rodaje conservacionista me llevó a ocupar cargos también técnicos, sin tintura partidaria. Atravesé gestiones con varios presidentes tanto en la Administración de Parques Nacionales como del país.
Acerco un par de pinceladas de cuando fui director. Entre el 2012 y 2015 la gestión potenció el uso público en los parques nacionales y generó infraestructura y buena relación con los estados provinciales como socios de los proyectos. La gestión de 2015 a 2019 apostó al management para que todos los parques tuvieran planes de gestión actualizados, modificó la estructura y dinamizó la mayoría de los trámites.
En ninguna de las dos gestiones hubo un embate sobre el personal y en la gestión que concluyó en 2023 se mejoró además la condición laboral de guardaparques y brigadistas por igual. Lo más parecido a la arremetida actual fue durante 2018, cuando sobrevoló cierta preocupación de despidos que no pasó a mayores. Si bien hubo modificación de la estructura administrativa, el abordaje sobre el personal conllevó un análisis exhaustivo de la plantilla de las plantas permanente y semi permanente.
Las diferencias con la razia actual están a la vista. Primero existió un análisis; segundo ese análisis se hizo después de dos años de inicio de gestión, con funcionarios ya familiarizados con el organismo y, tercero, todos los directores fuimos invitados a intervenir en ese ejercicio en nuestras dependencias, evaluando el personal estable y contratado de cada repartición y también el conjunto de actividades desarrolladas anualmente por el personal y la duración de cada trámite.
El resultado fue contundente: la plantilla óptima de la Administración de Parques Nacionales estaba por debajo de la mínima necesaria para el manejo eficiente de la institución. Hoy el escenario es similar o peor. Faltan agentes o, como habitualmente se dice, no sobran puestos. De hecho, el incremento de cientos de miles de hectáreas protegidas en los últimos años a lo ancho y largo del país requiere de más personal que las atienda.
Si se viene una segunda oleada para el mes de junio, urge hacer un análisis serio, profesional y sensible para revisar y reclamar por los despidos y tener firmeza para evitar nuevos que sigan debilitando tanto a la Administración de Parques Nacionales como a otras dependencias públicas claves para nuestra sociedad.
Walter Curia es escritor y conservacionista. Miembro de Honor de BirdLife International