
El ajuste se siente en las estaciones de servicio, en las estanterías de los supermercados y en las mesas de los argentinos. Mientras la venta de nafta y el consumo masivo acumulan quince meses consecutivos de caída, las estadísticas oficiales aseguran que la pobreza también retrocede. Entre precios que suben y sueldos que no alcanzan, las cifras parecen contar historias distintas sobre una misma realidad.
En San Nicolás, la situación no es diferente. Comerciantes de distintos rubros confirman lo que las estadísticas nacionales reflejan: una caída del consumo generalizada, con especial impacto en bienes no esenciales.
Nafta más cara, autos más quietos
El precio del combustible en Argentina se ha convertido en un dato clave para entender la crisis económica, pues es el factor que marca los aumentos que llegan al bolsillo de la ciudadanía.
Desde noviembre de 2023, el incremento acumulado de la nafta ronda el 300%, con ajustes mensuales que, si bien han comenzado a desacelerarse, no han dejado de afectar el bolsillo de los consumidores. Solo en el último año, el precio de la nafta en el interior subió un 40,2%, mientras que en la Ciudad de Buenos Aires el aumento alcanzó el 54,7%.
El impacto es claro: en febrero de 2025, la venta total de combustibles cayó un 4% en comparación con el mismo mes del año pasado y un 7,9% respecto de enero. Quince meses consecutivos de retracción confirman una tendencia inapelable: los argentinos conducen menos, o directamente han dejado de hacerlo.
En nuestra ciudad, el litro de nafta súper ya roza los $1300, mientras que la Infinia supera los $1550. En ese contexto, la caída del consumo de combustibles no sorprende: llenar un tanque cuesta alrededor de $70.000 y, con las reglas del mercado, los sueldos y el poder adquisitivo actual, vuelve a convertirse en un lujo que no cualquiera puede afrontar.
Supermercados en baja, estadísticas confusas
Según los últimos estudios de consumo en supermercados, la caída total fue del 10,2%. Artículos electrónicos y del hogar lideraron la baja con un 34,4%, seguido de la indumentaria (-15,2%). Incluso productos de primera necesidad, como bebidas (-18%) y frutas y verduras (-12,4%), cayeron por encima del promedio.
El ministro de Economía de la provincia de Buenos Aires, Pablo López, advirtió en sus redes sociales que “es preocupante la situación en todo el país respecto del consumo en rubros esenciales, como bebidas y frutas y verduras. No hay crecimiento sostenible si no se recuperan verdaderamente los ingresos populares y el empleo”.
Sin embargo, el INDEC informó que en enero las ventas en supermercados crecieron un 2% mensual, dato que reflejaría su primera mejora interanual desde la asunción de Javier Milei.
Curiosamente, en paralelo a este fenómeno, el INDEC reportó una disminución en la tasa de pobreza, que pasó del 40,1% en el primer semestre de 2024 al 38,1% en el segundo. En San Nicolás y Villa Constitución, donde el 44,3% de la población sigue bajo la línea de pobreza, la desconexión entre los datos estadísticos y la realidad cotidiana es evidente.
En términos nominales, en San Nicolás–Villa Constitución hay un total de 88.512 personas pobres y 23.810 indigentes, sobre una población total de 199.908 habitantes.
Una economía de contrastes
El panorama económico argentino parece atrapado en una paradoja. La caída del consumo masivo y de combustibles refleja una pérdida del poder adquisitivo generalizada, pero las cifras oficiales sugieren una mejora en los índices de pobreza. Esto plantea un interrogante: ¿las estadísticas reflejan la realidad o simplemente la suavizan?