
Por experiencia, ya se sabe que la figura vicepresidencial trajo dolores de cabeza a la mayoría de los presidentes. Duhalde, Chacho Alvarez, Scioli, Cobos, Boudou, Cristina y ahora Victoria. Como se ve, una larga lista en la cual no figuran solo honrosas excepciones. Cuando una característica siempre trae conflictos, es porque el diseño institucional no se adecua a la cultura política. Quizá sea un tema a revisar en la próxima reforma constitucional.
Lo cierto es que dadas las peculiaridades de este proceso _líder sin partido y todo atado con alambre políticamente_ no era raro imaginar que se produjeran conflictos de este tipo, sobre todo para un esquema que no tiene incorporada la cultura de la contención. Como reflejo de su impronta ideológica, la cruel competencia es lo que vale, sin amortiguador. Eso puede ser un incentivo, siempre y cuando las reglas de juego sean claras. Si no, va a sonar arbitrario. Y como se está armando sobre la marcha, entonces predomina la incertidumbre y el temor interno.
Más allá de las lógicas peleas de egos y los posicionamientos a futuro, esta historia de desencuentros comenzó ni bien terminó la primera vuelta cuando la actual vicepresidenta se reunió en secreto con Macri para establecer un puente por si a “jamoncito” se le salía la chaveta y se volvió incontrolable. Los hermanos Milei se enteraron y por eso no cumplieron con darle los puestos prometidos en el ejecutivo. Como contrapartida Villarruel empezó a hacer su propio juego político, como diciendo “miren que, si esto se cae, estoy yo para aportar racionalidad”. Si ella puede garantizar eso o no, es imposible de saber ya que tampoco tiene antecedentes políticos.
Villarruel tiene buena imagen porque Milei también la tiene. Esto significa que están asociados en la opinión pública. Si al presidente le va mal, ¿ella puede despegarse? Mi primera reflexión: si no lo pudo hacer Cristina como jefa política y todo su liderazgo ¿por qué lo habría de lograr su sucesora en el cargo? CFK terminó pagando los platos rotos igual que Alberto, aunque no los haya tirado al piso.
¿Victoria estaría en un complot político con Macri contra Javier? Nunca se deben descartar esas hipótesis, pero suena demasiado. Ni el ex presidente, ni la vice actual tiene suficiente músculo como para invitar a una alianza a otros actores políticos y empresariales relevantes.
¿Ella tiene votos? Es imposible de saber solo guiándose por las encuestas. ¿Acaso nació un “villarruelismo” en la sociedad, como algo distinto al “mileísmo”? Por ahora no parece. Eso solo se sabrá cuando vaya a elecciones por la suya. ¿Cuándo? ¿En 2025? Harto difícil que deje de ser la numero 2 institucional de la Argentina, saliendo de la tan preciada línea de sucesión.
¿Puede Villarruel tener capacidad de bloqueo al gobierno? Tiene algunos resortes en el Senado, administrativos y políticos, pero sobre todo tiene el rol de árbitro en caso de empate en la cámara que preside. Dado que es un ámbito muy “palo a palo”, es posible que se deba recurrir a ella seguido. Fuera de eso, no tiene muchos “fierros” que le compliquen la vida a Milei, más allá de su autonomía gestual. Pero lo gestual es muy limitado en el campo de la realpolitik.
Escenario improbable
En función del estilo verticalista y un tanto autoritario de los Milei, existen pocas probabilidades de que se produzca una recomposición de corto plazo. Para los hermanos, todos se expresa en la lógica amigo-enemigo y en la necesidad de que el adversario se rinda incondicionalmente. Porque, más allá de la vice, es un poderoso y necesario mensaje hacia la tropa propia, mucho más después de los descalabros internos de los bloques libertarios.
La compañera en la fórmula presidencial ganadora camina sobre la navaja. Si fuerza la máquina, puede quedarse sin el pan y sin la torta, porque dejará de ser racional y confiable. Si amenaza con complicar a Milei, sería un grave acto de deslealtad, y así su glamour se desmoronaría. Que se porte bien para que los hermanos le dispensen algún grado de confianza es posible, pero dudo que le den algo a cambio. Y así, Villarruel sin incentivo político, ¿se “quedaría en el molde”, a la espera de que las fieras se calmen?
Como todo en este ciclo político, es complejo, inédito e incierto.
Fuente: Por Carlos Fara (para La Capital)