Sociedad

El fatídico destino de una familia de Pergamino: tres muertes trágicas y una mamá de rodillas

Andrés Fiorino (48) llegó a la casa de Stella Rosso (75), para darle una noticia devastadora. Fue un grito en medio de un mar de lágrimas. "¡Ana, mamá! ¡Ana, mamá!". Apenas le salían las palabras. Ana Carolina Fiorino (41) había muerto en un "accidente" en La Plata. La madre cayó de rodillas y el mundo se le derrumbó. Desde entonces -dice- "hace de cuenta que me dejaron ciega, que me cortaron por la mitad"

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El “accidente” no fue tal. Lo que ocurrió en la mañana del sábado 10 de agosto fue un homicidio: el abogado Maximiliano Insaurralde (41) manejaba su Renault Clio negro por la avenida 7, a metros de la Casa de Gobierno y de la Legislatura bonaerense, cruzando semáforos en rojo a toda velocidad. En la esquina de la calle 49, embistió violentamente al Nissan March blanco en el que iba Ana Carolina Fiorino (41) junto a su pareja, el policía retirado Juan Manuel Roldán (42).

El impacto fue sobre la puerta del acompañante, donde viajaba la médica, que murió en el acto. La tuvieron que velar a cajón cerrado. “Una policía que intervino me contó que él chocó, tenía la cadera golpeada y hablaba por teléfono lo más tranquilo, como si hubiera matado a un gato”, asegura Stella a Clarín.

La mujer ya tiene el cuero curtido por el dolor. Su hijo mayor, Marcelo, murió a los 25 años, en agosto de 1999, tras chocar su auto contra una columna, en la entrada de Pergamino. “Fue por mala praxis”, sostiene y agrega que el joven sufrió el estallido del bazo, los médicos no lo advirtieron y falleció.

En octubre de 2014 la familia sufrió otro mazazo. Horacio Antonio Fiorino (69), esposo de Stella, que era viajante, se mató al chocar su Renault Megane modelo ’98 contra un tren en la ruta nacional 178, en el cruce de Alcorta, provincia de Santa Fe, cuando volvía a Pergamino de ver a un cliente. La lluvia torrencial le impidió ver la formación y se estrelló contra el tercer vagón.

Andrés, empresario textil, es ahora el único hijo vivo que le queda a Stella. Pero la mamá con Ana tenía un vínculo especial. A tal punto que se fue a vivir con ella cuando decidió estudiar Medicina en la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Por entonces a su hija la operaron de escoliosisis en el Hospital Español, donde le pusieron una placa de titanio desde la cintura hasta el cuello.

“Me fui a Rosario para quedarme un mes y me quedé ocho años”, recuerda Stella, que la acompañaba a la facultad y era una más entre los amigos de la joven. “La mitad del título es de tu mamá”, bromeaban cuando se recibió con uno de los mejores promedios. Un título que era el orgullo de la familia.

Ana no se quedó con esa graduación. Se perfeccionaba todo el tiempo. Se convirtió también en médica forense y en médica legista. Ahora estaba estudiando para ser médica estética. Tenía propuestas de trabajo en el Poder Judicial de San Luis y para ser jefa de planta en el Hospital de Zapala, Neuquén. En estos días planeaba viajar con su mamá y su pareja para buscar casa para alquilar en la Patagonia.

Ella decidió estudiar Medicina cuando ocurrió lo de su hermano Marcelo. “Empezó con accidentología y primeros auxilios, ella no iba a permitir que pasara lo del hermano, que fue una negligencia”, afirma Stella, quien tuvo que ir hasta La Plata a retirar las pertenencias de su hija, “la valija, el bolso ensangrentado”.

Roldán se había retirado de la Policía bonaerense después de ser herido de bala en un acto de servicio. Su papá fue comisario mayor en la misma fuerza. Apenas se recuperó de los golpes en la cabeza, muy afectado por la muerte de Ana Carolina, pasó unos días en Mar del Plata con su madre, hasta que decidió volver a la casa que compartía con la mujer, con quien llevaba 14 años juntos.

El viernes previo a la tragedia, llevó a su pareja hasta La Plata para hacer un curso en el Ministerio de Seguridad bonaerense. Pasaron la noche en el hotel del Círculo Policial y a la mañana siguiente, a las 7:30 hs., salieron de regreso para Pergamino. Apenas dos cuadras y media después, el Clio los chocó y también casi atropella a varias personas que esperaban en una parada de colectivos.

La víctima solía ir a San Nicolás y Arrecifes para hacer autopsias en la morgue o pericias. También atendía un geriátrico en Junín. “Hoy viene la doctora”, celebraban los ancianos cuando era el día de visita y se quedaba toda la tarde.

En sus redes sociales subía las fotos de viajes al sur del país junto a su pareja y su mamá. También con su perro Nino. Hace un tiempo había adoptado a una perra, a la que llamó Nina, al rescatarla en la calle, ya que nadie se hizo cargo de ella tras sus posteos.

La causa judicial por el homicidio de Ana Carolina

El abogado Maximiliano Insaurralde, asesor de un importante empresa constructora de La Plata, fue imputado por “homicidio culposo agravado en concurso ideal con lesiones culposas agravadas, por la conducción imprudente de un automotor habiendo traspuesto la intersección con luz roja a su frente” por la Fiscalía 10 de Delitos Complejos, a cargo de Carlos Vercellone.

Para el juez de Garantías N° 6, Agustín Crispo, actuó con “un absoluto desprecio por la vida de los automovilistas”.

Según pudo saber Clarín, en las últimas horas lo trasladaron a la Unidad Penal 22 de Lisandro Olmos, del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), que es una cárcel hospital, ya que se recupera de lesiones en la cadera, por las que fue operado dos veces en el Hospital San Martín.

Además, ya designó como abogados defensores a Nicanor María Garganta (hijo del fiscal Alvaro Garganta) y Micaela Belén Vivas.

Por el lado de la familia de la víctima, los representantes letrados son Agustín Rodríguez, su hijo Lautaro y Aníbal Mathis.

Fuente: Por Esteban Mikkelsen Jensen (para Clarín)

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