Miradas al cielo
Todos los que tenían a mano un largavistas, catalejo o telescopio lo apuntaron al cielo, para intentar captar algún detalle de eso que colgaba, aparentemente sobre la ciudad. Y también en apariencia estaba inmóvil. Pero la verdad era que estaba a muchísima altura, de modo que su movimiento parecía muy lento.
Aquellos que lograron echarle un vistazo aseguraron que se trataba de un disco ovoidal, con una especie de antena en la parte superior y un apéndice que colgaba del centro hacia abajo.
El vuelo
En medio de la conmoción que recorría Buenos Aires y los alrededores, y que reventaba los teléfonos de las redacciones, a Alejandro Romay, el dueño de Canal 9 en ese momento, se le ocurrió rentar un avión para enviar un periodista y un camarógrafo a “cazar el ovni”.
Fue la primera y quizás la única vez en el mundo en la que un grupo periodístico tuvo la oportunidad de ver un objeto volador no identificado de cerca. En el Learjet estaban el comandante Carlos Miranda, su copiloto Ricardo Alcobe, el camarógrafo Carlos Martínez, su ayudante Raúl Baisetto y el periodista Ricardo Rivas.
Todo el diálogo quedó filmado y está subido a YouTube.
Ricardo Rivas: -¿De qué puede tratarse?
Copiloto: -Yo no tengo la menor idea.
Comandante Miranda: -Evidentemente para mí es un globo metálico.
Rivas: -¿Pueden llegar a equivocarse en observaciones como la que estamos realizando?
Miranda: -De ninguna manera. Eso es un globo con algo que pende debajo y nada más, no hay ninguna otra cosa extraña.
Rivas: -¿Puede ser algo metálico?
Miranda: -No podría hablar del material, pero evidentemente es una esfera con un gran brillo, como ustedes pudieron ver. La sobrevolamos a 45.000 pies y no se ve nada más que eso, que es lo que todos podemos ver.
Rivas: -¿Cuánto mas alto que nosotros puede estar?
Miranda: -Calculo que unos 15.000 pies más.
En primera persona
A cuatro décadas del suceso, DIB se comunicó con el copiloto de aquel vuelo, Pedro Ricardo Alcobe, que participó junto a Miranda en las misiones del Escuadrón Fénix durante la Guerra de Malvinas.
El aviador contó que la mañana del 17 de septiembre de 1985 “estaba aquí en mi domicilio, en Castelar, y no sé si fue mi señora, o viendo acá la TV, se hablaba del famoso objeto que no sé si era el globo o qué era. Ahí estaba tranquilo, pero me avisan que teníamos que ir a Aaeroparque para ir a buscar ese aparato, y ahí comenzó todo. Nos pusimos en camino con mi compañero Carlos Miranda”.
“Estando yo en Aeroparque ya sentado en el avión me comunico con mi señora y le digo ‘decime dónde ves el globo, así me guiás y vemos si lo podemos encontrar’. Miró por la ventana y me dijo ‘está para aquel lado así bla bla bla” Y le digo a Carlos ‘vamos, ya lo tenemos más o menos ubicado ‘. Ahí fuimos, pedimos la autorización correspondiente, despegamos y subimos siempre con la mirada fija para tratar de verlo”, continuó.
Cuando llegaron lo más cerca que pudieron, “este aparato se desplazaba hacia el oeste, lo cual se contradice con el fenómeno llamado viento térmico”. Alcobe explicó que “comúnmente hasta ciertos niveles las fuertes corrientes son oeste-este, por eso se tarda más ir a Mendoza que volver, por ejemplo”.
Y siguió recordando: “Yo lo asocié, y creo que se lo dije al cronista del canal, a una época en la que estaba con otro avión en Neuquén, y en ese lugar había un lugar de lanzamiento que habían hecho los estadounidenses para hacer la operación Eolo, con la que se largaban los globos meteorológicos grandes. Pero lo de este globo fue diferente. Fuimos hasta donde pudimos ir y tuvimos que pegar la vuelta porque no podíamos hacer nada. Llegamos hasta donde pudimos, lo circunscribimos un poco y volvimos a Aeroparque. Y después nadie habló más nada del famoso globo”.
Sobre el objeto, Alcobe señaló que “para mí no sé qué objeto sería. Que no tenía toda la apariencia de un globo propiamente dicho, seguro. Era plateado y tenía como algo que le pendía abajo. Tenía una estructura muy rara, parecía de aluminio y no lo era seguramente. No era la estructura exacta de un globo, así que no sé decirle qué era”.
Momento propicio: oleada, Halley y “V”
Todos seguían mirando el cielo y Nuevediario repetía una y otra vez las imágenes registradas desde el avión. Mientras tanto la Fuerza Aérea envió un Mirage en persecución del objeto, pero no lo alcanzó, en un hecho que por algún motivo fue desmentido ese día, pero confirmado más tarde. Aunque también se habló de dos, tres y hasta doce aviones, pero solo fue uno.
La conmoción popular ocurría en un contexto muy propicio, ya que desde principios de año se vivía lo que en ovnilogía se denomina oleada. Es decir, una cantidad de avistajes de ovnis superior a lo que marcan las estadísticas. La de 1985 no fue tan fuerte como la de 1968 o la de 1978, pero dejó muchos casos notables, como el ovni ovoidal contemplado en la zona de las Cataratas del Iguazú en agosto. En el mismo mes se reportó la caída de un meteorito entre Tucumán y Salta, y por todas partes se hablaba también del próximo acercamiento a la Tierra del cometa Halley.
El cielo era protagonista.
Lo más sorprendente era la coincidencia del objeto del 17 de septiembre con el furor por la serie del momento: “V – Invasión Extraterrestre”. El programa de TV en el que alienígenas presuntamente bondadosos vienen en realidad a conquistar a los terrestres había sido estrenado, en su forma de miniserie, el 14 de agosto. Sus primeros cinco episodios de dos horas habían terminado el miércoles 11 de septiembre de 1985 y el 18 empezaban los capítulos unitarios de una hora.
De Buenos Aires a Junín
Cuando el vuelo de Canal 9 alcanzó a estar debajo del objeto se hallaban a 45.000 pies, unos 13.700 metros de altura, sobre la ciudad bonaerense de Junín. El presunto globo se había desplazado lentamente desde los alrededores de Buenos Aires hacia el interior, y reportes de su visualización llegaron desde Huinca Renancó, en Córdoba; Trenque Lauquen, en Buenos Aires; y Venado Tuerto, en Santa Fe.
En su paso por Junín, el profesor Oscar Demattei -asesor científico de la organización Onife– observó “la presencia de un objeto que comenzó a ser visto alrededor de las 11 horas de ese día, en el sector de la laguna EI Carpincho, es decir al este de la ciudad”.
Demattei agregó: “A simple vista se observaba un objeto de apariencia metálica con brillo en la parte superior. Pero con la ayuda de catalejos, las características eran las siguientes: objeto esferoide color gris metalizado, con una base achatada de color blanco liláceo totalmente opaco, en el que se destacaba en la parte superior izquierda una protuberancia a manera de antena que giraba sobre su propio eje con un tiempo de giro de aproximadamente 15 segundos”.
Este texto, publicado en la revista de Fabio Zerpa, Cuarta Dimensión, en el número 138 de marzo de 1986, fue uno de los principales documentos en favor de la hipótesis ovni del objeto. O, como no se cansó de repetir Zerpa en las páginas de su publicación, un VED. Es decir, un vehículo extraterrestre dirigido.
El profesor añadió que “de esa especie de antena partía un brillo permanente que no era regular, ya que en una de las fases del movimiento giratorio se tornaba incandescente, para luego disminuir su brillo en un 70%, para después volver a mostrar toda su brillantez”.
“Pero lo más importante -destacó el profesor Oscar Demattei- ocurre alrededor de las 12.45, cuando mucha gente se encontraba mirando el cielo de Junín, un objeto más pequeño se desprendió del principal y comenzó velozmente a cruzar el espacio aéreo para, en pocos minutos, desaparecer en dirección oeste”.
Cerró: “El fenómeno fue observado en Junín hasta pasadas las 18.30 horas en que se perdió también en dirección oeste”.
La palabra de los ufólogos
Al día siguiente todo era estupor. Aunque oficialmente se había dicho que lo visto era un globo meteorológico, quedaba por ver de qué tipo, y por qué nunca se había contemplado algo así antes. Pero además había quienes dudaban de la hipótesis del globo.
El principal defensor de la hipótesis ovni fue en ese momento, como se ha visto, el ufólogo más famoso del país, Fabio Zerpa. En el prólogo a la nota especial aparecida en el número antes citado, destacó con certeza que “el martes 17 de setiembre de 1985 pasará a la Historia de la OVNILOGÍA. Los hechos producidos, la investigación realizada, el impacto en la conciencia del ser humano común, el impacto sociológico en una nueva y ‘vieja’ Argentina, la persecución de tres aviones al ‘algo’ que se estaba observando, y el excepcional revuelo periodístico que desató todo ello, quedarán en el “archivo akásico” personal, individual y general del mundo de los ovnis”.
Otro experto en el tema que emitió su opinión, aunque justo es decir que mucho después, fue Pedro Romaniuk. En 1989 le expresó por escrito al periodista Daniel Riera: “Efectuando una precisa triangulación con nuestros telescopios, pudimos determinar las dimensiones casi exactas del ‘objeto’: 2.500 metros de diámetro y un tubo -en su parte inferior- de unos 800 metros de longitud”. Romaniuk añadió: “Hoy nuestras conclusiones sobre el ‘fenómeno’ son: 1) Fue, sin duda, una colosal nave extraterrestre. 2) No tuvo como meta despertar la curiosidad de los habitantes de la tierra o hacerles creer en algún ‘milagro’. 3) El objetivo de esta presencia fue dar una señal a la humanidad, dada la caótica y descontrolada situación que vive el mundo”.
Por su parte el contactado Francisco Checchi, que creó el Grupo Alfa con el que estuvo muy activo en Capilla del Monte, citó en su libro “Ovnis – Encuentros programados” una cronología de hechos que no están en otra parte y que le agregan sabor a la hipótesis ovni.
En la página 37 del volumen se lee que las 0 horas del 17 se vio “una gran Luna” desde Morón, al oeste del Gran Buenos Aires. Dos horas después, “una señora que acompañaba el nacimiento de su nietita sale del hospital en que se encontraba, en Don Torcuato, y observa una gigantesca Luna con lucecitas de colores en sus bordes”. Mientras que a las 4, desde La Plata, “se observa el objeto desplazándose hacia el noroeste” y éste “comienza a ser detectado por los radares de la Fuerza Aérea”.
En tanto, a las 5.05 horas “se ve en Punta Lara el mismo u otro objeto similar, pero esta vez desplazándose hacia el este, por lo cual, posiblemente, durante la madrugada había dos objetos sobrevolando la zona”. Luego, en el libro de Checchi se menciona que a las 11.45 horas “tres testigos desde el centro de José C. Paz observan cómo desde el interior de esta gran nave, salen otras tres más pequeñas que son observadas también en Olivos, La Plata y Don Torcuato”.
Controversia Pacheco – Burgos
La gran polémica entre los defensores de la hipótesis del globo sonda y los del ovni llegaría años después. Sus principales referentes hoy en día son, por el lado del globo, Luis Eduardo Pacheco, experto en el tema, y que lleva adelante un completísimo sitio web llamado StratoCat; por el lado del objeto volador no identificado, Luis Burgos, fundador y presidente de la Fundación Argentina de Ovnilogía (FAO).
Burgos consiguió en el verano de 1986 la foto más definida del objeto del 17, tomada desde el Observatorio Astronómico de La Plata con el telescopio Gran Ecuatorial Gauthier por el fotógrafo Guillermo Sierra. Según cuenta el ovnílogo había ido a entrevistar en Magdalena al testigo de un caso ovni. Éste le mostró que Sierra le había regalado una copia de la imagen, y Burgos le pidió a su fotógrafo que registrara una “foto de la foto”. Así se divulgó lo que se dio en llamar “la mejor foto de la historia de un ovni”.
Mucho después el Observatorio publicó un artículo sobre el tema donde se incluyeron versiones más claras del objeto, y en l,as que se aprecia en detalle su estructura
Esas imágenes, sobre todo, son las que le dan pie a Pacheco para afirmar, luego de una larga investigación contada in extenso en su sitio web, que lo que se había visto desde nuestro país era un globo MIR (Montgolfier Infra Rouge) del CNES (Centre National d’Etudes Spatiales) de Francia.
Esos globos tienen forma esférica y, según la explicación de Pacheco, la parte superior es de un material metalizado, que refleja su entorno, y un sector inferior semitransparente que deja pasar los rayos infrarrojos rebotados en la superficie terrestre. De ese modo, la parte de arriba parecía “fundirse” visualmente con el cielo azul, excepto un sector donde daba el Sol de forma más directa, mientras que el sector inferior translúcido era más visible y creaba la “ilusión” del plato volador clásico.
Este globo habría salido de Pretoria, en Sudáfrica, en julio; habría pasado por Chile y llegado a Buenos Aires traído por los vientos, pero en ese momento el sentido de las corrientes dominantes en la alta atmósfera cambió y el globo volvió más o menos sobre sus pasos al oeste, donde desapareció.
Todo parecía indicar que aquí se había dilucidado de manera definitiva el asunto.
Pero Luis Burgos escribió, a su vez, un largo artículo donde le responde a Pacheco. Dice, por ejemplo, que los MIR tenían una duración máxima estimada en el aire de entre 18 y 20 días, y el último lanzamiento del CNES había sido a fines de julio, lo que hacía difícil que ese globo hubiera podido ser visto a mediados de septiembre.
Después Burgos mencionó otros detalles, como el recorrido del globo: “Se trasladó de oeste a este por el océano Índico, cruzó el continente australiano, se internó en el Pacífico y luego de recorrer casi 23.000 kilómetros, si, leyó bien, casi 23.000 kilómetros, llegó exhausto a Punta Arenas el martes 13 de agosto, liberó su carga, chau vida útil y después su autodestrucción”. Pero ese globo sería el que se desplazó primero hacia el norte, hasta Buenos Aires, y luego al oeste. Aunque el ufólogo termina hablando de que hubo más de un objeto y que se movían en distintas direcciones.
Burgos expresó: “Por tanto, no tengo la certeza (como muchos) que aquello fuera una aeronave extraterrestre, pero sí tengo la certeza que ‘no eran globos científicos comunes’. No estaban IDENTIFICADOS con los centenares de globos lanzados en el planeta, ni tampoco se movían arrastrados simplemente por los vientos”.
Y cerró diciendo que se trataba, a su juicio, de otra clase de aparatos que, en virtud de su desplazamiento, eran teledirigidos.
A modo de conclusión
¿Qué fue lo que se vio ese martes 17 de septiembre de 1985 sobre gran parte de la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe? Quizás nunca sea posible saberlo con certeza, ya que los argumentos de ambos lados, del globo y del ovni, son muy atendibles.
Lo que sí es innegable, es que por primera vez en mucho tiempo millones de personas se unieron para mirar el cielo y contemplar con asombro un objeto anómalo. Muchos, con una sensación combinada de maravilla e incertidumbre, deben haber pensado que por fin había “llegado el momento” de encontrarse con inteligencias no humanas.
El 17 de septiembre de 1985, en resumen, fue el día en el que todos miramos el cielo.
Fuente: Con información de DIB