
En una entrevista con Pase lo que pase por Radio Provincia, Messing señaló que la vulnerabilidad adolescente puede expresarse de muchas maneras y recordó ejemplos recientes que reflejan la capacidad de violencia que puede surgir incluso en contextos familiares aparentemente normales.
Según su investigación, existe un “cambio psicoestructural” que hace que los niños, desde edades muy tempranas, imiten a sus padres como si se miraran en un espejo. Esta paridad los coloca en un nivel de igualdad con el adulto, lo que dificulta que reconozcan la autoridad o el rol protector de sus progenitores.
“En estos casos, la palabra de los padres pierde peso y el niño termina confiando más en su propio criterio desde pequeño. Eso trae múltiples consecuencias”, explicó la especialista. Relacionado con un caso reciente en Mendoza, agregó que muchos adolescentes tienen problemas para jerarquizar y medir estímulos externos, ya que, al no percibir límites claros, “todo vale”.
Messing subrayó que, en este marco, gestos cotidianos como la indiferencia de un docente pueden ser interpretados como ofensas graves y desencadenar reacciones violentas.
Frente a este panorama, insistió en que los padres deben modificar sus formas de comunicación para recuperar autoridad: “Con los chicos simétricos no sirven los castigos ni los métodos autoritarios. Hay que incluirlos, generar conexión emocional. Son muy sensibles a un adulto que los invita a colaborar o los hace sentir parte”.
Fuente: Con información de Infogei