
Una historia de deuda y olvido
Fundada en 1967, la Escuela de Educación Especial N°503 nunca tuvo edificio propio. Desde 1969 funciona en espacios prestados o alquilados, sostenida por la solidaridad de otras instituciones. Durante años, madres, padres y docentes denunciaron que esta carencia afectaba directamente el derecho a la educación de niños, niñas y jóvenes con discapacidad.
La situación se agravó con el tiempo: no sólo faltaba infraestructura adecuada, sino también transporte para los alumnos, un reclamo que en su momento llevó a movilizaciones frente a las autoridades. En San Nicolás, durante 2024, mientras la educación especial celebraba en la Provincia su 75° aniversario, la 503 aparecía como un símbolo de promesas incumplidas y derechos vulnerados.
El quiebre: de la indiferencia al compromiso
La voz de las familias fue la que forzó un cambio. Débora Carrizo, madre de la comunidad educativa, relató que hace dos meses decidieron llevar el reclamo a un plenario provincial. “Fuimos con todas las cartas y la documentación”, recordó, y luego destacó: “Nos dijeron que no sabían nada de nuestra situación”. Ese encuentro marcó un quiebre: el director general de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, y su equipo comenzaron a tomar contacto directo con la escuela, manteniendo diversas reuniones en la ciudad.
Allí también participaron consejeros escolares de Unión por la Patria, quienes inicialmente propusieron un terreno con cocina centralizada. La alternativa fue descartada, lo mismo que opciones de alquiler o refacción del viejo edificio, por el alto costo. Finalmente, la decisión fue avanzar en la construcción de una sede completamente nueva en el predio ubicado en Av. Dámaso Valdez, esquina Islas Malvinas.
“Hace dos semanas se hizo un compromiso formal de construcción. Armaron el plano con el proyecto que les presentamos, con las aulas y los espacios que necesitan nuestros niños. Estamos conformes, pero no dejamos de luchar para que ese cumplimiento se realice”, explicó Carrizo.
Una comunidad que no baja los brazos
El camino, sin embargo, sigue siendo cuesta arriba. Las familias organizan rifas, venden prepizzas y hasta tuvieron que pedir préstamos para costear los viajes a La Plata y sostener las gestiones. “Todo lo hacemos nosotros, porque sabemos que si no seguimos presentes, esto puede volver a quedar en la nada”, reconocen.
La comunidad escolar también se mantiene unida en la vida cotidiana. Mientras esperan que la obra se concrete, impulsan actividades solidarias: actualmente llevan adelante una campaña para festejar el Día del Niño, pidiendo donaciones de juguetes y colaboraciones para celebrar junto a toda la institución.
El compromiso político está firmado, pero la historia de la Escuela Especial N°503 demuestra que las promesas necesitan de una comunidad movilizada para transformarse en realidad. Esa lucha, más allá de la esperanza, todavía no termina.