
Facundo Andino es licenciado en diseño gráfico y estudiante de artes visuales. Actualmente incursiona en la edición de imagen y video, y se distingue por su habilidad para reproducir dibujos en distintos estilos y tamaños. Convive con un diagnóstico leve del espectro autista (TEA), que nunca interrumpió su relación con el arte ni con la comunidad.
¿Por qué el dibujo?
“Dibujo desde muy pequeño, pero en la secundaria alguien me motivó con un personaje que hice en el pizarrón a seguir haciéndolo. También existía una historieta sobre un famoso juego de cartas en donde al final de cada ejemplar aparecían dibujos que mandaba la gente tratando de imitar o mejorar esas cartas, que luego podían convertirse en oficiales. Eso también me inspiró: primero comencé copiando las cartas que ya existían y luego salí de ese espacio ya hecho para empezar a volar con la imaginación”.
El espacio que otorga el arte: “En el arte encontré la oportunidad de expresar mis ideas. Siempre existe alguna inspiración, dejando de lado un poco quizás la originalidad, porque tomo algo de todo el material que consumo. Junto esas partes y armo mi propia versión de las cosas. A veces creo un personaje totalmente distinto al que me inspiró y otras trato de mejorar la versión que ya existe. Tengo claro que la originalidad surge sobre todo en los títulos con los cuales nombro a los personajes o a las obras; incluso utilizo otros idiomas para darles nombre, como el latín”.
El aprendizaje del dibujo: “Mis grandes lecciones sobre este arte me las dieron las historietas, las series y las películas. Conozco muchas historias y por eso realicé infinidad de personajes. Mi deseo es algún día poder confeccionar algo que reúna a cada uno de ellos y enseñarle al mundo la forma en la cual aprendí todo esto”.
Las preferencias en el dibujo: “Me gusta mucho la fantasía y la ciencia ficción. También puedo trabajar con personajes humanos a pequeña escala, pero es un género que debo mejorar. Dentro de lo fantástico me fascinan los dragones, y en ellos se basa gran parte de mi obra. Los pienso de una forma particular, en la que un dibujo puede formar parte de otro”.
La fascinación por los dragones: “El gusto por los grandes seres surge desde chico. Historias, cuentos y leyendas marcaron esa fascinación. Lo fundamental fue descubrir que los dragones en cada relato se presentaban de forma diferente: en algunos eran villanos, en otros compañeros del protagonista o simplemente guardianes o medios de transporte. Siempre había una manera distinta de retratarlos, y eso me resultó totalmente cautivador”.
El proceso creativo: “Inicié copiando personajes de un juego de cartas y en ese entonces lo primero que pensaba eran los accesorios, armas u objetos que tenía el personaje, o también el nombre que debía llevar. Así generalmente comienza el proceso creativo: hago varias versiones de la imagen que me inspira y elijo la que menos se parece a la original, porque ahí encuentro más mi personalidad”.
La nueva faceta: la exposición: “No es la primera vez que expongo mis obras, ya que en la facultad lo hice varias veces. Pero sí es la primera vez que lo hago en un espacio de arte de forma personal. Me tomó por sorpresa: fue muy emocionante ver que había personas que sentían curiosidad por mi trabajo, y también descubrir que les gustaban más los cuadros que yo pensaba que no eran tan interesantes”.
La importancia de la familia: “Ellos estuvieron siempre: mi mamá, mi papá y mi hermana me apoyan a seguir constantemente. Gracias a ellos conseguí todo lo que tengo. Siempre me respaldaron en todos mis pasatiempos, en actividades deportivas y en clases de arte fuera de la escuela, hasta que finalmente me dediqué al dibujo”.
La comunicación en su vida: “De chico fue muy difícil. Era una persona callada, pasaba mucho tiempo frente al televisor y adopté la forma de hablar de lo que veía. Todos pensaban que no era de esta ciudad, y todavía lo siguen pensando. Al principio me molestaban ciertas actitudes que tenían conmigo por eso, pero después lo tomé con naturalidad y entendí que también forma parte de quien soy. Nunca lo sufrí de forma literal, simplemente a veces me incomodaban ciertas cosas”.
El viaje interno que implica conocerse tiene su costado fantástico y abre miles de posibilidades. En esta ocasión, Facundo eligió escuchar esos deseos que aparecieron en su infancia y dejar volar la imaginación hacia mundos infinitos, en los que tal vez encuentre su mejor versión. Su arte se nutre de libertad y contención, y esa combinación hace que cada una de sus obras sea un reflejo tan único como valioso.