
Este 6 de agosto el rector Franco Bartolacci cumple el primer aniversario de su segundo mandato al frente de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Un año donde a la comunidad universitaria rosarina le tocó atravesar una feroz crisis presupuestaria, con meses de congelamiento de fondos, salarios de sus trabajadores por debajo de la línea de pobreza y el parate de cinco obras que se había comprometido a financiar el gobierno nacional. Los fondos nacionales para las casas de altos estudios cayeron 33% en el primer semestre respecto del año pasado.
Pero pese a este marco, Bartolacci destacó que la universidad rosarina pudo avanzar en varios de los objetivos que se había planteado, como la consolidación de las escuelas preuniversitarias, el lanzamiento de nuevas carreras de grado y el plan Regresar para estudiantes avanzados que habían dejado a poco de terminar.
“Hemos tenido mucha ductilidad para adaptarnos a las vicisitudes del contexto, pero al mismo tiempo no perdimos el rumbo fijado inicialmente y nunca dejamos de tener en el horizonte la agenda que nos habíamos planteado”, aseguró Bartolacci a La Capital.
En un mano a mano con este diario, el rector también habló de las denuncias por adoctrinamiento, del debate sobre el rol de las ciencias sociales y de la necesidad de una segunda Reforma Universitaria que implique “una revolución de carácter pedagógico, académico y curricular”.
—De la agenda que tenías para esta segunda etapa de gestión, ¿cuánto pudiste avanzar?
—Creo que más lo destacable, no como logro solo de la gestión sino de una comunidad, es que hemos tenido mucha ductilidad para adaptarnos a las vicisitudes del contexto, pero al mismo tiempo no perdimos el rumbo fijado inicialmente. Nunca dejamos de tener en el horizonte la agenda que nos habíamos planteado. A pesar de la complejidad de los años que nos tocaron, si lo pones en perspectiva la universidad atravesó uno de los procesos de expansión más importantes de su historia, cuando cualquier institución, en contextos difíciles, tiende a retraerse.
—¿Cuáles son algunas de esas líneas de trabajo?
—La expansión académica es inédita. La universidad tiene tres grandes escuelas que son preexistentes a la constitución de la UNR (Politécnico, Superior de Comerio y la Agrotécnica de Casilda), y en estos cinco años pusimos en marcha cuatro más: ciencias sociales, General Lagos, Puerto San Martín y El Trébol, además de la secundaria virtual. Y lo mismo pasó en las carreras de grado y pregrado, hoy hay más de 10 mil estudiantes cursando carreras que antes no estaban contenidas dentro de la propuesta tradicional de la universidad, como diseño gráfico, industrial, inteligencia artificial, seguridad pública, corretaje inmobiliario, turismo o gestión cultural, entre otras. Si vos contemplás todos los trayectos de grado, pregrado y posgrado en cinco años creamos más de 175 carreras. Y pusimos en marcha la Escuela de Oficios. Expandimos y diversificamos como pocas veces antes la propuesta de formación de la universidad y para eso no recibimos un solo recurso adicional. Todo lo hicimos planificando, administrando bien, optimizando recursos y redireccionando partidas para poder cumplir con esos objetivos. Y en materia infraestructura también atravesamos condiciones muy delicadas, y aun así empezamos un proceso recuperación del patrimonio de la universidad, como la fachada de Humanidades o la recuperación integral del edificio de Derecho. Sí están paralizadas las obras que tenían financiamiento nacional.
—¿Cómo cuáles?
—El anexo de la Facultad de Odontología, que estamos gestionando que pueda culminarse porque le queda menos de 15% de ejecución. Pero también está el edificio nuevo para Veterinarias y el aulario del área Salud, que se está construyendo por sobre el comedor universitario. Y había dos obras que estaban con fecha de licitación que también están paradas: un aulario en el centro y la ampliación del edificio de Ingeniería en La Siberia.
—Esta situación la atraviesan todas las universidades. Cuando desde el CIN plantean esto al gobierno, ¿qué respuestas obtienen?
—No hay ninguna respuesta ni certeza respecto al futuro y la continuidad de esas obras. Hubo en algún momento alguna mención respecto a la posibilidad de que las que están con poco para ejecutar puedan terminarse, pero todavía no hemos tenido una confirmación. Nosotros ya estamos en un punto donde necesitamos una respuesta. En el caso de que no fuera favorable, al menos para prever en el marco de nuestra planificación, qué es lo que hacemos con esas intervenciones. Por ejemplo, tengo la idea de avanzar con fondos propios de la universidad en el aulario del área de Salud. Y que podamos terminar el anexo de Odontología dentro de la previsión nacional, pero no hay respuesta ni interlocución dentro del área de infraestructura.
Salarios en baja
El 23 de abril de 2024 quedó marcado como un parteaguas, cuando una marea de docentes, no docentes, graduados y estudiantes universitarios coparon las calles para exigir un incremento presupuestario. Los rectores hablaban de una crisis severa y que peligraba el inicio de clases del segundo cuatrimestre. Al poco tiempo, el gobierno acordó con las universidades un aumento del 270% para gastos de funcionamiento, es decir, todo aquello por fuera de lo salarial.
Esta semana se conoció que las transferencias de fondos a las universidades nacionales cayeron un 32,8% entre enero y junio en comparación con el mismo periodo en 2023. Mientras tanto, docentes y no docentes reclaman que se discuta en paritarias los aumentos, ya que el gobierno decidió desconocer esa herramienta y dar aumentos discrecionales de forma unilateral.
—Hace poco fue noticia el ajuste de partidas en gastos de funcionamiento. Sin embargo sigue postergado el tema de los salarios de los docentes y no docentes en la paritaria nacional. ¿Cuánto destina la UNR a salarios de todo su presupuesto?
—En todo el sistema nacional, y en el nuestra universidad también, la incidencia de la partida salarial está por encima del 95 por ciento de su presupuesto, cuando el ideal sería 85 en salario y 15 para funcionamiento. Íbamos en esa dirección, pero en los últimos años se distorsionó mucho esa relación por la situación de inflacionaria, donde hubo incrementos salariales sistemáticos, pero no se modificó sustancialmente la partida de gastos de funcionamiento. Hoy la situación que atraviesan los docentes y no docentes es muy delicada, más de la mitad de los trabajadores del sistema universitario público percibe salarios por debajo la línea de pobreza. Hace falta una recomposición urgente, acordada en el ámbito paritario nacional. Lo que está sucediendo es que hay incrementos unilaterales del gobierno nacional, pero no hay un espacio donde consensuar una estrategia frente a esa situación. Y con el mismo énfasis que dijimos que no hay universidad pública sin condiciones mínimas para garantizar el funcionamiento básico, decimos que no hay universidad pública sin salarios dignos para docentes y no docentes. El mismo empeño que los rectores y rectoras pusimos para encontrar una solución al problema del gasto de funcionamiento lo estamos poniendo para encontrar una solución al problema que atravesando los trabajadores de educación.
—Una de las políticas de la nueva etapa fue el plan Regresar. ¿Qué evaluación hacen?
—Es un desafío que tiene el sistema universitario en su conjunto el de poder elevar los índices de graduación. En ese diagnóstico aparecía que había mucha gente que, por distintas razones, en el tramo final de su carrera había dejado de cursar o no había terminado la tesina. Había experiencias interesantes en Agrarias y en Derecho, y se nos ocurrió pensar un dispositivo para la universidad. Y la verdad que los resultados son fantásticos. Primero por la cantidad de gente que se inscribió, más de 1.500 estudiantes, y de esos ya tenemos más de 30 graduados y graduadas. Es muy difícil tomar la decisión, para quien dejó, volver a la universidad para poder terminar la carrera. Eso requiere el ejercicio de habituarse nuevamente a dinámicas de estudio y trabajos, por eso a cada estudiante se le asigna una tutoría.
—En los últimos tiempos desde el gobierno se instalan temas como el arancel para estudiantes extranjeros o el adoctrinamiento. ¿Cuál es tu mirada?
—Todos los temas que se han buscado instalar, como también el planteo respecto a las auditorías, buscan desprestigiar lo que sucede en el ámbito universitario para justificar el financiamiento y la pérdida de jerarquía de la cuestión educativa en la agenda pública. A mi juicio el más grave es el adoctrinamiento.
—¿Por qué?
—Porque detrás de ese eufemismo lo que se busca la censura. Es grave porque hecha por tierra con el valor más sagrado que tiene universidad pública que es la libertad de cátedra. Y es al revés, porque la particularidad del sistema argentino nace precisamente del cuestionamiento al adoctrinamiento. No solo que es falsa la acusación, sino que pone en discusión uno de los valores más sagrados que tienen el sistema universitario argentino. Me preocuparía el día que un docente no pueda compartir en un aula respetuosamente su opinión sobre el tema que fuera. Las clases más ricas que he tenido como estudiante es con docentes con los que puede discutir, coincidiendo muchas veces en nada, lo que estaba planteando. Eso hizo también a mi información. Ahora, no tengo ninguna duda que todas estas discusiones se instalan con la idea de ir sumando eslabones que contribuyan al desprestigio del sistema, de manera tal de que eso permita fundamentar por qué no se le otorga la educación superior el rol que debe tener en una sociedad como la nuestra, o por qué no se le asignan los recursos que estamos reclamando.
—Quienes presentaron estas denuncias de adoctrinamiento en la UNR, ¿se reunieron con vos?
—No, ni pidieron reunión conmigo. Ni ellos ni el secretario de Educación que los recibió para una foto. Por eso digo que si hubiera una preocupación genuina, además que son denuncias anónimas, en ningún momento hubo intención de acercar formalmente ese planteo.
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El pasado viernes 12 de julio, nos reunimos en Buenos Aires con el Secretario de Educación de la Nación, Carlos Torrendell, para discutir las preocupaciones de estudiantes universitarios sobre acoso y hostigamiento por pensar distinto, como parte de nuestra campaña “Basta de… pic.twitter.com/A4T6aW2SbK
— Sabrina Prence (@Sabrinaprence) July 15, 2024
—¿Cuáles son los proyectos que tenés para estos tres años que quedan?
—Creo que cuando las condiciones son favorables hay que desarrollarse más rápidamente y cuando no lo son tanto, hay que imaginar que creativamente caminos alternativos para cumplir con los mismos objetivos. Dentro de esa de esa consideración general, los objetivos son los que planteamos cuando asumimos el 6 de agosto del año pasado. Una de ellas es consolidar el proceso de expansión académica, no vamos a dejar de pensar nuevas carreras, porque está claro que hay un conjunto de expectativas en los jóvenes que no están contenidas en la propuesta tradicional de la universidad y que son necesarias. En carpeta está la puesta en marcha de una licenciatura en ciencia de datos, educación física, kinesiología y nutrición. El segundo eje es infraestructura, porque necesitamos 15 o 20 años de inversión sostenida. Y el tercer eje es la presencia y la expansión en la agenda de Rosario y de Santa Fe. Estamos en un momento del país que impone una épica por la inclusión, la convivencia y el desarrollo, que interpela especialmente a las universidades públicas. Y la manera de estar a la altura de ese desafío es provocando una transformación interna muy profunda que denomino una segunda Reforma Universitaria, con un eje muy fuerte en una revolución de carácter pedagógico, académico y curricular. Creo que ante cada tema de la agenda pública la universidad tiene que hacer un aporte. Y tiene con qué.
—Difícil desafío en un tiempo donde el debate público luce por momentos bastante berreta y con una lógica tuitera.
—Bueno, pero con más razón. En todo caso la responsabilidad de la universidad de incidir es doble en ese escenario. Está claro que el debate es hostil y muy deteriorado, y la dinámica de la comunicación y de las redes sociales no contribuye a un debate más informado, responsable y respetuoso. Pero precisamente por todo eso la universidad debe involucrarse. Además porque somos consecuencia del esfuerzo que hace la sociedad para sostenernos, que tuvo para con el sistema universitario un gesto conmovedor el 23 de abril. Eso hay que leerlo en su justa medida, porque el mensaje no fue solamente para las autoridades nacionales, sino hacia quienes tenemos la responsabilidad de conducir la universidad.
—Mientras te escuchaba pensaba que cada vez que se anuncian recortes se pone en discusión el rol de las ciencias sociales.
—Sí, pero lo interesante es que si tomás cualquier estudio de opinión, las ocho preocupaciones más importantes de la Argentina se explican desde las ciencias sociales: pobreza, desocupación, violencia, seguridad, educación, trabajo. Todos los temas que son preocupación de la sociedad argentina se abordan desde las ciencias sociales. Me parece forma parte de una intencionalidad de gente que no cree en el sistema universitario público, además de tener una lectura vieja de lo que se hace.
Fuente: Por Matías Loja (para La Capital)