La relación de Ernesto con el tenis comenzó en su juventud en el Club Belgrano, influenciado por su padre. “Recuerdo especialmente a Daniel Cejas, que fue uno de los primeros que me dio clases y me motivó mucho a seguir”, recuerda Onchalo, quien además admiraba profundamente a Guillermo Vilas.
A lo largo de su trayectoria, vivió momentos inolvidables, como una final ganada en Rosario o la emoción de vestir la camiseta de San Nicolás. “Cada vez que juego representando a la ciudad siento un orgullo enorme”, afirma.
Mantenerse competitivo a su edad no es fácil. “El cuerpo va cambiando, ya no se recupera igual que antes, y hay que ser muy disciplinado con el entrenamiento y la alimentación”, sostiene. Por eso, entrena casi todos los días, combinando trabajo físico en gimnasio y sesiones de peloteo para evitar lesiones y mantenerse en forma.
Clasificar al Mundial fue un camino exigente. Ernesto debió participar en varios torneos y realizar numerosos viajes para sumar puntos suficientes. “Fue una alegría enorme. Sentí que todo el esfuerzo había valido la pena”, expresa con emoción.
La preparación para el Mundial fue seria y comprometida, tanto en lo físico como en lo mental. Trabaja con un profesor especializado y enfoca su mente en lo positivo. “Visualizo el torneo, pienso que voy a dar lo mejor”, explica.
El tenis ocupa un lugar central en su vida. Es su pasión, su cable a tierra, y un espacio de encuentro con amigos. “Es una pasión que me acompaña desde chico y que hoy me sigue motivando igual que siempre”, resume.
El nivel del Mundial ITF es altísimo, con jugadores que incluso fueron profesionales o destacados en sus países. “El desafío es muy grande”, reconoce, pero lo motiva competir en ese nivel. El torneo por equipos finaliza hoy, mientras que el Mundial individual se disputará del 21 al 24 de mayo.
La designación oficial de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) es requisito para representar al país en esta competencia. La AAT eleva los nombres de los cuatro seleccionados por categoría ante la Federación Internacional de Tenis (ITF), entidad que regula la actividad mundial, incluyendo ATP, WTA y Masters Seniors.
Este logro, sin embargo, se da con escaso respaldo económico. La organización sólo cubre la inscripción al torneo (US$ 150) y entrega indumentaria básica: dos remeras, dos pantalones y un equipo de buzo. El resto —pasajes, alojamiento y gastos— corre por cuenta del jugador.
Pese a las dificultades, sus expectativas están claras: “Jugar bien, sentirme competitivo, y si se puede, ganar partidos, mejor. Ya estar ahí es un premio en sí mismo”. Su principal deseo: “Representar bien a Argentina y a San Nicolás”.
A quienes ven la edad como un límite, les responde sin dudar: “La edad es un número”. Reconoce que hay cambios físicos, pero afirma que con voluntad y esfuerzo se pueden lograr cosas grandes, tal como lo demuestra la actividad de muchas personas mayores que siguen compitiendo.
Si tiene que elegir su mayor fortaleza, señala: “Creo que es la cabeza. No me rindo fácil, lucho cada punto, trato de estar concentrado todo el partido”. Además, confiesa tener varias cábalas: “Desde cómo entro a la cancha hasta el gorro que uso para competir. Hay otras que no puedo contar”, dice entre risas.
A nivel humano, el tenis le dejó enseñanzas profundas: “Me enseñó a manejar la frustración, a ser paciente, a superar momentos difíciles. Es mucho más que un deporte para mí. Me ayudó a crecer como persona”.
Hoy, Ernesto Onchalo disfruta de una experiencia única, compitiendo en Estados Unidos, con la convicción de que nunca es tarde para cumplir un sueño con garra nicoleña.
