
En las últimas semanas comenzó a circular información sobre la gripe influenza A H3N2, un virus estacional que volvió a ganar visibilidad a partir de su impacto en el hemisferio Norte. Si bien el escenario más exigido se registra fuera de la región, en América las autoridades sanitarias pusieron el foco en la prevención y la vigilancia, con el objetivo de anticiparse y reducir riesgos.
En ese marco, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomendó reforzar la vigilancia epidemiológica y las campañas de vacunación. Según los reportes disponibles, no hay una circulación sostenida ni un impacto comparable, aunque se detectaron casos aislados en algunos países, en el contexto de los sistemas de vigilancia sanitaria.
Para llevar tranquilidad y ordenar la información, la médica Natalia Fernández Viña explicó que lo que se identifica es la influenza A H3N2 en una variante denominada K. Esto implica que no se trata de una gripe nueva, sino de una variación dentro del mismo virus de la gripe que circula todos los años.
De acuerdo con la especialista, estos cambios no vuelven al virus más agresivo ni más grave, pero pueden facilitar su transmisión cuando existe menor inmunidad previa en la población. En ese contexto, es posible que aumenten los contagios, sin que eso signifique un cambio en la severidad de la enfermedad.
En cuanto a los síntomas, Fernández Viña señaló que son los habituales de la gripe estacional. Los cuadros se presentan con fiebre alta de inicio brusco, dolor muscular y corporal, dolor de cabeza, cansancio marcado, tos seca, dolor de garganta y congestión nasal. No se describen manifestaciones nuevas ni distintas a las conocidas.
El aumento de consultas médicas y de internaciones que se observa en algunos contextos no responde a una mayor gravedad del virus, sino a la cantidad de personas enfermas en un período corto de tiempo. Cuando los contagios se concentran, se incrementa la demanda en las guardias y las internaciones habituales, sobre todo en personas con factores de riesgo, sin que se haya registrado un aumento en la severidad clínica de los cuadros.
Consultada sobre la vacunación, la médica fue clara: la vacuna antigripal sirve y continúa siendo una herramienta importante de prevención.
Desde el punto de vista sanitario, si bien la vacuna actual no está formulada específicamente para esta variante, la evidencia disponible indica que sigue aportando protección, en especial para reducir complicaciones y cuadros graves, sobre todo en personas vulnerables.
En ese sentido, se recomienda que quienes tengan previsto viajar a regiones con mayor circulación del virus se apliquen la vacuna antigripal entre 7 y 10 días antes del viaje, para permitir una adecuada respuesta inmunológica.
Además, se insiste en priorizar la vacunación en embarazadas, niños y niñas menores de 5 años, adultos mayores, personas con enfermedades crónicas y personal de salud, y en sostener medidas habituales de cuidado como el lavado frecuente de manos, el uso de barbijo si hay síntomas respiratorios y la consulta médica oportuna.
El mensaje central es claro: se trata de una variante de un virus conocido, con síntomas habituales y sin mayor gravedad, pero que requiere prevención, información clara y cuidados sostenidos para reducir su impacto en la comunidad.



