Un joven de 23 años murió luego de una secuencia que la Justicia intenta reconstruir con precisión. Había ingresado al Hospital Dr. Lino Piñeiro durante la mañana, desorientado por el consumo de sustancias pero sin lesiones visibles, según informó el personal que lo recibió. Minutos después se escapó de la guardia y desapareció del edificio.
Cerca de una hora más tarde, regresó trasladado en un patrullero, inconsciente y con numerosos golpes. El cambio en su cuadro clínico fue inmediato: los médicos detectaron lesiones en distintas partes del cuerpo y un sangrado interno de gravedad. Pese a los esfuerzos por estabilizarlo, murió esa misma noche en terapia intensiva.
La secuencia que falta reconstruir abarca el tramo comprendido entre su fuga y el momento en que la Policía lo encontró tirado en la vía pública. La familia sostiene que en ese lapso tuvo que haber ocurrido un episodio violento y reclama explicaciones oficiales sobre el origen de las lesiones que derivaron en su muerte.
En paralelo, el Ministerio Público Fiscal inició las primeras medidas de investigación. La causa, a cargo de la Fiscalía Nº 9, avanzará con el análisis de cámaras, testimonios del personal sanitario y policial, pericias médicas y estudios toxicológicos. La autopsia fue señalada como prueba central para determinar la naturaleza y el momento de los golpes.
El caso generó conmoción y numerosas preguntas aún sin respuesta. La familia del joven insiste en que su estado al salir del hospital no coincide con las lesiones con las que volvió una hora después, y exige una investigación exhaustiva que permita esclarecer qué ocurrió en ese lapso.
Mientras tanto, se espera que en los próximos días la fiscalía cuente con los primeros resultados periciales que permitirán avanzar en la reconstrucción de un hecho que mantiene a la comunidad en alerta.
