(Por Mariano Pérez de Eulate para El Día) Mientras se enfoca en administrar la escasez por el recorte de fondos nacionales que sufrió la Provincia, a Axel Kicillof se le ha abierto un frente político interno que impacta en la salud de la alianza de facciones peronistas que lo respaldan. A esta altura ya es inocultable la distancia que mantiene con Sergio Massa, cabeza del Frente Renovador. Es uno de los espacios que tienen representación en la Legislatura y hoy se cuentan como parte del oficialismo.
Fueron compañeros en la aventura electoral del año pasado, que terminó en derrota para uno (Massa, postulante a la presidencia) y en victoria para el otro (Axel, reelecto en el sillón de Dardo Rocha). Cerca de Kicillof siempre facturaron en voz baja que la remontada del ex ministro de Economía entre las PASO de agosto de 2023 y la primera vuelta en la Provincia se debió bastante a la buena imagen que exhibía entonces el gobernador. Massa sacó casi 43 por ciento en octubre y Javier Milei poco más del 25 por ciento. Lo del balotaje, ese mano a mano, es historia conocida: el de Tigre le ganó por menos de un punto al libertario, ya sin Axel en la cancha.
Así, y parafraseando a una fuente cercana a Kicillof, el gobernador siente que no le debe nada a Massa. No es lo que piensan los renovadores, que explican gran parte de la reelección de Axel en el buen flujo de dinero nacional que llovió especialmente sobre el Conurbano durante la campaña. Massa tenía la llave de ese flujo. E incluso recuerdan que, ya electo Milei, el entonces ministro de Economía fue generoso con la Provincia antes de irse, siempre dentro de los parámetros legales, como para que no hubiera problemas para cerrar el año ni en las arcas provinciales ni en los municipios, en particular los amigos.
Intendentes massistas
A principios de este mes, en la ciudad de Roque Pérez, se realizó un encuentro catártico del Frente Renovador. El primero bien amplio luego de la derrota, digamos. Imposible ocultar allí las quejas de los intendentes bonaerenses massistas, que son un poco menos de veinte, por cierto destrato que dicen sentir de parte de la administración provincial que, por aquello del tijeretazo de Milei a los fondos discrecionales, está achicando el envío de todo lo que no sea coparticipación automática. La sospecha es que aquellas intendencias que revisten más pureza kirchnerista tiene más “suerte”.
Los intendentes massistas venían de ser protagonistas indirectos de una de las primeras sesiones anuales de la Cámara de Diputados de la provincia. Fue cuando unos diez legisladores que le responden -y por extensión, al propio Massa- no se sentaron en sus bancas para enviarle un mensaje a Kicillof. Una movida para expresar su enojo por problemáticas irresueltas vinculadas a la financiación de diversas áreas locales. “No los reciben en La Plata”, se quejan en el FR.
Pero hay más. La derrota peronista a nivel nacional obligó a la marca Unión por la Patria a repartir lugares de poder en la provincia de Buenos Aires, todavía territorio propio. Por ejemplo: en un esquema rotativo de dos años, que podría traducirse “un año para cada uno”, el Frente Renovador cerró que la presidencia de la Cámara de Diputados bonaerense sea ocupada por Alexis Guerrera en 2025. Este año es para Alejandro Dichiara, representante del PJ de los intendentes. Por ahora eso se respeta desde lo formal, más allá de las versiones que circulan respecto a que, en roscas justicialistas privadas, imperaría cierta tentación a deshacer lo pactado. Rumores.
El anuncio que no fue
Pero el reparto incluía cosas que aún no se están evidenciando y que expondrían la tensión política entre Kicillof y Massa. Se llegó a anunciar oficialmente que Malena Galmarini, la esposa del ex ministro, ocuparía la presidencia del Grupo Bapro, el holding de empresas del Banco Provincia. Hasta hoy, Galmarini nunca fue nombrada por el Gobernador. “Prefieren no darle ese sillón que es ideal para hacer política”, explican fuentes del oficialismo. El lugar está vacante desde que salió eyectado el merlense Gustavo Menéndez, luego del escándalo de Martín Insaurralde -jefe del grupete de alcaldes del PJ-, el yate “Bandido” y la modelo indiscreta.
Lo más reciente pasó en Aubasa, la empresa que regentea las autopistas provinciales. Massa siempre tuvo compulsión por manejar todo lo que tenga que ver con el transporte y sus derivados. De hecho, un hombre suyo -Jorge D’Onofrío- encabeza la cartera provincial del área desde hace años. Es un ministerio, digamos, massista.
En la primera gestión de Kicillof, Aubasa era conducida por el massista Ricardo Lissalde. De cara al segundo período -y en base a aquella lógica de reparto- Massa pretendió la continuidad en el sillón con Martín Marinucci, quien venía de manejar Trenes Argentinos durante el gobierno de Alberto Fernández, del que el tigrense fue socio fundador. Hubo alguna reunión de Marinucci en la empresa, pero desde La Plata ordenaron un cambio de planes. El sillón de presidente quedó para Juan Guillermo Sauro, hombre de confianza del ministro de Infraestructura provincial, Gabriel Katopodis, amigo de Massa pero en plan de despegue con proyecto político propio.
La vicepresidencia se la dieron al ex diputado provincial Walter Abarca, vinculado a la rosca de intendentes peronistas del interior que se referencian en la Vice, Verónica Magario. Se leyó, de hecho, como un “pago” de Axel a La Matanza, donde Magario fue intendenta y manda Fernando Espinoza. El tercer lugar en importancia en la empresa, la gerencia general, recayó en el ex titular de Aerolíneas Argentinas, Pablo Ceriani, ligado a La Cámpora a través del senador nacional porteño Mariano Recalde.
Se especula con que Sauro podría ser un fusible si Axel y Massa arreglan sus cuitas y, al final, se cumple lo acordado para que el massismo puro retenga la cuota de poder en Aubasa. ¿Significaría eso la recuperación de la influencia de Facundo Moyano en el manejo diario? Veremos.
El impacto del caso “Chocolate”
Nunca se dirá en público pero fuentes confiables atribuyen al menos una parte del distanciamiento entre Kicillof y Massa al escándalo de corrupción que se destapó con el caso “Chocolate” Rigau, que salpica al PJ provincial pero en especial al Frente Renovador massista. Se trata de una ruta de dinero espurio que asciende hasta actores renovadores como Claudio Albini, ex jerarca de personal de la Cámara Baja, y su hijo Facundo, concejal platense reelecto en la misma boleta de Axel, hoy renunciado. Ambos están detenidos.
La mesa chica de Axel temería que la investigación “hacia arriba” termine enchastrando a personajes de Diputados directamente ligados a Massa, que ya figuran en el expediente, y que eso le ocasione algún costo político al Gobernador, uno de cuyos logros simbólicos -según varias encuestas- es que no está asociado a la idea de la corrupción.
El de Tigre, hasta ahora, es su socio político ¿Un operativo despegue por las dudas? Nada se descarta, en especial si se tiene en cuenta que el ritmo de deterioro de su relación con Massa acompañó la recomposición de su ligazón con Máximo Kirchner, presidente del PJ bonaerense y de quien Kicillof estaba distanciado desde la campaña electoral del año pasado.