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La historia de Salvador Alvarenga, el náufrago que sobrevivió 438 días a la deriva comiendo pájaros y pescados

La historia de Salvador Alvarenga, el náufrago que sobrevivió 438 días a la deriva comiendo pájaros y pescados

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José Salvador Alvarenga es una leyenda vive de la supervivencia. En noviembre de 2012, cuando partió desde la costa del Pacífico mexicano, nunca imaginó que su vida daría un giro tan estremecedor. Aquel día había salido a pescar tiburones, una rutina diaria para este pescador salvadoreño, que llevaba 15 años trabajando en las aguas cercanas a la bahía de Chocohuital y Costa Azul, en la costa mexicana. La lancha blanca de 7 metros de largo parecía ser su único refugio, junto a su compañero, Ezequiel Córdoba, un joven de 24 años que había aceptado unirse a él a última hora, reemplazando a su amigo Ray, que no pudo asistir.

Un reencuentro con la vida… y con la justicia

Finalmente, el 30 de enero de 2014, después de más de un año a la deriva, cuando Salvador ya no podía más, divisó un terreno en el horizonte. Luchó contra las olas, hasta que, exhausto, su lancha volcó. Nadó hasta la costa, y se desmayó tan pronto como pisó tierra firme. Cuando despertó, vio a dos mujeres a su lado hablando en un idioma que no entendía. Había llegado a las Islas Marshall, a más de 10.000 kilómetros de distancia de su lugar de origen.

Su regreso a la vida no pasó desapercibido. Alvarenga fue rápidamente identificado como el náufrago, y su historia causó conmoción. El mundo entero se interesó por conocer los detalles de su supervivencia. Lo que parecía un milagro se convirtió en una lección de resistencia humana.

Sin embargo, la historia de Alvarenga no terminó ahí. Cuando regresó a su tierra natal, Salvador encontró que su historia no solo despertaba admiración, sino que también era objeto de controversia. La familia de Ezequiel Córdoba, su compañero de pesca, lo demandó por canibalismo, acusándolo de haberse comido el cuerpo de su hijo después de su muerte. Le reclamaban un millón de dólares en indemnización, alegando que Salvador había recurrido al canibalismo para sobrevivir. Éste, por su parte, insistió en que había querido cumplir con la promesa de devolver el cuerpo de su compañero a la familia, pero la descomposición del cadáver lo obligó a arrojarlo al mar, tal como explicó en su libro, Salvador.

El abogado defensor de Salvador, Ricardo Cucalón, calificó la demanda como un intento de lucrar con los derechos de autor del libro, que relató su historia de supervivencia. Según contó Cucalón en el juicio, la familia de Ezequiel estaba tratando de obtener ganancias de la tragedia.

El libro y su impacto global

En su libro, Salvador compartió su relato de supervivencia con el mundo, detallando los momentos de desesperación y la voluntad inquebrantable de mantenerse con vida. La obra, titulada Salvador, no solo cautivó a sus lectores, sino que también reveló las profundas cicatrices emocionales que dejó el naufragio. Salvador confesó que, aunque logró regresar a su país, no pudo dejar atrás la sensación de estar a la deriva, incluso después de su vuelta a tierra firme. Además, desarrolló una fobia a las multitudes y pesadillas recurrentes sobre el mar.

Después de pasar por una serie de controles médicos en Hawaii, a su llegada a El Salvador, el presidente y el gobierno prepararon un recibimiento, centrado en su bienestar físico y emocional. Para la familia de Salvador, fue un momento de reencuentro y alivio, pero también de reflexión sobre lo vivido y lo que aún quedaba por sanar.

El nombre de Salvador Alvarenga, que antes era solo el de un pescador en las costas mexicanas, hoy es sinónimo de resistencia, de un hombre que no se dejó vencer por la adversidad. Su historia, marcada por la lucha por la vida y el peso de las decisiones tomadas en circunstancias extremas, seguirá siendo recordada como uno de los relatos más impactantes de supervivencia en la historia moderna.

Fuente: Con información de Infobae

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