Opinión

Los efectos de la victoria de Trump para el modelo de Milei

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La victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos le llega en un gran momento al gobierno de Milei. En efecto, desde la devaluación de diciembre, no logró acumular reservas en el Banco Central, mientras que los indicadores sociales empeoraron (la pobreza aumentando casi 12 puntos porcentuales y llegando al 55%) y los salarios no logran recuperarse. La inflación va bajando pero sigue aún en niveles muy altos y, lo que es peor, va empeorando la competitividad de las empresas mes a mes. Esta dificultad económica se solapa con las dificultades políticas debido a un Congreso adverso, que le vota leyes que no quiere y que termina vetando.

El reverso de la medalla de este escenario complejo para el Gobierno en lo interno es el éxito que tiene Javier Milei en el mundo, en especial en Estados Unidos, donde sus múltiples viajes demuestran el interés por el personaje y sus ideas que tienen las empresas tecnológicas. Su promotor, Elon Musk, es también uno de los grandes ganadores de la semana, ya que apostó abiertamente en favor de Donal Trump para las elecciones de Estados Unidos. La gran pregunta que se podía tener hasta ahora es si la apuesta de Milei tendría sus frutos, algo que parece haber llegado de la mano de la elección presidencial del gran país del Norte.

Porque lo que necesita Milei para lograr resultados positivos que mostrar a la sociedad en las elecciones legislativas del año que viene son divisas. La fuerte recesión de principio de año no sirvió para acumular divisas, y si siguen las tendencias actuales es posible que los salarios privados de los empleados conveniados empiecen a crecer y a consumir productos y servicios en gran parte dolarizados. Esto se debe a que el modelo económico está orientado a la compra de productos importados, algo que ya se ve en las ventas de automóviles, donde arrasan los autos brasileños. El turismo internacional también vivirá un boom si el tipo de cambio sigue planchado y las paritarias siguen aumentando a buen ritmo. El empresario que antes producía en el país ahora va a estar más seducido por los bajos precios a los que vienen los productos importados, y más con un dólar que va a tender a apreciarse mucho más.

Por lo tanto, si lo miramos desde el sector externo, que es el más importante en este contexto, la victoria de Trump aparece como un bálsamo para el modelo de Milei, que se devora dólares. Pero no parece ser todo tan sencillo. En términos bursátiles, fueron mejorando los precios de los bonos, las acciones y el riesgo país, algo que le permitiría a Caputo salir al mercado a tomar deudas que hasta ahora no pudo tomar. Debemos pensar que la relación interpersonal que tiene Milei con Trump anticipa ayuda financiera de parte de Estados Unidos, que debería ser de forma indirecta a través del FMI.

Pero por otro lado existen límites a esa euforia financiera: la posible apreciación del dólar complicaría aún más la competitividad argentina si el Gobierno sigue con su política de tipo de cambio estable, algo de con seguridad quisiera conseguir hasta las elecciones. Por otro lado, el antecedente de lo ocurrido con el préstamo del FMI a Macri en 2018, y lo mal que se percibió en los sectores internacionales, puede implicar que esta vez todo no sea tan fácil.

Desde el punto de vista comercial, es muy probable que veamos reaparecer el proteccionismo que el presidente electo anunció en campaña. Eso podría significar nuevos aranceles a los productos exportados por Argentina como en su momento lo fue con el limón o la miel. También puede haber un impacto en el sector hidrocarburífero debido al posible incremento de la oferta de Estados Unidos que los expertos avizoran, algo que complicaría el despegue definitivo de las exportaciones de Vaca Muerta. Pero sin dudas lo que todos miran es el sector agrario, en particular la soja, que fue uno de los ejes de la guerra comercial entre China y Estados Unidos de 2018.

En 2018, durante la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la soja quedó en el centro de la disputa, ya que China la usó como forma de retaliación al proteccionismo llevado adelante por el gobierno de Donald Trump. Con esa política, China buscaba impactar en las zonas agrícolas donde los republicanos suelen tener mayoría de votos, bajando los precios y la rentabilidad del sector agrícola.

El impacto de ese proteccionismo chino provocó una reducción de exportaciones de poroto de soja a China y representó para EE.UU. una baja de 9 millones de toneladas, o sea un 74% del total. Estas se pudieron compensar con incrementos de exportaciones a Argentina (por 700 mil toneladas), a Egipto (800 mil toneladas) y a Países Bajos (495 mil toneladas), entre otros. No obstante, no pudo compensar la totalidad del comercio perdido y terminó con una reducción de 4,3 millones de toneladas.

Ese cambio en las cantidades también tuvo un correlato en los precios, por los cuales los precios internos de Estados Unidos estuvieron tocando los 300 dólares por toneladas en octubre de 2018, mientras en Argentina y Brasil los precios llegaron a 420 dólares por tonelada, es decir una diferencia del 40%.

En cuanto a las importaciones de aceite de soja de China, estas vivieron un resurgimiento durante el período de la guerra comercial de la cual supo aprovecharse Argentina. Luego de una relación tirante con el gobierno argentino, las exportaciones de aceite de soja al gigante asiático se reanudaron en ese período, contando incluso con soja importada de Estados Unidos para reforzar la oferta de poroto de soja.

Por lo tanto, ante la posibilidad de una vuelta del conflicto comercial con China, se espera un impacto en el mercado mundial de soja, no tanto por una reducción de la demanda sino por una reconfiguración de la oferta. Si nos guiamos por lo que ocurrió en 2018, es posible que bajen los precios del poroto de soja en Estados Unidos y suban en Argentina, Brasil y China.

También es posible que la soja de Estados Unidos se desplace hacia Argentina, y que desde ahí se procese y se exporte a China bajo formato de aceite de soja. Eso implicaría competir con las aceiteras de China, que están sobreinvertidas, y podría existir exceso de oferta en el mercado mundial. Esto puede implicar una mejora en los precios locales de soja y de aceite, pero deberían ser moderados.

En consecuencia, si bien la llegada de Trump a la presidencia es una buena noticia para el gobierno argentino, puede tener algunos puntos negativos que compliquen aún más a varios sectores productivos. Dentro de la lógica del Gobierno, para quien todo pasa por las finanzas, eso sería segundario. Pero no debería olvidarse de la lección del gobierno de Macri: aunque todo se dé en el sentido favorable, si el modelo no es sustentable es muy difícil que logre mejorar las condiciones sociales y productivas del país.

Fuente: Por Martín Burgos, economista y doctor en Desarrollo Económico (para Perfil)

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