Sociedad

Lourdes Munárriz: la mujer que encontró en el movimiento la forma más precisa de comunicarse

Profesora, bailarina y diseñadora, Lourdes Munárriz encontró en la danza su modo más auténtico de expresión, un lenguaje que atraviesa el cuerpo, trasciende las palabras y conecta con la emoción

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Lourdes Munárriz encontró la forma más precisa de expresarse y de construir una comunicación a través del movimiento. Escorpiana, profesora de danza, licenciada en turismo y diseñadora gráfica, orientó su trayectoria hacia la docencia vinculada al arte del movimiento. Desde coreografías escolares en las Fiestas de los Colores, pasando por talleres privados de tango y folclore, hasta su labor actual en el nivel terciario de la Escuela de Arte, su recorrido se caracteriza por la entrega y la constancia.

La danza antes de todo: “No existe una ciencia cierta, un criterio y ni siquiera lo puedo explicar con palabras, pero bailaba antes de caminar. Hay relatos familiares que hablan sobre mi relación con la música y el movimiento del cuerpo antes de dar mis primeros pasos. Ya con 9 años recuerdo sentar a toda mi familia en el living de casa para que me observaran bailar. La danza es algo que vino conmigo desde que nací”.

El inicio: “A los 15 años aparece de forma fuerte el deseo de bailar y comencé con danza española. Sin embargo, no encontraba un género que diera conmigo, hasta que en un viaje a Salta fui interpelada artísticamente por el folclore y dije que eso era lo que quería hacer toda la vida”.

El poder de la danza: “No soy para nada extrovertida, pero a través del movimiento logro establecer un lenguaje en el cual puedo expresarme sin problemas y suplantar lo que quizás no puedo expresar con palabras, lograr una conexión mucho mayor. Soy docente y mis alumnos me cargan porque no me gusta hablar en público. En las clases todo fluye con normalidad; ahora, hablar en un acto o presentación es una situación de la cual no quiero formar parte. También la danza ha sido una compañía, un escape a las cosas tristes, un espacio donde encuentro comodidad y placer”.

El arte y la comunicación: “Todo proceso lleva su tiempo y hoy eso no es tenido en cuenta. Tomamos a la comunicación como algo efímero, donde se pierde la noción del esfuerzo, de escuchar o sentir lo que pasa a nuestro alrededor y también la posibilidad de tratar de entender lo que al otro le pasa. Hoy, como docente, veo falencias en los alumnos respecto a la tolerancia de bancarse una carrera, saber que no siempre las cosas se van a dar como queremos, aceptar el fracaso y seguir intentándolo. Son cuestiones que, producto de no respetar las normativas de la comunicación, hacen que el desgaste llegue temprano, sin posibilidad de disfrutar lo maravilloso que tiene vincularse con el arte”.

Su percepción del concepto “artista”: “Soy artista porque utilizo el arte para expresarme cuando no pueden las palabras. A su vez, existe una cuota de buscar aprobación, que te quieran o les guste lo que hacés. Quizás para ciertos no sea un punto exclusivamente positivo, pero es parte del ser artista. Y algo fundamental de este concepto es poder dejar algo en el otro, llenar espacios con emociones saludables que te hagan bien para lo que tengas que hacer o vivir”.

La magnitud y presencia del arte en el hacer: “Pertenezco a muchos grupos, doy clases, existen diferentes jerarquías en mis trabajos. Cada persona viene con un contexto, con ideas, sentimientos e ideologías arraigadas. En todo ese mar de diferencias entre personas aparece el arte y, dependiendo de cómo lo absorba cada uno, va a brindar su experiencia en función de lo que ese arte dicte. Directivos, profesores, alumnos: cada cual siente y piensa de forma diferente, pero si lográs vincularte con el arte, aparecerá esa unión para estar de acuerdo. El mundo hoy en día es autoritario respecto a las ideologías; el arte, si sucede de forma sincera, va a romper ese paradigma. El arte también desarrolla un ambiente donde la empatía puede prevalecer, a diferencia de otros espacios donde los puntos de vista son distintos, sin posibilidad de tener un diálogo conciliador”.

El artista y su ego: “Es un punto muy difícil. Con el tiempo aprendés a elegir tus batallas. Como docente es un desafío, dado que las generaciones vienen más contestatarias ante la autoridad y existen choques por momentos bastante fuertes. Ante la contestación hay dos respuestas: la rebeldía y la falta de respeto. La primera es necesaria, en parte, porque un docente no siempre tiene razón, y la otra, más allá de la falta o no de educación, muestra un déficit en la forma de comunicar ante un alumno. En ambos casos trato de prestar la máxima atención para saber cómo seguir interactuando”.

El arte habla de infinitas formas y llega a cada ser humano de manera distinta. En la relación tiempo y espacio existe una arista que, por algún motivo, roza la perfección; incluso esta puede llegar a aparecer antes de la vida. La unión entre las ganas, el deseo y el movimiento que existe en Lourdes busca no solo cautivar a quien la observe, sino también ser la forma de expresión más clara de una persona ante el mundo. Como en “Dirty Dancing”, ella marca los momentos de su vida cada vez que la emoción busca el movimiento o este sale a buscarla.

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