
Bajo dietas estrictas, rutinas interminables y una fe inquebrantable, Matías Méndez convirtió el sacrificio en su motor y la constancia en su bandera. El fisicoculturista nicoleño se consagró campeón sudamericano y tricampeón argentino, logros que lo posicionan como uno de los grandes exponentes del país en esta disciplina tan exigente como poco reconocida.
Su historia con el fisicoculturismo comenzó casi por casualidad, aunque el destino parecía tenerlo marcado. “Conocí el fisicoculturismo gracias a Daniel Marc, Javier Gómez —dueño del gimnasio Strong— y Gabriel Aimar, quienes me llevaron a mi primer torneo”, recuerda con gratitud. Sin embargo, hay un nombre que menciona con especial emoción: “Cristian S. Gómez me incentivó mucho. Hace poco se fue a otra vida, pero fue clave en mis comienzos”, esboza el campeón.
Con el tiempo, su carrera fue tomando vuelo de la mano de su actual entrenador, Martín Peralta, multicampeón argentino y sudamericano, y formador de culturistas en el Guaso Gym de San Pedro. “Él me llevó a la cima de Sudamérica en siete años”, destaca Méndez, que hoy disfruta del resultado de un camino cargado de esfuerzo y disciplina.
La regularidad de sus títulos no es casualidad. “Para mí significa una gratificación enorme y mucha felicidad. Detrás hay entrenamiento de seis a ocho veces por semana, dieta estricta, suplementación y trabajo aeróbico constante”, explica. Y agrega: “Todavía no caigo en todo lo que logré. Representar a mi país y a mi ciudad querida, San Nicolás, es un orgullo inmenso”.
El último título llegó en Salta, en el marco del Campeonato Sudamericano, donde además coronó una temporada perfecta tras consagrarse tricampeón argentino en las ediciones consecutivas de 2023, 2024 y 2025. “Cuando escuché mi nombre como ganador, pensé en mi familia, en mi hija, en mi novia y en la gracia de Dios. Fue una sensación maravillosa, una mezcla de alegría y satisfacción”, confiesa.
El triunfo tuvo además un sabor especial, ya que venía de quedar segundo y cuarto en anteriores ediciones, e incluso de competir en Brasil, donde había obtenido un quinto y sexto puesto. “Esta vez fue el premio a la garra, el corazón y la pasión que le pongo a este deporte”, asegura. La clave de su éxito, dice, está en la constancia: “El secreto es superarse día a día, tener ganas, conducta y perseverancia. Lo mío fue siempre a puro pulmón, sin sponsors, con la ayuda de la gente que me quiere y me acompaña”.
El fisicoculturismo es, sin dudas, una de las disciplinas más exigentes. “Lo más duro es la dieta, el corte de sodio una semana antes de competir y la pérdida de vida social. Pero es lo que elegí y me gusta”, cuenta. Ese nivel de detalle y compromiso lo llevó a cosechar una carrera que hoy inspira a otros deportistas locales y de la región.
Para Matías, representar a su ciudad es una de las mayores satisfacciones. “Ser embajador de mi ciudad natal y representar a mi Argentina me llena de orgullo y felicidad extrema”, afirma. Pero también reconoce las dificultades: “Falta difusión y promoción del deporte. Hay mucho potencial en chicos y chicas, pero el fisicoculturismo es amateur y requiere una inversión económica importante”.
En su recorrido, el apoyo familiar es una pieza fundamental. “Mi familia me apoya en todo. Mi novia, Paola, es una gran compañera, tiene una paciencia enorme durante todo el proceso de preparación. Mis viejos, mi hermano Gustavo y mi hija María Paz son pilares fundamentales en mi vida y parte principal de mis logros. Los adoro”, expresa emocionado.
Después de coronarse campeón sudamericano, Méndez no se pone límites: “No tengo una meta concreta ahora, pero me gusta competir y mejorar mi versión”, dice entre risas. Más allá de los títulos, su mensaje trasciende los podios: “Les digo a los chicos que hagan deporte, cualquiera, que persigan un sueño con pasión y actitud porque todo se puede lograr. Como profesor de Educación Física, creo que la actividad física no solo mejora el cuerpo, sino también la mente y el alma”.