Opinión

Milei, en modo fundacional, eligió San Nicolás para relanzar su cruzada con el “Plan Argentina Grande Otra Vez”

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Javier Milei volvió a vestirse de cruzado. Y eligió San Nicolás, una ciudad de acero, fe y poder industrial, para presentar su “Plan Argentina Grande Otra Vez”. No fue una parada técnica en la agenda: fue un acto pensado al detalle, con puesta en escena, nombres y mensajes destinados a marcar un nuevo punto de partida para su Gobierno.

El presidente sabe que el relato de la crisis ya no alcanza. Por eso, intentó girar hacia el relato de la reconstrucción. Habló de “una nueva era”, de inversiones históricas y de reformas que -prometió- “van a cambiar al país de forma definitiva”.

Lo hizo días atrás desde la planta de Sidersa, una de las primeras empresas en sumarse al Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), en compañía de funcionarios clave como Karina Milei y Federico Sturzenegger, además de Diego Santilli, candidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires en primer término.

El escenario no fue casual. San Nicolás representa el músculo industrial del norte bonaerense, con dirigentes locales de La Libertad Avanza con tenacidad y proyección. Desde allí, Milei buscó enviar señales de previsibilidad a los empresarios y, al mismo tiempo, consolidar su alianza con el poder económico que comienza a ver en su administración una oportunidad para el despegue.

El discurso estuvo cargado de propuestas monumentales: 55 mil millones de dólares en inversiones, entre las que destacó un acuerdo de YPF con la petrolera italiana ENI, y el desembarco de OpenAI con data centers valuados en 25 mil millones. Cifras que suenan potentes y que sirvieron para reforzar la idea de una Argentina que vuelve a tener crédito internacional. “Hemos logrado un respaldo histórico de Estados Unidos”, sostuvo Milei, buscando dar un tono de respaldo geopolítico a su plan.

El presidente también presentó un paquete de reformas que, según adelantó, beneficiará a medio millón de pymes y generará “cientos de miles de puestos de trabajo en blanco”. El eje estará puesto en tres frentes: la eliminación de impuestos “ridículos y distorsivos”, la simplificación tributaria, y una reforma laboral orientada a “terminar con la industria del juicio” y flexibilizar las condiciones de contratación.

“Si alguien quiere cobrar el 100 por ciento de su salario en dólares, va a poder hacerlo”, proclamó, sintetizando el espíritu de su modelo: más libertad para pactar, menos presencia del Estado. La frase, aplaudida por los empresarios presentes, también fue una señal de época: la dolarización cultural como síntoma de confianza en el mercado por encima de las instituciones.

En su arenga, Milei insistió en la idea de un “vínculo sagrado” entre trabajador y empresa, y en la necesidad de recomponerlo sin intermediarios. En ese punto, su crítica a los sindicatos volvió a ser un elemento central. Habló de convenios obsoletos, de burocracia laboral y de marcos jurídicos que “asfixian” la producción. Su promesa fue clara: menos papeles, menos juicios, menos impuestos.

Milei apuesta a que la estabilidad macro y el entusiasmo del capital privado sean suficientes para motorizar una recuperación genuina.

San Nicolás, en ese contexto, fue algo más que un escenario industrial. Fue una declaración de principios. Milei quiso mostrarse rodeado de empresarios, lejos de la confrontación callejera, en un ambiente que simboliza la Argentina productiva que su modelo intenta representar. Buscó volver a instalar la épica del trabajo y la inversión, el relato de un país que “vuelve a ponerse de pie” bajo las reglas del mercado.

El presidente cerró su discurso con una apelación casi mística al esfuerzo colectivo: “Estamos a mitad del camino hacia la prosperidad. No bajemos los brazos”. Palabras que resonaron con un tono más espiritual que económico. En su “Plan Argentina Grande Otra Vez”, Milei se autoposiciona como un refundador, un líder que quiere dejar atrás la vieja Argentina estatista y erigir una nueva desde la libertad.

El sueño fundacional de La Libertad Avanza tuvo a nuestra ciudad como testigo del intento del presidente Javier Milei por transformar su proposición en un proyecto de poder con vocación de permanencia.

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