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Desde Madrid acepta con gusto. Hace mucho que no habla públicamente. Nacido en Granadero Baigorria y nicoleño por adopción, Nelson David Vivas construyó una carrera impresionante. Hizo Inferiores en Somisa como volante central hasta que Rubén Pagnanini lo ubicó de lateral derecho. Como profesional pasó por Boca, River, Inglaterra, Italia y la Selección, entre otros. Desde hace años acompaña a Diego Simeone como ayudante en el exitoso Atlético. Papá de seis hijos, también dirigió. Un ganador de la vida al que vale la pena leer con atención.
-¿Cuándo empezaste a jugar?
-Cuando tenía 6 años, Mis padres alquilaban una casita, a unas cuadras del colegio Don Bosco. Ahí hice la Primaria y empecé a jugar en el Baby. Mi papá Reynaldo había jugado, quería que yo también lo haga. Me acompañaron siempre. Como los padres de mis compañeros, todos colaborando. Recuerdo los torneos nocturnos, sentir el olor a choripán desde casa, insistir a mis viejos para que vayamos. Y encontrar siempre la respuesta: “Bueno, vamos, ¡pero no pidan nada!”.
-¿Y cómo se ve el Nelson actual?
-¡Qué pregunta! Aquel niño de 6 años era inocente, ignorante, inconsciente y feliz. Hoy con 55 años ignoro menos cosas, soy un adulto con las responsabilidades de un adulto. Agradecido. E intentando cada día ser consciente, que el tiempo transcurre y deseando poder tener la libertad de administrar mi tiempo a mi antojo, sin depender de horarios ni obligaciones.
-¿Qué recuerdos tenés de tu infancia en San Nicolás?
-Miles. Deberíamos escribir un libro. Encontrarnos todas las tardes a partir de las 17 horas en la canchita de la plaza. El que gana sigue. Cancha llena de tierra con algo de césped en el córner. Mi vieja gritando cuando volvía: “Por acá no entrás, hoy enceré el piso”. La vecina cansada de aguantarnos, cada vez que la pelota caía en su terreno la devolvía pinchada. Y desde ahí jugar con la de repuesto o coserla y empezar de nuevo. Jugar a la escondida, a la mancha. Carreras de bici por la vereda (yo con una prestada), jugar a la guerra con armas que fabricábamos con madera, que nos llamen a dormir a las 12 de la noche. Regar la calle de tierra con la manguera rogando que pase el regador municipal, lo que casi nunca ocurría. Que te manden a la despensa a buscar un cuarto de Merengadas o lo que fuera y pedir que lo anoten. Dejar la puerta sin llave. Ir a lo del vecino a pedirle yerba o lo que fuera porque se había terminado. Lavarme las zapas blancas después de usarlas todo el día, ponerlas en el calentador a kerosene para que se sequen, bañarme y ponérmelas limpias aunque húmedas para ir al cine a ver Rambo. Tener un TV solo, con los canales 3 y 5 de Rosario, ver el cura al cierre de la transmisión, aguantarme a Neustadt o Grandes Valores del Tango. Cruzar calle Savio sin permiso de mi mamá. Y no poder contarlo. Tirarnos de cabeza al río sin saber cuán profundo era. Y sin que nuestras madres supieran donde estábamos, etc.
-¿Cuándo te diste cuenta que querías ser futbolista?
-Había terminado el Secundario, tenía casi 18 años y fue ahí cuando debía decidir entre estudiar una carrera universitaria (me gustaba Farmacología), trabajar como hacia mi papá o intentar forjar un futuro como futbolista. Reynaldo me dijo: “Te apoyaremos en lo que decidas, pero entrégate al máximo, da todo lo que tengas”. Y así fue como en un camino de muchos obstáculos, cuando tenía 21 años y pensaba que debía dejar de intentar, me hice jugador profesional en Quilmes.
-¿Estás cómodo en el ambiente del fútbol?
-Donde más cómodo me siento es en casa con mi familia y amigos, El ambiente del fútbol de alto rendimiento es una exigencia continua, hay que ganar siempre, cuando ganamos siento alivio, pero no felicidad. Me resulta imposible poder decir “me siento cómodo”. En nuestro día a día no te lo podés permitir.
-¿Cumpliste tus sueños?
-Hubo cosas que como deportista conseguí y otras que no pude. Logré vivir de lo que más me gustaba hacer, agradezco tener ese privilegio. No puedo decir que cumplí todos mis sueños, porque mi cabeza no para de soñar. Es la zanahoria que nunca alcanzaré, pero también el motor que me impulsa.
-¿Por qué quisiste ser DT?
-Mi forma de ver el juego cambió radicalmente desde que empecé a observarlo desde la perspectiva del entrenador. Pude desde otro lugar seguir haciendo lo que me gusta. Poder plasmar un modelo de juego a través de una metodología de trabajo diaria, estimula mis ganas de seguir adelante.
-¿Alguna anécdota?
-Esto no es una anécdota, Las generaciones de hinchas de fútbol se suceden unas a otras pero quizás aquellos de mi edad recuerden a estos jugadores. Tuve la gracia de compartir planteles con Maradona, Caniggia, Batistuta, Crespo, Ronaldo (el Gordo), Vieri, Beckham, Tití Henry, Anelka, Overmars, Ortega, Vieira, Suker, Giunta, Márcico, Carrizo, Fabbri, Navarro Montoya, Manteca Martínez, Polillita Da Silva. Entrenar con ellos y tantos otros más todos los días. ¡Una locura!
-Club que te impactó
-Cuando llegué al Arsenal inglés entrenábamos en un lugar alternativo porque estaban terminando la construcción de su predio. Cuando lo inauguraron no lo podía creer: más de 9 canchas, la limpieza quirúrgica y la distribución de todas las áreas. Fue en 1998, lo que debe ser hoy. No puedo elegir un club solo, porque viajamos mucho y todos cada vez más tienen instalaciones increíbles. Vimos una maqueta de lo que será la nueva ciudad deportiva del Atlético de Madrid y es increíble, es una ciudad.
-Lo más lindo y más feo del fútbol
-Lo más lindo es vivir haciendo lo que me gusta. Lo más feo es no poder tener la libertad de disponer de mi tiempo.
-El cierre es tuyo:
“Un equipo de alto rendimiento es un conjunto de personas que poseen talento y competencias complementarias que trabajan para conseguir un objetivo común mostrando alto nivel de compromiso. Interaccionan entre sí aceptando ciertas normas y compartiendo emociones, participando de un sentimiento común llamado espíritu de equipo y alcanzando un alto desempeño y excelentes resultados”.