
En Regatas, Octavio Salomone no cumple solo una función: sostiene una pasión. Criado entre paravalanchas, tablones y canciones de cancha, hoy es el utilero del básquet Náutico y una pieza clave en el día a día del plantel. Está en cada entrenamiento, en cada viaje y en cada detalle invisible que también define resultados. Salomone fue parte del camino que llevó a Regatas a consagrarse campeón provincial frente a su máximo rival. En diálogo con GOLAZO, repasó su recorrido y su amor incondicional por La Ribera.
¿Cómo nace tu amor por Regatas?
Desde chico me crié en el club. Mi viejo me llevó por primera vez a la cancha cuando tenía unos seis años y desde ahí conocí lo que es sentir los colores y esa sensación hermosa de pertenecer. Regatas es parte de mi vida.
¿Desde cuándo sos socio y qué deportes practicaste?
Soy socio desde que tengo memoria. De chico hice básquet, fútbol por un tiempo, rugby y también practiqué karate. Siempre estuve ligado al deporte.
¿Cómo te convertiste en el utilero oficial del básquet?
Siempre seguí al básquet, estaba en todas. En enero pasado, para el cumpleaños de uno de los chicos, la comisión me llamó. Fausto Olmos fue clave, me dio una mano enorme y me preguntó si quería ser utilero. Como ya conocía a los jugadores, en la primera semana quedé fijo y empecé a trabajar como ellos necesitaban. Ahí empezó todo.
¿Qué significa pasar del tablón al banco?
Siempre estuve en la banda, alentando en las buenas y en las malas. No tenía plata y aun así iba igual. Que los chicos me acepten dentro del plantel fue algo enorme. Hoy estoy orgulloso y feliz del lugar que ocupo.
¿Qué extrañás del paravalanchas?
Compartir con amigos, cantar, estar en la murga, los asados en la previa y pasarla bien entre todos.
¿Cuánto hace que estás ayudando y cuáles son tus tareas diarias?
Desde el día cero como utilero empecé a cambiar muchas cosas. Mis tareas arrancan temprano: llegar, pedir las frutas, tomar unos mates con los jugadores, charlar un rato y después estar muy atento al físico, el gimnasio y las prácticas. Lo que me piden trato de darlo siempre al máximo. No me voy hasta que se va el último jugador.
¿Cómo viviste esos 11 meses en los que el básquet Náutico estuvo proscripto?
Fue una locura total. Pasar de momentos tan malos a ser campeón de la provincia fue algo extremadamente hermoso. Ver a todos felices, festejando con la hinchada, fue lo mejor de la temporada.
Volvieron y fueron campeones provinciales. ¿Dónde estuvo la clave?
En la nueva comisión, el cuerpo técnico, el apoyo de la banda y el trabajo de los jugadores. Se taparon huecos enormes, hubo mucho esfuerzo y buenas energías. Cada uno puso su granito de arena y se logró el objetivo.
¿Qué significó ganarle a Belgrano y sumar una estrella más?
Es un partido más, los clásicos se ganan. Pero para mí fue muy especial porque fue mi primer título como utilero profesional.
¿Cómo es tu relación con Patota?
Con Pablo tengo una excelente relación. Hay amistad, pero cuando es trabajo es trabajo. Él me aceptó como uno más, como hicieron todos.
¿Qué jugador te impresionó más por sus cualidades?
Todos tienen algo especial: Lemme, Manzano, Ingrata, Nico Ferreyra, Jony Basualdo y Benja Levato. Pero si tengo que elegir uno, Benja Levato. Y Basualdo siempre mete buena onda, está en todas y tiene muchas ganas de salir campeón.
¿Qué te motiva a estar en cada entrenamiento?
Es una oportunidad de aprendizaje todos los días. Aprendo, me sumo, transmito buena energía y acompaño. Para mí es crecimiento constante.
¿Ahora sos influencer, es cierto?
Es una forma de decir porque siempre estoy al día con las redes. Me cargan mucho con eso, aunque no sería mala idea.
Además del básquet, ¿qué otras pasiones tenés?
Después de más de 20 años de cancha, siempre me gustaron los recitales y el fútbol, ir a ver a San Lorenzo. Hoy no tanto porque estamos trabajando mucho para cumplir los objetivos.
¿Con qué sueña Octavio Salomone cuando se va a dormir?
Con el ascenso a la Liga.



