El alero fue campeón de la Liga Nacional con Boca y jugó un Mundial con la Selección Argentina Sub-21.
-¿Te acordás cuándo empezaste a jugar?
-A los 6 años en el patio de casa contra una mancha que había. Ahí me enseñó a jugar papá (que era profe) y jugábamos a todo. Es más, jugamos de a 4 con esa mancha mis hermanas, papá y yo. Y con el correr de los años mamá ya se irritaba cuando le rompía las plantas con la pelota.
-¿Cómo se ve Pato 25 años después?
-Seguramente no me imaginaba así. Sin mis viejos seguro que no, ¡y con tantos dolores tampoco! Pero sí, siempre me imaginé con familia y en mi casa con mi gente, como lo estoy ahora.
-¿Por qué el final?
-Ya tengo 40 pirulos, el cuerpo no es el mismo, las ganas no son las mismas y sobre todo hay que mirar para adelante y pensar en el sustento de mi familia. Se dieron muchas cosas juntas: malas y muy buenas. Y en el mismo momento, lo cual me facilitó la decisión y la transición. Pero si bien este iba a ser mi último año, nunca lo imaginé de esta manera.
-Te vas sin jugar.
-Horrible, como dije antes. era el último, pero obviamente no lo quería de esta manera. Sin poder despedirme de mi gente, de mi club, de mis colores en la cancha como se debe.
-De estar a dos partidos de la Liga Argentina a no jugar más. Qué año loco el último.
-Las cosas se dan por algo. Después de tantos años el tema ganar o perder aprendí a asimilarlo. Dolió, duele y va a doler muchísimo haber perdido esa final. Más cuando sé que no tuve ni voy a tener revancha. me hubiese gustado poder estar en cancha también, pero tampoco pude. Así que el saber amargo es más del normal. Luego el nuevo intento se vio truncado por cosas que escapan al equipo y los jugadores. Y contra eso tampoco pudimos hacer nada, pero el grupo siempre se mantuvo al pie del cañón entrenando y dándolo todo, todos los días. Súper atípico y raro en muchos aspectos, pero ya está. Hay que aprender de lo que pasó, mirar para adelante para no cometer los mismos desvíos y poder superar momentos y situaciones.
-¿Qué te dio el básquet?
-El básquet me dio todo y yo le di todo. Una simbiosis hermosa que fue creciendo en mi desde que piqué la pelota el primer día. Gracias a eso, pude conocer muchísimos lugares, amigos, clubes, jugar en la Selección, gané campeonatos y miles de momentos hermosos que me convirtieron en el hombre que soy hoy. Padre de familia que sin el básquet seguramente no la tendría, porque a mi esposa Ro la conocí cuando fui a jugar a Corrientes, y en consecuencia tampoco existiría el ser más maravilloso de esta galaxia, Vito. Más no puedo pedir.
-¿Qué te quitó el básquet?
-Energía y salud. Me quitó las rodillas jaja, eso no se lo voy a perdonar. Pero el básquet per se no me quitó nada. Uno si se quiere dedicar verdaderamente a cualquier deporte o profesión, hay que sacrificar cosas. Me perdí nacimientos de sobrinos e hijos de amigos, casamientos, cumpleaños. Y cosas más duras también, pero siempre fue elección mía, nunca la pelota me puso un arma en la cabeza para que lo hiciera.
-¿Te quedó algún sueño pendiente?
-Cumplí muchísimos de los sueños que tuve, pero quedaron algunos por cumplir. Poder lograr el ascenso con Regatas es algo que me va a quedar en la garganta por el resto de mis días. Y algunos más que todo nene sueña. Pero cuando te hacés grande sabés que son casi imposibles.
-¿Qué te dirían tus viejos hoy?
-Mi viejo estuvo, está y estaría orgulloso. Del jugador que fui, me lo dijo siempre y no sería el que soy su apoyo y contención a lo largo de los años. Siempre estaba al pie del cañón. Mi mamá fue mi fan número 1 siempre que pudo estar en las tribunas y desde donde esté lo sigue siendo. Sin ella tampoco hubiese podido elegir el camino que elegí.
-Rocío y Vito.
-Tengo la fortuna de haberme cruzado en su vida y que me haya elegido. Ro es la persona más bondadosa, alegre, simpática, hermosa que conocí. Nos conocimos en el momento indicado en el lugar indicado y nunca más nos separamos. Y Vito es ídolo, mi faro que me dice dónde y cómo ir. El haber podido jugar partidos y que ellos me estén alentando juntos, ¡verlo gritar papá! Creo que, si no es el mayor éxito, es top 3.
YO SOY
Me llamo: Patricio Luis Rodríguez Lo Calzo
Nací: el 29/12/1984 en Luján, Buenos Aires
Papá de Vito, esposo de Rocío.
Jugué en: Regatas 2000-03, en Italia Roseto 03/04, Scafati 04/05 y Premiata Montegranaro 05/06; Boca 06, Obras 06/07 y 09, Nacional (B. Blanca) 07/08, Ben Hur 08/09, Sionista 09-11, D, Viedma 11/12, San Martín (Corrientes) 12-13, Monte Basket 13-14, Ciclista Junín 14-15, Lanús 15-17, Nacional de Oruro (Bolivia) 3 meses 2017, Estudiantes (Olavarría) 17-18, Unión (Santa Fe) 18/19, Estudiantes (Olavarría) 19-20 y Regatas 21-25.
Selecciones: San Nicolás, Zárate-Campana y Buenos Aires. Selección Argentina sub-20 y sub-21, jugando Pre Panamericano, Panamericano en Venezuela y Mundial en Grecia. Me cortaron 48 horas antes del Mundial que se jugó en Argentina (aún duele).
Títulos: 2 Provinciales de Cadetes con San Nicolás, uno de Juveniles con Zárate-Campana. Liga Nacional con Boca 2006, ascenso a la A con Montegranaro en Italia y Pre-Federal con Regatas.
Mejor jugador: Michael Jordan.
Mejor DT que tuviste: Rubén Magnano.
Mejor dirigente: Benjo Svetliza de sionista.
Mejor compañero: Tuve muy buenos compañeros y muchos de esos hoy son amigos.
Momento más lindo: Varios: mi debut en liga, jugar con la Selección Argentina y recibir un premio. Los títulos logrados, pero pocos me emocionaron tanto como jugar en Regatas con mi papá y Vito mirando juntos. Y si bien son agridulces hay dos momentos que guardo en la retina: jugar menos de 48 hs. después que fallecieron mis viejos (en Sionista y Regatas) y que la gente ovacione “Pato, Patoooo”, me movió hasta la fibra más íntima.
Hincha de: San Lorenzo.
Un ídolo: Messi en el deporte y Vito en la vida, gladiador por naturaleza que todos tenemos que imitar.
Pato Rodríguez es: Una persona feliz con una familia hermosa que disfrutó muchísimo una vida que es para pocos y exitosa porque pude vivir de mi pasión.
