
Desde hace dos años, Pequeños Héroes funciona como un punto de contención social en el barrio San Martín. Más allá de ofrecer alimentos a niños y niñas del barrio, el comedor trabaja con un enfoque integral que incluye propuestas educativas, articulaciones institucionales y acompañamiento a las familias. Si bien nació después de la pandemia, su fundadora se formó como trabajadora comunitaria durante ese período, lo que inspiró la creación de un espacio propio. Así, lo que comenzó como una necesidad urgente se transformó en un proyecto colectivo que busca sostener, con compromiso barrial, lo que muchas veces las políticas públicas no alcanzan.
Fueron anónimas durante la pandemia y lo siguen siendo. Líderes sociales que sostienen en el anonimato las carencias donde el Estado no llega. Son heroínas de los barrios, como el caso de Nataly Lombardo, quien integra la rama sociocomunitaria del Movimiento de Trabajadores Excluidos y de Barrios Unidos. Desde allí articula con instituciones como la Fundación Moviport, el Hospital San Felipe y la Universidad Tecnológica Nacional.
Nataly María Luján Lombardo nació en San Nicolás. Fue criada por sus abuelos y asegura que tuvo una infancia y adolescencia “increíble”; ese es el término que elige para definirla. “Pero también cometí errores que me llevaron a cambiar de vida. Todos esos errores, aceptados y trabajados, me llevaron a ser la persona que soy”, expresa.
Aclara que nunca llegó a estar en situación de calle, pero vivió momentos difíciles junto a su familia. Fue entonces cuando recibió ayuda de un comedor que aún continúa en pie en barrio San Martín: el comedor y merendero Igualdad, espacio que pertenece a la iglesia evangelista Dios es Amor y que lleva la impronta de su pastor, Marcelo Vitrano, quien siempre repite: “Cristo estaba entre la gente, fuera del templo”.
“Allí inicié mi camino en lo social. Un día faltaban ‘profes’, como les decían, y me ofrecí a colaborar. Así empezó mi historia. En Igualdad me formé, me capacité y aprendí muchísimas cosas. En ese espacio me devolvieron la esperanza y las ganas de vivir”.
A los 17 años escapó de su casa. Cuando quedó embarazada de su hijo mayor, su familia no aceptó que tuviera al bebé. Comenzó desde cero. “Anduve rodando”, dice ella. “Un día acá, un día allá, otro día en otro lado, hasta que conocí a mi pareja actual. Estaba embarazada de cuatro meses y él decidió hacerse cargo”.
Primero vivieron en la casa de su suegra, luego alquilaron una casilla en barrio San Jorge, más tarde en barrio San Francisco. Hasta que, nuevamente desde cero y sobre un terreno pelado, empezó a construir su casa en barrio San Martín. Siempre sin servicios formales, como tantas familias sin techo, arrancaron con una pieza precaria.
“Hace dos años dije: ¿por qué no empezar un proyecto propio, en el que pueda devolver un poquito de todo lo que me ayudaron cuando realmente estaba mal? Pero hacerlo de corazón”.
Así nació Pequeños Héroes. Un grupo de vecinos y amigos se sumó, las puertas comenzaron a abrirse, y Nataly puso en juego todo lo aprendido. Su convicción es que un comedor y merendero no debe limitarse a ofrecer un plato de comida: debe también trabajar con las familias y articular con el Estado.
“Al principio arrancamos con donaciones de los negocios del barrio. Muchas veces compramos de nuestro bolsillo la mercadería, el pollo, la verdura, el gas. Así, poquito a poquito, fuimos implementando redes sociales, conocimos gente que nos contactó, y les contamos que iba a funcionar como el comedor Igualdad: ayudar, contener y acompañar las falencias de la zona. No se puede hacer magia ni tapar el sol con un dedo, pero sí poner un granito de arena para marcar la diferencia”.
Actualmente, el comedor trabaja con el Hospital San Felipe en su proyecto de cocina saludable en los territorios. También articula con las escuelas de la zona y con instituciones como la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).
“Trabajamos también con la Fundación Moviport en el proyecto de una huerta orgánica, en conjunto con el Jardín 918 del barrio. Uno de los primeros que apareció fue Juan Manuel Cachari, quien tiene un gran corazón y siempre nos asiste”.
Nataly destaca especialmente a Milagros, coordinadora de la ONG Uniendo Metas, que acompaña a los chicos a estudiar y desarrollar proyectos. El año pasado, participaron del proyecto de la ONU junto a la escuela Misericordia, con la que vienen generando lazos de trabajo.
“No quiero olvidarme de las mujeres de la Asociación Misión Papá Noel. Es el segundo año que trabajamos con ellas, y estamos eternamente agradecidas y agradecidos”, resaltó.
El pasado 22 de marzo, Pequeños Héroes celebró su segundo aniversario rodeado de juegos, música y el acompañamiento de instituciones que forman parte de su entramado solidario.
Hoy, lo que comenzó como un gesto nacido desde el dolor y la necesidad, es una red viva que alimenta, cuida y educa. Y, sobre todo, inspira.



