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Picky Dignani, el corazón anónimo de Regatas

Hincha y colaborador incansable, construyó durante más de treinta años un camino de entrega silenciosa en el Club Regatas. Entre tablones, utilería y pasiones heredadas, hoy comparte con su hijo Luca la misma camiseta y el mismo sentimiento

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Con más de tres décadas de entrega al Club Regatas, Daniel “Picky” Dignani se convirtió en un engranaje vital del fútbol náutico. Siempre presente, muchas veces desde la soledad de los tablones y hoy bien acompañado por su hijo Luca, este hincha, socio y colaborador encarna como pocos el verdadero sentido de pertenencia. “Mi casa, mi lugar en el mundo… es como que los problemas desaparecen cuando paso la portería del club”, confiesa con emoción a GOLAZO.

Su vínculo con el fútbol viene desde la cuna. “Me llamo Daniel Mario por Bertoni y Kempes, nací después del Mundial 78. Desde los 5 ya escuchaba partidos en la radio”, recuerda con una sonrisa. Su hermano Ricky fue quien lo llevó por primera vez al club, y desde entonces no hubo vuelta atrás: el fútbol de Regatas pasó a ser parte de su vida diaria. A los 18 años ya era utilero junto a Miguel Turchi, vendía rifas, cobraba entradas en la boletería y hacía todo lo posible para darle una mano a la institución. Su presente laboral lo encuentra en el Tribunal del Trabajo N°1, aunque también se dedica a la pintura, su oficio de siempre. Pero cuando el reloj le regala un rato libre, el destino es uno solo: el Náutico. “Hace 30 años que colaboro con el club y lo veo muy bien, firme desde hace más de diez años, aunque todavía hay mucho por mejorar, sobre todo en los campos de entrenamiento y la iluminación del Prado”, comenta mientras repasa cada rincón del Prado Español y de la isla.

El último campeonato lo marcó de manera especial. “Fue un premio al trabajo duro del plantel, del cuerpo técnico, de los colaboradores y de la subcomisión. Veníamos de perder la final del año pasado, fuimos por la revancha y lo logramos con creces”, relata todavía emocionado. Y al recordar el primer superclásico nicoleño en el Estadio Único, lo resalta sin dudar: “Estuvo diez puntos, un marco increíble, sin incidentes, un gran acierto de la Liga. Creo que es una manera de acercar el fútbol local a quienes no concurren domingo tras domingo”.

Para Picky, el proyecto Barbieri sigue vigente más que nunca: “Súper positivo, en lo teórico y en los números”. Lo mismo que la participación en el Regional Amateur: “El balance es más que bueno, fue una gran apuesta, se conformó un plantel bárbaro, con un grupo humano excepcional. Estuvimos a un cruce de poder jugar la final por el ascenso al Federal A”. Frente a las posibles críticas de la categoría, asegura: “Para mí siempre vale la pena intentarlo, hay que mirar siempre para adelante”.

Aunque muchos asocien a Regatas con la enorme historia del básquet, Dignani defiende con orgullo al fútbol de la Ribera: “Regatas es una institución que moviliza gente siempre en la actividad que sea. Por supuesto que el básquet tiene una historia inmensa y durante los años de la Liga Nacional nuestro club recorrió el país entero. Pero el fútbol mueve y genera muchísimo; en partidos importantes convoca igual o más que un partido de básquet, tengamos en cuenta que es una competencia local”, afirma el colaborador incansable.

A la hora de elegir su 11 histórico, lo piensa con cuidado: “Maxi Surraco, Andrés Ferrari, Mauro Ressi, Guillermo Stoppani, Agustín Mazzeo, Pablo Casas, Facundo Gorriz, Gustavo Ferrau, Matías Velando, Juan Cruz Varas y Walter Carreras. Es muy difícil hacer un once ideal después de haber visto jugadores fantásticos, cracks, fueras de serie, pero traté de juntar calidad con cantidad de partidos jugados. O sea, jugadores que hayan vestido la camiseta en al menos un centenar de partidos. Creo que la huella se deja cuando recorrés un camino dentro de la institución. Ah, y formaría un trío para dirigir: Rómulo Chávez, Leo Lima y Sergio Barbieri”. También reconoce que hubo grandes jugadores y entrenadores a los que no pudo ver por una cuestión de edad.

Cuando se menciona a su sangre más profunda, Vale y Luca, no duda y se emociona: “Son mi sostén, mi presente, mi futuro… los que están siempre al pie del cañón para cuando las cosas no salen como uno lo desea. Nada sería posible sin la presencia y el apoyo de ellos”.

Picky no necesita estar en la foto ni figurar en gigantografías de títulos. Se lo vio siempre en la tribuna, callado, tomando nota mental, viviendo el partido como un hincha más. Ahora esa postal se volvió todavía más emotiva: lo acompaña su hijo Luca, que con apenas un puñado de años ya empieza a heredar esa pasión. Padre e hijo comparten la misma mirada, la misma camiseta y ese sentimiento que no se explica con palabras. En esa escena simple, sin flashes ni micrófonos, se resume el verdadero amor por su club.

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