Historias

Rolo, el perro patagónico que disfruta de la nieve y acompaña a los turistas

Tiene hogar, está cuidado y bien alimentado, pero cada vez que lo sueltan después de jugar en la nieve se va con su hermana Inca en busca de mimos y un bocadito al hotel vecino y espera su momento detrás del ventanal con un gesto irresistible. Una deliciosa historia en la Patagonia.

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En Caviahue, hay un perro que siempre se las ingenia para conseguir lo que quiere: es el Rolo y vive al lado del hotel donde trabaja Valentina Sepúlveda de cara al lago en esta maravilla de la Patagonia cubierta por la nieve a 360 kilómetros de Neuquén capital, en el centro-oeste de la provincia y con Chile del otro lado de las montañas. Aquí, al pie del volcán Copahue y a 45 minutos del hito fronterizo, le encanta jugar entre los copos blancos con su hermana Inca y juntos corren cada vez que los suelta Stefi para que vayan a divertirse en esos paisajes de cuento, entre las araucarias y el muelle donde paran las gaviotas.

“El Rolo siempre viene a pedir algo después de jugar en la nieve en Caviahue”

Rolo siempre arma su propio plan después de los juegos. Y no tiene misterios: consiste en apostarse del otro lado del ventanal del restaurante del Hotel Lago Caviahue y poner la cara más dulce del mundo para que le habiliten un bocadito. Y si no alcanza, levanta la patita y con suavidad la apoya en el vidrio, un golpecito leve para recordar que está ahí.

El Rolo tiene a la cómplice perfecta. Es Valentina, que no puede resistir la tentación de salir a acariciarlo y regalarle un bocadito. Puede ser un pedacito de torta frita, de pan o de medialuna, siempre sin que se entere el cocinero. Y pese a las advertencias de Stefi, que le pide que no le de, que tiene su alimento. “La mamá me tiene amenazada”, dice Valentina y se ríe.

El Rolo también acompaña a los turistas cuando salen a caminar en el nieve en Caviahue

“Y ahora soné, porque con este video se va a enterar el cocinero”, bromea y vuelve a sonreír. Lo filmó Daniel, un turista que estaba en el restaurante y lo vio. Enseguida, claro, abrió la ventana y le dio un pedacito de pan. Difícil no acercarse al Rolo, le pasa a ella y a los huéspedes que también lo miman y le dan algo. También suele acompañar a los turistas cuando salen a caminar.

“Es que el Rolo es inteligente, pone esa carita que está mendigando y se viene al ventanal y no hay manera de no darle algo”, dice Valentina.

“Y si no está, cuando salgo se viene enseguida moviendo la cola, así que le voy a buscar algo. Después viene Stefi y me reta. Y ahora también me va a retar el cocinero”, dice Valentina y vuelve a su puesto en la recepción con una sonrisa. Detrás del ventanal, el Rolo juega en la nieve. Sabe que pronto se acercará para empezar con la rutina más encantadora.

Fuente: Con información de Rio Negro

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