Daniel Ricart es un nombre que resuena en los círculos académicos del mundo. Su historia de niño prodigio, mezcla fascinante de talento, esfuerzo y una visión transformadora de la educación, no solo lo destaca por poseer un récord mundial universitario, sino por haber creado un proyecto educativo para alumnos con altas capacidades intelectuales.
El hombre nacido en Villa Ballester pasó sus primeros años de vida en Carmen de Areco, donde sus padres trabajaban en una pollería familiar mientras su abuelo repartía verduras a caballo. Cuando Ricart estaba en edad de empezar preescolar, sus papás decidieron regresar a vivir al conurbano bonaerense.
“Hice toda la primaria en el Colegio José Hernández de Villa Ballester y la secundaria en el Colegio Nacional Comercial Manuel Belgrano. La escuela, por supuesto, siempre me pareció muy aburrida. Pero en segundo año encontré otros mecanismos para entenderme, y uno de ellos era hablar fuera de clase con los profesores”, recordó Ricart.
Desde aquellos años mostró una insaciable curiosidad intelectual que pronto chocó con la monotonía del sistema educativo tradicional. Su insatisfacción sembró en él el deseo de buscar maneras alternativas de aprendizaje.
A los 18 años, Ricart ingresó a la Universidad de Buenos Aires (UBA) con el afán de convertirse en contador público. En un impresionante récord, completó la carrera en un año y 10 meses, un logro que aún no ha sido superado.
“Fue una época maravillosa, tuve los mejores profesores que uno se pueda imaginar”, expresó. Este logro le valió el premio de Joven Sobresaliente de la Argentina, otorgado en 1990 por un jurado de notables, entre los que se encontraba el renombrado cardiólogo doctor René Favaloro. El reconocimiento se lo entregó en mano el expresidente Carlos Menem.
“Me tocó ir a programas como el de Mirtha Legrand, Susana Giménez, Bernardo Neustadt, Mariano Grondona, estar en notas de revistas como Gente. Eso me ayudó mucho a conseguir la notoriedad que hacía falta sobre la problemática de educar a chicos con talentos especiales”, explicó.
La influencia de René Favaloro en su vida
Conocer a Favaloro fue un punto de inflexión en su vida. “Él consideraba que la educación era la base de la construcción de cualquier sociedad”, dijo Ricart, que bajo la tutela del médico pudo desarrollar una visión para un proyecto educativo inédito.
“Me ayudó desde diagramar mi carrera en el exterior hasta ponerme algunos compromisos, como graduarme y volver a la Argentina para iniciar mi proyecto educativo. Su consejo y restricción moral fue ‘nunca incursionar en la política’. Después de mis padres fue la persona más importante de mi vida”, sostuvo.
Ricart agregó: “Me ayudó a organizar la fundación, a conseguir aportes de empresarios para darles beca a los chicos carenciados, a diagramar el primer sistema público para la optimización de la calidad educativa de frontera que se hizo en la provincia de Mendoza. Fueron muchas cosas”.
En la actualidad, el contador divide su año en tres partes: tres meses en la Argentina, tres meses en Estados Unidos y tres meses en Inglaterra. En la Argentina, dirige la Fundación Ricart, una organización sin fines de lucro que se dedica a la educación de estudiantes con talentos especiales. En Estados Unidos e Inglaterra, ejerce su profesión como contador público y economista.
El “método de casos” que trajo de Harvard
Una de las innovaciones es el “método de casos”, un enfoque educativo que adaptó de la Universidad de Harvard, donde realizó estudios de posgrado. Este método, que fomenta la aplicación práctica del conocimiento teórico, sirvió para modernizar la educación en varias escuelas argentinas.
“Más allá de los sentimientos y los intereses infantiles, en la primaria ya sentía curiosidad, sobre todo en el área de ciencias, que es una disciplina muy difícil de abordar fuera del colegio. Sobre todo con mis papás, que no habían terminado la primaria. Sufrí tener un montón de inquietudes intelectuales y curiosidad que la escuela no me podía dar”, reveló.
“Mi vida en la actualidad es muy gratificante”, agregó Ricart, que luego de graduarse en la UBA realizó un posgrado en Harvard. De allí, a fines de los 80, trajo a la Argentina el “método de casos”, el cual consiste básicamente en “aprender haciendo”. Un sistema poco usado en el país, pero sí por él en las tres sedes del Colegio Norbridge que creó (Saavedra, Pilar y Ciudad de Mendoza).
Su escuela, con tan solo 1000 vacantes, se dedica a chicos de nivel inicial, primaria y secundaria. Además, su ONG colabora con 24 escuelas públicas, rurales y de frontera. “Elegimos a los chicos con mayor potencial, aún si no pueden pagar toda la currícula”, explicó.
Ricart completó: “El ‘método de casos’ nos permitió avanzar en el proyecto de permitir a los estudiantes transferir a la vida cotidiana con mayor fluidez lo que se aprende en la escuela. Gran parte de la deserción escolar vinculada al desinterés académico tiene que ver con que los chicos no encuentran utilidad de lo que se aprende en el aula”.
Fuente: Con información de TN