
Sebastián Ferreyra, su vida pasó por varios altibajos emocionales, baja autoestima y poca claridad sobre su desarrollo en la vida. Argumenta que su elección sexual influyó en todo ese camino inestable. Su lado artístico hizo que lograra una estabilidad con sus sentimientos y forma de pensar, convirtiéndolo en actor y docente de esa misma rama artística. Además, es pastelero y alterna dicha profesión con la docencia. Una persona que busca descubrirse y descubrir todo el interés por todo lo que atraviesa su vida. Referente de “Orgullo San Nicolás”, un espacio de libertad con diferentes realidades.
Su vocación por el teatro: “Existe una mirada errónea en la cual se indica que buscás ser actor para pegarla, irte de la ciudad y hacer plata. Puede existir esa versión, pero en mi caso es muy distante a ello. Quise ser actor para desarrollar mis expresiones, mejorar la comunicación con el mundo o al menos entenderlo un poco más. Además, los grupos actorales independientes que existen en la ciudad son fantásticos e intercambiás opiniones o formas de ver determinada situación que tarde o temprano te llevan a mejorar como actor y como persona.”
La revelación de su lado artístico: “Todo ocurría entre cuatro paredes y en la soledad. Ponía la música fuerte, cantaba, bailaba, actuaba diálogos de novelas, hasta que en un momento tomé la confianza necesaria para empezar a estudiar la docencia en actuación. Es un mundo necesario para mí, ahí canalizo todo lo que me pasa y veo cada proceso de los demás ante lo que sienten, es un aprendizaje constante. Hoy en día, como docente, busco llevar ese descubrir que yo atravesé para estar acá, conocer nuestras capacidades, cómo funciona nuestro cuerpo, la voz y el potencial que uno tiene a través de la actuación.”
El poder del teatro: “El teatro trae muchas incomodidades, no todo el mundo puede manejar sus emociones arriba de un escenario o estar frente a muchas personas o un pequeño grupo. A mí lo que me brindó desde el primer momento fue seguridad para animarme a todas esas cosas que no hacía por timidez o por un pensamiento erróneo. Como caradura que soy, hago danza contemporánea aunque crea que lo hago mal. También hago pole dance sport, algo que no tiene nada que ver con todo lo demás, pero está buenísimo. Todas esas cosas hoy las hago producto de animarme y no quedarme con dudas sobre mis capacidades. Claramente, ese lado desafiante y esa confianza en mí mismo me las brindó exclusivamente el teatro.”
La caída de los paradigmas: “El arte está para eso, para romper paradigmas y crear nuevos. Como persona te ponés trabas producto de críticas, prejuicios o maltratos. Desde el plano personal, el arte llega para que puedas romper con las injusticias y brindarte herramientas para afrontar lo que venga, ya sea desde el plano artístico, social o personal.”
La emoción del arte: “El camino recorrido, los artistas con los cuales trabajé, el ego, los proyectos hechos y los que vienen me llevan solamente a una palabra: el contagio. Ver en cada ambiente o espacio donde estoy cómo cada uno va aportando lo suyo debido a lo que otro expresa o cómo se mejoran las ideas a través del trabajo en conjunto es lo que lleva a emocionarme con la profesión. Sacarle brillo al lado humano, a pesar de las dificultades que existen, es maravilloso. Otro punto que me emociona es la polifuncionalidad del actor y ver cómo transforma la realidad a través de lo que hace.”
La unión de la pastelería y el teatro: “Ambas profesiones requieren entender los tiempos. Todo lleva su proceso, ya sea frente a un horno o a un escenario. Costó aprenderlo, pero el disfrute por hacer lo que hago me hizo todo más llevadero.”
El espacio que representa “Orgullo San Nicolás”: “Es un espacio donde vas a ser libre, totalmente autogestivo y en constante lucha en defensa de las minorías. Es importante hacer visibles las situaciones que afrontan dichas minorías e interpelar o incomodar a la sociedad mostrando que existen diferentes realidades. Es un trabajo arduo, dado que cada uno deja de hacer cosas personales para estar en esto. Asumimos un compromiso social importante que necesita seguir estando en la ciudad, a pesar de su mentalidad retrógrada.”
Solventar un deseo de cambio en la forma de vivir, pensar y desenvolverse ante el mundo requiere valentía, ese sentimiento que hace actuar a pesar del miedo. Seba, de manera sorpresiva, dejó llevar sus emociones al punto de encontrarse con el arte, lo que le otorgó la confianza y seguridad necesarias que antes carecía. Hoy en día afronta esa lucha que muestra realidades distintas. El arte nutre no solo desde un plano artístico sino también humano, anteponiéndose a todo aquello que genere malestar a causa de no entender lo que se debe sentir. Los sabores y aromas del arte siempre traen nostalgia y placer, y esa es otra forma de conmover.