
Asesinaron a Morena Verri (20), a Brenda Loreley Del Castillo (20) y a Lara Morena Gutiérrez (15) en Florencio Varela (Buenos Aires). La principal hipótesis de la investigación es que el triple femicidio se perpetró en el marco de una venganza de una organización transnacional de narcotráfico dirigida desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Así lo expresó el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso. Al conocerse la noticia, miles de mujeres y personas del colectivo LGTB se convocaron en distintas ciudades. Salieron a las calles bajo un mismo reclamo: justicia. Y una misma reivindicación: fue femicidio.
Hasta el momento hay cuatro personas detenidas. Alonso advirtió que “hay más personas involucradas”. Las autopsias confirmaron que las mataron en la noche del viernes, cuando desaparecieron, y la brutalidad de los crímenes. Las familias de las jóvenes radicaron la denuncia el sábado, pero la Policía se negó a accionar hasta el lunes, argumentando que «no estaba la fiscal».
Liliana Leyes es secretaria de Género en ATE Rosario y secretaria de Derechos Humanos en la CTA. Además integra la Asamblea Lesbotransfeminista de Rosario. Relata que, al conocerse la noticia, resolvieron convocar a una movilización: había que salir a la calle. La concentración fue en la Plaza San Martín, frente a la sede de la Gobernación.
«Hubo muchas pibas jóvenes, mucha conmoción en ellas por la bronca, la rabia y el asqueo de saber que las políticas públicas que teníamos en género y diversidad fueron arrasadas y que eso tiene consecuencias», dice Leyes.
Violencia de género y narcocriminalidad
Entre las principales hipótesis sobre el móvil del femicidio, Alonso indicó una presunta «venganza de una organización narcocriminal» con sede en Capital Federal. Respecto a la relación entre la violencia de género y crimen organizado, Leyes advierte: “Se relaciona mucho, las mujeres en todo el mundo hemos sido trofeo de guerra”. Agrega: “Las mujeres en Rosario, por ejemplo, son parte del entramado del narcotráfico cuando sus parejas van presas. Son las que sostienen después, porque no les queda otra. Cuando el país se empobrece de la forma en que se está empobreciendo a la clase trabajadora, con miles y miles de despidos, las redes de trata y de narcotráfico crecen“.
Pero enfatiza: “Quiero aclarar que para el movimiento feminista, el movimiento de mujeres y disidencias, no hay nada que justifique un crimen atroz como este y que la violencia machista y patriarcal está inserta en la cultura para que haya pasado lo que pasó”.
“Más allá de que las redes de narcocriminalidad tengan como sistema el castigo o la ‘venganza’, lo separo claramente porque a nosotras nos matan todos los días y nos matan por ser mujeres. Por eso decimos: el triple crimen fue femicidio. Que el móvil de la venganza narco no tape que fue femicidio. Todo lo que se está diciendo alrededor no tiene que tapar esto, y esa fue la reacción de las mujeres y disidencias que salimos a las calles ayer“, reflexiona.
Añade: “El poder político y policial que está totalmente emparentado con esas redes. Y hay que puntualizar que necesitamos justicia, que necesitamos que dejen de matarnos, que las políticas públicas tanto en la Nación como en Santa Fe, tienen que estar destinadas a prevenir esta violencia“.
La entrevistada apunta a la reducción del presupuesto destinado a políticas de género y a que no se implementa la Ley Micaela. “Queremos que la próxima vez que una familia vaya a un sábado a denunciar que desaparecieron sus hijas, se las atienda, se las escuche y se salga a buscar inmediatamente a las hijas. No que se diga, como se dijo en este caso y siempre, que hay que esperar al lunes que venga la fiscal“, reclama.
Tres femicidios del negacionismo estatal
En discursos oficiales, en decretos, en la legalidad estatal se niega sistemáticamente la violencia de género. “Este organismo fue creado y utilizado por la administración anterior con fines político-partidarios para propagar e imponer una agenda ideológica”, se dijo desde el Ministerio de Justicia para avalar el cierre del Ministerio de las Mujeres.
En enero de este año, la prensa informó que el gobierno enviaría al Congreso un proyecto para eliminar la figura de femicidio del Código Penal, manifestándose en contra de las medidas de acción positiva, que son medidas que deben tomar los Estados para abordar las desigualdades estructurales en la población. El partido gobernante alegó el principio de igualdad ante la ley omitiendo —ya no se puede hablar de desconocimiento legal en funcionarios del Estado— que para las mujeres y diversidades sexuales faltan condiciones materiales y simbólicas para lograr dicha igualdad.
En 1979, las Naciones Unidas firmaron el tratado internacional CEDAW (por sus siglas en inglés). Fue conocido como el ”tratado de los derechos humanos de las mujeres”. El fundamento primordial de ese tratado es que existen formas de violencia específicas y cercenamiento de derechos que afectan de forma particular a las mujeres. La violencia física con motivos de género es solo un ejemplo: cuerpos tocados sin consentimiento, violados, golpeados, asesinados, descuartizados, desfigurados. Otra especificidad es que, en esos actos de violencia, la mayoría de los victimarios son varones.
Según el Observatorio Lucía Pérez, en 2024 hubo 291 femicidios en todo el país; 28 de ellos de mujeres que habían realizado denuncias previas. El mismo observatorio indica que, hasta agosto, los femicidios de este año fueron 178. El Observatorio Ahora que sí nos ven, en tanto, relevó 164 femicidios en lo que va del año. Precisa que el 42% fue cometido por una pareja y el 29 por una ex pareja.
¿A quién le sirve negar que los femicidios existen, que la violencia de género existe? Solo a las fuerzas políticas que eligen como adversario al a los feminismos, a su capacidad de denunciar la desigualdad, a su objetivo de que las mujeres vivan libres y sin miedo, a su inscripción en la memoria colectiva, a su potencia para mover las bases del statu quo.
Florencia Rovetto es responsable del Área de Género y Sexualidades de la Universidad Nacional de Rosario, que también participó de la convocatoria de ayer. “Un gobierno que niega la existencia de femicidios y la existencia de las desigualdades de género habilita discursos y prácticas que las refuerzan, como en este caso. En nuestro país los índices de femicidio se han incrementado, y eso demuestra lo que se genera a partir de esa negación“, asegura. Apunta, en el mismo sentido que Leyes, que la eliminación de programas de asistencia y acompañamiento expone a las mujeres a situaciones “de violencia cotidiana en manos de sus parejas o exparejas y a violencia simbólica o discursiva en los medios de comunicación”.
El negacionismo del gobierno nacional fue la plataforma discursiva para justificar el cierre del Ministerio Género y Diversidad y la eliminación de políticas como el programa “Acompañar”, entre otros. “Eso tuvo consecuencias sobre todo en las compañeras de los barrios que somos las que sufrimos determinados tipos de violencias cotidianas. Hoy somos las organizaciones las que estamos acompañando esas situaciones porque no hay políticas públicas para eso“, denuncia Leyes.
“Que se dijera desde los ámbitos de mayor poder que las mujeres no tenemos derechos o que las diversidades no existen fueron las que causaron, por ejemplo, el triple lesbofemicidio de Barracas (en Buenos Aires). Acá en Rosario hace dos semanas aparecieron dos cuerpos mutilados en una bolsa y no hubo muchas noticias sobre eso“, agrega.
Violencia de género, hambre y abandono
Leyes sitúa el crecimiento de las redes del crimen organizado con el contexto de precariedad actual. “Esos negocios turbios crecen alrededor de la pobreza absoluta. Este año tuvimos miles de despidos. Y eso repercute en la familia cuando la madre o el padre, hablando por ejemplo de una familia heteronormativa, quedan sin laburo. Eso repercute fuertemente, sobre todo cuando los medios masivos de comunicación muestran lo que hoy tiene que ser una piba o un pibe: tener la última zapatilla, el último celular. Y cuando en la casa no se puede pagar eso, suceden cosas como estas”.
“Este triple femicidio se produce en un contexto de profunda desigualdad social y de crecimiento de la feminización de la pobreza, de pauperización de los territorios y de las poblaciones más vulnerables y de abandono completo del Estado“, coincide Rovetto.
Según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), en 2024 la tasa de desempleo de los varones y las mujeres jóvenes (entre 14 y 29 años) fue de 13,6% y 16,1%, respectivamente. Hubo, entre ambos géneros, una brecha de 2,5 puntos porcentuales. En el último año, se incrementó en 1,7 puntos porcentuales la desocupación en varones jóvenes y 3,4 puntos porcentuales la desocupación en mujeres jóvenes.
Con base en estos datos, Rovetto analiza: “Las jóvenes quedan mucho más expuestas a situaciones como las que atravesaron estas tres mujeres, que se vincularon, ya sea por el trabajo sexual o por el narcomenudeo con bandas criminales. El Estado no aparece para controlar esto ni para ofrecerles alternativas de vida a estas jóvenes“.
“Las desigualdades de género son estructurales, afectan a todas las personas en todos los territorios. Pero en los espacios donde los narcotraficantes o los grupos organizados delincuenciales tienen tanto peso, el contacto de la población con estos grupos es directo. Ahí no solo aparecen las desigualdades de género sino también las desigualdades de clase o las desigualdades de acceso a bienes materiales“, añade.
«Algo habrán hecho»: noticias de ayer
En cuanto a la cobertura mediática del triple femicidio, Rovetto identifica “una estigmatización de las mujeres pobres, que ya estaban estigmatizadas antes por ser negras, pobres o villeras. Y que además es una forma de decir ‘por algo les pasó esto’ y culpabilizarlas de ser víctimas. ‘Están ahí porque de alguna manera ellas se lo buscaron’ es el mensaje, cuando en realidad no tuvieron otra alternativa. Y muchas veces no hay más alternativa que ejercer el trabajo sexual o dedicarse al narcomenudeo”.
Leyes coincide: “Hay que puntualizar la forma en que las compañeras fueron asesinadas y la forma en que los medios de comunicación tomaron esto. Hablan de la prostitución, de que una de ellas tenía 15 años, de quién organizaba el trabajo y no de que fueron tres mujeres asesinadas por ser mujeres y que estaban en situación de pobreza“.
Rovetto cuestiona: “Es más cómodo pensar que ellas se lo buscaron y no que hay que generar un programa integral que transforme profundamente nuestras desigualdades sociales para revertir estas situaciones. Es más cómodo para los medios, pero también es más cómodo para los políticos, que se llenan la boca en campaña hablando de todo lo que van a hacer y después, ni gobiernos progresistas ni no progresistas, generan ninguna transformación estructural“.
Por eso, propone la necesidad de continuar en las calles y organizadas. “Eso demostramos ayer en la concentración que hubo en todo el país, porque todo está peor que antes, porque hay una avanzada de los discursos de odio y de derecha que niegan las violencias de género y las desigualdades estructurales de género. Y necesitamos seguir exigiendo justicia y reclamando por más presupuesto y políticas públicas para abordar estas desigualdades”.