La experiencia de una película entre el terror y el misterio ha sido moneda corriente con el correr del nuevo milenio, pero solo una persona ha sabido interpelarla de forma deseada, esa persona es nada más y nada menos que M. Night Shyamalan.
Una nueva historia del director hindú nos muestra a un padre y su hija adolescente asisten a un concierto de pop, donde se dan cuenta de que están en el centro de una trama oscura y siniestra.
Dicha trama oscura y siniestra se debe a que el padre en cuestión es una persona buscada por diferentes entidades policiales por crímenes y abusos que cometió. Dichos organismos deciden armar un concierto para poder capturarlo.
Está película marca el regreso a primera plana de Josh Hartnett, el actor que le da vida al personaje principal de la historia conocido como Cooper/El Carnicero. El actor participó durante su carrera en varios éxitos que marcaron la historia como “Pearl Harbor” y “Oppenheimer” pero hacia bastante tiempo que no estaba en el rol protagónico.
La música cumple un rol fundamental en el rodaje de esta historia dado a toda la acción se desarrolla en un concierto y algunos movimientos del concierto van al unísono con las escenas de acción que muy bien son interpretadas por los personajes policiales.
La película podemos decir que se desarrolla en dos etapas: una que se puede considerar introductoria en la cual se puede ver a un padre con su hija cumpliendo el sueño de ir a un recital de su artista favorito y pasar un buen momento. Y la segunda es marcada por una pregunta del personaje principal hacia uno de los empleados de seguridad que dio a entender de que había algo extraño en dicho lugar, en dónde el personaje principal intuye que lo están buscando para atraparlo.
Está segunda etapa en un momento carece de guión al verse empobrecido por los diferentes clichés que marcan las historias de terror o misterio. Quizás sea el único punto flojo de esta entrega. La dirección es sublime en dónde los colores, montaje y musicalización desbordar a favor del terror sumado a escenas e interpretaciones que captan a la perfección el misterio que el director siempre ha sabido regalarnos en sus largometrajes.
Un dato curioso de “Trap” es que se basa en hechos reales ocurridos en Estados Unidos en los años 80.
El 15 de diciembre de 1985 la policía de Washington D.C. ejecutó la conocida “Operación Flagship”, lograron atrapar a varios delincuentes a través de la creación de un medio televisivo deportivo llamado Flagship International Sports Television, dónde ofrecía entradas gratuitas a un partido entre los Washington Redskins y los Cincinnati Bengals, además de sortear un viaje al Super Bowl. Las invitaciones fueron enviadas a unos 3.000 criminales; más de 100 se presentaron para reclamar su premio, encontrándose rodeados por más de 166 policías vestidos como animadores, personal de catering y mascotas deportivas cuando intentaron recoger sus entradas.
La nueva entrega de Shyamalan nos sumerge en el misterio generando la tensión precisa entre el bien y mal anteponiendo actuaciones magníficas dónde se puede ver la realidad de los diversos operativos policiales que se utilizan en Estados Unidos en la actualidad. No decepciona y sigue la línea que en toda su carrera nos brindó.
Larga vida al séptimo arte.
Fuente: por Mariano Kane
