
“Estamos ante un momento de inflexión en la industria automotriz global sumado a un importante cambio del comportamiento de consumo de la sociedad, donde el auto pasa de ser un bien transable y aspiracional, a ser un móvil para la experiencia del usuario”, remarcó Alejandro Van Thillo, CEO del Grupo Murchison.
Alianzas clave con el ecosistema emprendedor
Una de las primeras jugadas que reflejan la estrategia concreta de Murchison es su asociación con MyKeego, startup argentina que ya opera como plataforma de carsharing (uso compartido de viajes).
Esa alianza no solo implica capital, sino también el aporte de vehículos para la flota, lo que sugiere que Murchison no se quedará en el terreno de la inversión financiera pasiva, sino que en este caso se involucrará activamente en la operativa.
De igual modo invirtió en Autonomy, una startup especializada en rent-to-own (alquiler con posibilidad de compra) para conductores de aplicaciones de transporte como Uber y Cabify. Este modelo permite al usuario comenzar con un uso más flexible del vehículo y, eventualmente, acceder a la propiedad o a condiciones más estables.
MyKeego, por su parte, ha construido ya una propuesta que permite reservar vehículos por minutos, horas o días mediante una app, con puntos de retiro (“Keego Points”) y una estructura digital que busca simplificar la experiencia.
La empresa también ha firmado convenios locales, como el del Automóvil Club Argentino, que le brindan descuentos a socios, lo que ayuda a ampliar su base de usuarios.
Ventajas competitivas de Murchison
Murchison tiene experiencia en operaciones complejas, gestión de flotas, infraestructura portuaria, depósitos fiscales y transporte. Esa capacidad le permite manejar mejor los activos físicos, reducir tiempos y costos internos, y coordinar aspectos como importación, distribución y mantenimiento con alta eficiencia.
Además, al diversificar en tres verticales -movilidad compartida, venta digital, financiamiento innovador-, la empresa busca no depender de un solo modelo, lo que le da mayor resiliencia ante fluctuaciones económicas, regulatorias o de demanda.
“El futuro de la movilidad no se construye desde cero, sino potenciando lo mejor del ecosistema emprendedor existente”, explicó Daniel Alexander, quien lidera el desarrollo corporativo del Grupo y su brazo inversor Murchison Ventures.
“Nuestra estrategia combina inversión de capital con activos físicos, equilibrando retornos de largo plazo y flujos operativos inmediatos”, completó.
El grupo Murchison viene desarrollando un fuerte vínculo con startups para sumarlas a su cadena de valor. Su herramienta, Murchison Ventures, es uno de los principales exponentes del desarrollo del corporate venture capital (CVC) en Argentina.
En una entrevista reciente, Daniel Alexander explicó: “Tenemos varias inversiones en startups, siempre como socios minoritarios y sin involucrarnos en la gestión, incluyen empresas de innovación en logística: Avancargo, Moova, Kargoru y Cargo Produce. También estamos en Wiagro, que se dedica a mejorar la conservación de granos con IoT y tecnología satelital; Dynami, que optimiza el rendimiento de baterías de litio; y Kavak, que lidera la digitalización del mercado de autos usados. A esto se suman propuestas como Autonomy, Loads y Orkid, que abordan nuevos modelos en movilidad, supply chain alimentaria y logística aérea”.
Desafíos de infraestructura, regulación y costos
El negocio de la movilidad compartida está en auge en todo el mundo. Y la experiencia demuestra que la ruta hacia el éxito no está libre de obstáculos. Los analistas del sector destacan en primer lugar que la infraestructura necesaria -estacionamientos estratégicos, flota bajo mantenimiento, digitalización, seguros adaptados, carga eléctrica si se opta por vehículos eléctricos- representa una barrera financiera y operativa considerable.
En Argentina y otros países de la región, los costos de mantenimiento, seguros, patentes y combustibles suelen ser elevados y variables, generando incertidumbre para los modelos que dependen de un uso intensivo de los vehículos.
La regulación es otro factor clave. Los marcos legales que regulan carsharing, renting o rent-to-own no están completamente desarrollados en muchos lugares. Existen vacíos legales en cuanto a responsabilidad civil, fiscalización impositiva, estándares de seguridad, inspecciones, tributos asociados al uso comercial de autos y licencias.
También el cambio cultural entre los consumidores es importante: aunque hay una tendencia creciente hacia el uso de servicios en lugar de la propiedad, todavía muchas personas prefieren tener vehículo propio por motivos de autonomía, status, seguridad o comodidad.
Potencial de mercado y escenario regional
Según datos aportados por Grupo Murchison, el mercado global de movilidad compartida supera actualmente los u$s120 millones, cifra que tiene un ritmo de crecimiento acelerado.
En América Latina, si bien se trabaja con una base más pequeña que en Europa o Estados Unidos, existe una gran fragmentación, lo que también significa que el espacio para capturar valor y escalar es considerable.
Ciudades densas, congestión, costos de propiedad elevados y logística urbana deficiente empujan a los usuarios a considerar alternativas como carsharing, renting corporativo o modelos de acceso progresivo al vehículo privado.
Además, la ventana de oportunidad se abre también por la necesidad de soluciones sostenibles para los próximos años. Los gobiernos y muchas intendencias ya muestran interés creciente por movilidad eléctrica, incentivos fiscales, reducción de emisiones y políticas de congestión urbana.
Frente a esto, Murchison Movilidad propone una visión de futuro donde el acceso flexible reemplace progresivamente a la propiedad tradicional del vehículo. Según el estudio McKinsey Consumer Pulse 2024, más del 50% de los consumidores jóvenes y urbanos están dispuestos a adoptar modelos de pago por uso de vehículos en la próxima década.
Fuente: Con información de Ámbito