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Zoe Gómez: una nicoleña inmersa en la fiebre del Mundial de Clubes en EE.UU.

Dejó San Nicolás para probar suerte en Estados Unidos y terminó viviendo desde adentro el debut de Messi en el Mundial de Clubes. Entre estadios llenos de argentinos, nuevos hábitos y mucho por descubrir, su historia resume lo que sienten miles que emigran

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Tiene 25 años, nació en San Nicolás y desde hace casi cinco meses vive en West Orange, en el estado de New Jersey. Como muchos jóvenes argentinos, Zoe Gómez decidió armar las valijas y animarse a una nueva vida lejos de casa. Lo que no imaginaba era que el fútbol –esa pasión inexplicable que atraviesa fronteras– la iba a reencontrar con sus raíces de la manera más emocionante: en el mismísimo arranque del primer Mundial de Clubes organizado por la FIFA con 32 equipos.

En el partido inaugural, el Inter Miami de Lionel Messi empató 0 a 0 frente al Al Ahly de Egipto. Y ahí estuvo ella, en las tribunas, vibrando con una hinchada que parecía más de La Boca que del sur de la Florida. “La verdad fue emocionante. Increíble. Y más porque estaba lleno de argentinos. Copamos el estadio. Solo se escuchaban cantos nuestros”, cuenta Zoe, con una sonrisa que traspasa la distancia.

Hincha de River, reconoce que había muchos fanáticos de Boca. Aunque vive en Orange, ya está evaluando cruzarse al otro extremo del país para ver al Millonario: “No descarto ir a ver a River, aunque tenga que viajar hasta Seattle para eso”, anticipa.

Detrás del fervor futbolero, hay una historia que resume a la perfección el fenómeno de tantos argentinos que buscan oportunidades en otros rincones del mundo. “Ya estaba un poco cansada de siempre lo mismo. Quería explorar nuevas experiencias, aprender inglés y crecer como persona”, explica sobre su decisión de dejar San Nicolás.

En su día a día, trabaja como niñera y asegura que la vida en EE.UU. tiene sus particularidades. “Acá todo es muy distinto. Todo está más organizado, se trabaja un montón, pero también se viaja mucho. Apenas arranca el año, ya tienen todos los viajes programados. Es una cultura diferente. Se come muy temprano, hay puntos de higiene en todos lados y mucha gente inmigrante, así que donde vayas encontrás a alguien que hable español”, resume.

La experiencia no solo le trajo un cambio de aire, sino también nuevos hábitos. “Cambié completamente mi vida desde que llegué. Algo que me sorprendió mucho fue que en todas las casas te sacás los zapatos al entrar y andás descalzo. Allá eso no existe”, cuenta entre risas.

Aunque disfruta de su presente, Zoe no deja de extrañar. “Se añora mucho la familia y la gente. Nosotros somos re amigueros, re divertidos. Extraño los asados de los domingos, los boliches, esas juntadas espontáneas”, confiesa. La soledad, sin embargo, no es un problema. “Soy muy sociable, siempre estoy con alguien. Me hago amigos en todos lados”, asegura.

En cuanto a lo económico, reconoce que puede vivir tranquila. “Lo más caro es la renta, pero con lo que ganás podés pagarla. Si querés ir a comer todos los días afuera, lo podés hacer”, explica, dejando entrever que, aunque el ritmo de vida es exigente, las condiciones permiten disfrutar.

Al ser consultada sobre su sueño, no duda: “Me gustaría terminar mi carrera, trabajar de eso y viajar por el mundo. Aprender idiomas, conocer otras culturas. No sé si quiero quedarme para siempre acá, quizás me mude a otro país. Pero lo importante es seguir creciendo”.

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