Demian Rugna, director argentino que tras su exito de su opera prima “Aterrados”, nos regala un largometraje inolvidable donde muchos tendrán mucho de que hablar.
Una entrega de 99 minutos en el cual el espectador va uniendo cabos hasta llegar a conclusiones diversas, intercalando con escenas fuertes desde lo visual y con una violencia digna de los mejores momentos del cine de terror.
Brevemente vamos a establecer una diferencia entre lo que es el terror y el horror: el terror dentro del cine son aquellas historias en donde lo inusual, incomprobable o hasta incluso lo no creíble se relata: maldiciones, posesiones, el regreso de la muerte son algunos ejemplos claros de este género.
En cambio el horror son situaciones cotidianas en las cuales la ansiedad, angustia o depresión nos altera de forma tal que nos cambia el curso de nuestras acciones.
“Cuando acecha la maldad” es una película que va al grano desde el minuto cero y continúa su historia increscendo a medida que se van resolviendo las problemáticas que la película desarrolla.
La historia transcurre en un pueblo remoto donde dos hermanos descubren a un hombre poseído por un demonio, ellos intentan ayudar a dicho hombre pero no logran cumplir con su cometido, caso contrario desatan el horror en todo el pueblo involucrando a los pocos habitantes del lugar.
El pueblo remoto donde transcurre la película tiene una premisa de que todo lo que está fuera de lo normal se considera maldito: personas con sobrepeso, con mayoría, con autismo e incluso aquellos animales que no tienen el color correcto a su raza.
La historia de los “encarnados” se va a ir desgranando con el correr de los minutos, hasta el momento que los hermanos deciden ir a buscar a su madre para que los ayude a resolver lo que plantea la película y explique los siete pasos que se deben realizar al momento de encontrarse con uno de ellos. Son seres en donde la maldad busca apoderarse de su cuerpo, alma y mente para luego poder liberarse e ir captando a otros cuerpos con el fin de alterar el orden de la vida.
Los dos hermanos protagonistas de la película son interpretados por Ezequiel Rodríguez y Demian Salomón que son los que realmente se llevan puesta dicha obra con sus actuaciones basadas en la incertidumbre, la ignorancia y la angustia por no poder descifrar como solucionar todo lo que está pasando. De hecho sus actuaciones son tan magistrales que opacan algunas actuaciones estelares como Luis Ziembrowski y Silvina Sabater.
Posee una narrativa maravillosa en dónde no toma al espectador como alguien más sino que a medida que se desarrolla la historia, quien la mire va a ir descubriendo junto con los protagonistas lo que está pasando. No tiene un guión estándar sino que lleva a luego de verla pensar en las diferentes escenas para luego poder ir llenando huecos en la historia.
Está forma de contar lo que sucede suele ser una arma de doble filo ya que al no ir contándote todo lo que va sucediendo, una vez finalizada quizás haya partes que no puedas rellenar, se te olvide o tengas dudas si vas por el camino correcto o no.
Es una película sucia, violenta e incomoda. El espectador estará tenso durante todo su desarrollo sobre todo al transcurrir escenas donde afectan a personas mayores, animales, niños y seres poseídos.
Una entrega repleta de giros argumentales cuidando su estética lo más orgánicamente posible pero a su vez siendo atrevida desde el plano perturbador.
Los puntos más altos de la obra son el maquillaje, las locaciones y la banda sonora que ya sea al unisono o por separado son detalles que no vas a olvidar.
La película es del 2023, ganó el premio a “Mejor película” en el Festival de Sitges (Barcelona), festival cúspide del cine de terror y fue catalogada como una de las mejores 3 películas del año anterior.
Ya se puede encontrar en la plataforma Netflix y más allá de lo inverosímil o absurdo que algunos críticos plantean, es una obra que será difícil de superar dentro del cine autóctono.
El cine nacional tiene puntos reconocidos en todo el mundo y eso es una cosa cierta. Solo hace falta entender que se necesita más acción y menos crítica desmedida.
Larga vida al séptimo arte.
Fuente: Por Mariano Kane