Historias

Son hermanos, dejaron el fútbol para abrir una heladería y sueñan con tener a Lionel Messi como cliente

Matías y Nicolás Castro pasaron del deporte profesional en Italia a convertirse en los dueños de una de las marcas que más creció en Córdoba.

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Los hermanos Matías y Nicolás Castro pasaron del fútbol profesional en Italia a convertirse en los dueños de una de las marcas de helado premium que más creció en Córdoba. Su historia combina herencia familiar, pasión y una dosis de audacia: en plena pandemia, cuando la mayoría de los comercios cerraban, ellos decidieron volver al país para abrir su propio negocio.

El destino los llevó primero al deporte: hicieron inferiores en Belgrano y luego emigraron a Italia para seguir su carrera futbolística. Pero el oficio los llamaba.

Los comienzos en el fútbol

Ambos nacieron en Córdoba capital y, como tantos pibes, crecieron con la ilusión de llegar a Primera. “Desde chiquitos jugábamos al fútbol. Arrancamos en el club Banco de Córdoba y después pasamos a Belgrano, donde hicimos todas las inferiores. Llegamos hasta reserva”, explicaron. Nicolás jugaba de mediocampista; Matías, de defensor.

Las carreras de los dos siguieron caminos parecidos: Nicolás pasó por Belgrano, luego por Sportivo Belgrano y Santamarina de Tandil, mientras que Matías jugó en Huachipato (Chile) antes de viajar a Italia. Allá los dos coincidieron en varias categorías del ascenso y hasta compartieron equipo en San Marino.

“Tenemos miles de anécdotas, más del ascenso que del profesionalismo. Desde vivir en un sótano de hotel por quedarme sin club, hasta jugar en canchas de arena”, recordaron. Pero también hubo momentos lindos: “Ganamos un título juntos en San Marino y eso nos permitió jugar la pre Europa League. Fue una locura”.

También tuvieron cruces con figuras. Nicolás compartió partidos en reserva de Belgrano con el Cuti Romero. Matías enfrentó a Carlos Tevez en una Copa Argentina 2016 jugando para Santamarina: “Perdimos 2-1, pero fue una experiencia inolvidable”.

Una herencia familiar y un sueño postergado

Si bien el fútbol ocupaba su vida, los Castro siempre tuvieron un vínculo profundo con el helado. “Nuestro papá tuvo una heladería en Córdoba, y nuestros abuelos italianos también. Crecimos con la idea de que algún día íbamos a retomar ese oficio”, explicaron.

La oportunidad llegó cuando estaban en Italia. Rodeados de heladerías artesanales, la idea tomó forma. Matías decidió estudiar la carrera de maestro heladero en Bologna, que por la pandemia podía cursarse a distancia. Mientras tanto, Nicolás se enfocó más en la parte comercial: marca, packaging, estética y comunicación.

La decisión de volver al país llegó en plena incertidumbre: mayo de 2020, cuando muchos negocios cerraban por el COVID-19. “Mi viejo nos dijo que era una locura abrir en ese contexto, pero estábamos convencidos por lo que habíamos visto en Italia. Sabíamos que podía funcionar”, agregó Matías.

Contactaron a un tío abuelo que conservaba la receta original familiar, y desde allí empezó todo. Las primeras formulaciones viajaban de Córdoba a Italia por WhatsApp: “Ellos me mandaban cómo había quedado el helado, y yo lo corregía desde allá. Era prueba y error. Ese ida y vuelta nos permitió darle a cada sabor una personalidad única”.

Con el tiempo, ajustaron cada receta al paladar local, manteniendo la esencia italiana pero modernizando combinaciones y texturas. Esos fueron los primeros pasos de “Leroma”, que acumula numerosos premios como la mejor heladería de Córdoba.

La búsqueda de un helado realmente premium

Para los Castro, el concepto de helado premium no se limita al producto: “Es una experiencia 360”. La calidad está basada en maquinaria italianamateria prima de primera línea y recetas balanceadas, pero también en un trabajo cuidado sobre la estética de la marca.

“En Italia comimos helados increíbles, pero notábamos que muchas heladerías no acompañaban con el marketing, el diseño o la experiencia visual. Ahí encontramos nuestro diferencial”, explicó Nicolás, que incluso estudió para ser contador antes de dedicarse de lleno a este proyecto.

Cada sabor tiene su receta propia, sin repetir bases. “Queríamos que cada helado tuviera su personalidad. Ese equilibrio entre base y agregados es lo que lo convierte en un helado premium”, dijo Matías.

El sueño máximo: que Messi pruebe sus helados artesanales

Hoy, el fútbol ya no es su trabajo, pero sí su cable a tierra. “Jugamos torneos amateurs, seguimos la liga, pero lo principal es la heladería. Igual, nunca nos vamos a terminar de despegar del fútbol”, reconocieron.

Y aunque ya tuvieron clientes famosos como Paulo Dybala, que suele recibir helados cuando visita Córdoba, hoy tienen un sueño más grande: “Antes soñábamos con jugar contra Messi. Ahora soñamos con que pruebe nuestro helado”, dijeron, entre orgullo y humor.

La vida les cambió, pero la pasión sigue intacta. Y el proyecto, que nació en plena pandemia, no para de crecer.

Fuente: Con información de TN

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