Historias

La escuela de Felipe

Más de dos décadas enseñando las primeras letras a estudiantes que junto a sus familias vivían en la geografía litoraleña

banner-noticia
banner-noticia

En 1968, la Corte de Justicia de la Nación dictó sentencia a favor de la provincia de Entre Ríos en la disputa por Buenos Aires por Las Islas Lechiguanas. Es así que, la administración bonaerense pierde el control de las 250 mil hectáreas de esta zona del Litoral. Sin embargo, los vínculos inmemoriales con los nicoleños se mantienen hasta hoy.

COSA CIERTA quiere poner en la memoria de sus lectores la labor del maestro Felipe Tiziano Bardallo, que por 22 años enseñó las primeras letras a esos alumnos argentinos que con sus familias habitaban la geografía litoraleña.

Aquella escuela en el Pavón tenía sus características identitarias particulares y distintas de la cotidianeidad urbana o rural. Aquella Escuela N° 59, ubicada en la Boca del Pavón, dependía del departamento de Gualeguay. El maestro Bardallo tenía 18 años cuando se recibió de docente y fue su primer destino; hijo de una familia humilde pudo cursar sus estudios por una beca de la Fundación “Eva Perón”.

Su hijo, el doctor Daniel Bardallo dijo que “mi papá venía de una familia muy carenciada. Eran 11 hermanos y mi abuela, como se quedó con ganas, adoptó a uno más. Así que la única posibilidad que tuvo de estudiar fue a través de la fundación Evita. Estudió de maestro en La Plata. Estuvo pupilo durante todo su estudio y cuando se recibió volvió a su provincia, Entre Ríos, y lo destinaron a las Islas Lechiguanas”.

El Encordado, conjunto de música folclórica que integra Daniel Bardallo y su hijo, cuando Felipe cumplió 70 años grabaron un tema musical dedicado al maestro que se titula: “Felipe Maestro”.

Hoy hombres y mujeres

Recuerdan tus clases.

Desde el Martín Chico

Llegando al Pavón.

Felipe maestro

tu escuela está viva

y hoy late en tu corazón.

El maestro afirmó, con sus ojos brillando de amor, en una entrevista a principios de los ’80, que mis alumnos de la Isla siempre hicieron un sacrificio enorme para estudiar. Algunos, llegaban en un bote que salía temprano de una ranchada y pasaba a buscar a otros pibes. Otros, los más grandes y que vivían más o menos cerca, llegaban a caballo. El tesón por aprender de esos chicos me marcó para siempre”.

Una creciente se llevó río abajo la escuela y el Gobierno entrerriano decidió mudarse al riachuelo Martín Chico que está del otro lado del islote frente a Somisa -en aquel tiempo-. En la isla nació Daniel, su primer hijo, y vivió en la escuela cinco años.

Daniel con cierto orgullo y nostalgia sostuvo que “hice primer grado con mi papá de maestro. En esa escuela conoció a mi mamá. Ellos solían hacer unas fiestas que duraban como una semana y en una de esas fiestas la conoció mi mamá. Cuando mi mamá quedó embarazada de mi tercer hermano, ella ya se quedó en San Nicolás así que quedamos mi papá y yo nomás en la isla”.

Cuando llegaba la noche, el aula se convertía en comedor y en dormitorio para los chicos que se quedaban a dormir.

Felipe señaló en la vieja entrevista que “yo te dije que los alumnos de la escuela hacían un sacrificio enorme para poder asistir a clases. Algunos tenían que cabalgar un montón de horas, otros los traían en canoa y otros, que vivían muy lejos, se quedaban a dormir en la escuela y volvían a sus casas el fin de semana”.

Después de 22 años enseñando en la Isla se radicó en nuestra ciudad con su esposa y sus hijos. El también fue maestro en la Unidad Penal N° 3, en la Escuela N° 6 y después -por concurso- se convirtió en director y fue quien inauguró la escuela N°45 “Provincia de Salta” del Barrio Moreno. Posteriormente, después fue inspector de Enseñanza de Adultos.

Como dirigente representó a sus compañeros docentes en la Federación de Educadores Bonaerense (FEB). Y el último día de agosto de 2011, a los 74 años, cerró sus ojos para que en la isla, hombre que peinaban canas, brindaban por la dicha de haberlo conocido. Otros en el Tonelero pegaron un sapucay y guitarreando hasta el amanecer “para acompañar en la noche al maestro; para no dejarlo solo y que llegara bien al alba”, contaba Pitufo que fue su alumno en el Martín Chico.

banner-noticia

Artículos Relacionados

Volver al botón superior
×