La Argentina tiene rival para la final del domingo. Será esta Colombia que también se acostumbró a ganar como el equipo de Lionel Scaloni. A su invicto de 28 partidos -25 de la mano de Néstor Lorenzo- le agregó una perla para exhibir con orgullo. Consolidó su imagen de seleccionado robusto para sacar a un costado al Uruguay de Marcelo Bielsa, en una semifinal disputada como si no hubiera un mañana por lo que se exprimieron los dos.
Un choque para la taquicardia, tremendo, el mejor de la Copa América. Colombia lo empezó a ganar con 11 y defendió con 10 el 1-0 durante más de 50 minutos. Colombia jugó cuando pudo, fue oportuno para ponerse en ventaja y se defendió como un león. Un seleccionado que mostró las garras en la cancha y solo se ablandó minutos después del final, cuando dos de sus referentes, James Rodríguez y Luis Díaz, no pudieron seguir hablando ante la cámara de la emoción, se les hacía un nudo en la garganta, se les caían las lágrimas. Se sentían a la vez obreros y artistas de una obra que vuelve a poner a Colombia en el primer plano internacional, tras quedarse afuera del último Mundial.
Los dos a fondo, por cada pelota y metro de la cancha. Salieron a batirse con la disposición del que deja todo, y algo más, por ser finalista. Una batalla táctica y física, con intensidad de Premier League y el agonismo sudamericano. Un combo ideal, flamígero adentro y atrapante para el espectador.
Bielsa se vio obligado a reacomodar la formación por las bajas de Ronald Araujo y Nández. Ingresó Bentancur y Ugarte, habitual volante central, retrocedía para meterse en una línea de tres zagueros. Bentancur, con la misión de tapar a James Rodríguez, la zurda que mueve a Colombia en tres cuartos de campo.
Si bien Uruguay se desvive por la posesión, fue Colombia el que controló un poco más la pelota. De ambos lados, nada de lateralización, enseguida la búsqueda se hacía vertical. El lateral Muñoz era un turbo por la derecha. Luis Díaz, por la izquierda, recurría a todo su repertorio de fintas. Colombia mueve la pelota, pero también se impone por músculo y entrega.
Un cabezazo de Muñoz apenas desviado fue el primer aviso. Uruguay también se sintió en su salsa, un partido a toque de corneta, de meta y ponga, con intérpretes que además saben con la pelota. Cuando la acción pasaba por los pies de Valverde, Bentancur o De la Cruz, Colombia sufría. Y bastante. Si no padeció más en el primer tiempo fue porque tres definiciones de Núñez, dos de ellas desde posiciones muy favorables, se fueron desviadas. Al goleador se le movía el arco, no estaba fino, justo en un encuentro que no daba para derrochar ocasiones. El delantero de Liverpool completó una noche aciaga como protagonista de los incidentes del final, al meterse en la platea para pelearse a las piñas con hinchas colombianos. Lamentable.
Colombia volvió a inquietar por arriba con un cabezazo de Córdoba, un centro-delantero tanque. De un triple choque, que incluyó a un compañero, Bentancur salió con una renguera que minutos después obligó a su reemplazo. Entró el lateral Varela, otra recomposición táctica de Bielsa.
Momento de desconcierto de Uruguay que Colombia se lo hizo pagar con su especialidad: la pelota detenida. Con James como ejecutor del centro que el volante Lerma, con un salto imponente para superar a Giménez, cabeceó de pique al piso para el 1-0. Sexta asistencia de James en el torneo y quinto tanto de cabeza de Colombia, tan peligroso por tierra como por aire.
Más carbón para el fuego que era el partido: Ugarte lo provocó con un manotazo a Muñoz, que reaccionó con un codazo. Tarjeta roja para el pistón colombiano por la derecha. Lorenzo rearmó la línea de cuatro con el ingreso de Santiago Arias, pero no quitó a un delantero, sino a un volante (Jhon Arias). Bielsa envidó con un media-punta (De Arrascaeta) por un defensor (Mathías Olivera) y un cambio de nombres para la función de extremo derecho (Cristian Olivera por Pellistri).
El partido se hizo más áspero y cortado en el segundo tiempo. Había cambiado el tablero: Colombia achicó líneas hace atrás y Uruguay ponía cada vez más hombres por delante de la línea de la pelota, con la entrada de Luis Suárez, el cuarto delantero que sumaba Bielsa. El encuentro requería de jugadores habituados a las instancias decisivas, de personalidad por trayectoria.
La batalla se seguía cobrando soldados: Richard Ríos salió con los tapones marcados en una rodilla, tras un encontronazo con Núñez y Araujo. Uruguay fue arrinconando cada vez más a Colombia. Un remate de Suárez dio en un poste. Valverde también probó con su pegada de media distancia. La resistencia colombiana empezaba a hacer agua y Lorenzo mandó a un tercer central para tapar alguna avería en la cueva central. Luis Díaz quedaba arriba para jugar de llanero solitario.
Con Uruguay volcado en campo rival, Uribe tuvo el 2-0 en dos oportunidades. Aun en inferioridad numérica, Colombia le refrescaba a todos que por algo es el equipo con más goles en el torneo (12). Picante en las dos áreas. Fue un final dramático, estresante. Uruguay se hundió como lo manda un equipo de Bielsa, quemando las naves. Colombia sacó pecho y va a jugar la segunda final de su historia, tras 23 años, prometiendo hacérsela muy difícil a la Argentina.