El próximo domingo 6 de julio a las 14 h, el colectivo Corazones solidarios realizará un té con entretenimiento en Nación 340, local 15, con el objetivo de recaudar fondos para la compra de insumos. Todo lo recaudado será destinado a la confección de ropa interior para niños y niñas en situación de vulnerabilidad. Las entradas pueden reservarse al 3364525593 o por Instagram en @corazonessolidarios.sn.
La iniciativa nació hace un año y nueve meses, cuando un grupo de mujeres que se conocieron en un curso de costura decidió poner su oficio al servicio de una causa. Desde entonces, confeccionan ropa interior con telas nuevas, lycra de algodón, elásticos y moldería propia, que distribuyen en merenderos, comedores, hogares y hospitales.
Este año, ya entregaron prendas en el Hogar San Hipólito, en la sala de Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital San Felipe, y actualmente tienen una lista de espera en catorce merenderos. La prenda interior, explican, es una necesidad poco visible: “Todo el mundo ayuda con ropa, comida y calzados, pero la prenda interior es algo muy personal y no se tiene en cuenta”, expresan.
Para financiar la producción, una vez por mes dictan seminarios de costura, donde enseñan confección de ropa interior y camperas. Además, organizan ferias y otras actividades para generar ingresos. Algunas personas donan telas, que reutilizan durante los cursos, aunque aclaran que para las prendas que entregan a los niños siempre utilizan telas nuevas.
Actualmente trabajan en un espacio prestado, pero sueñan con contar con un lugar propio. También desean extender sus entregas a localidades cercanas como Ramallo, San Pedro o Conesa, para lo cual buscan voluntarios con movilidad.
La convocatoria a sumarse está abierta: buscan personas con conocimiento en costura y compromiso con el proyecto. El requisito esencial, dicen, es el deseo de ayudar. “Lo más importante para nosotras es ver la cara de felicidad de los niños recibiendo las prendas, no tiene precio. Nuestros corazones son felices y esa es la mejor paga”, aseguran.
Entre las muchas anécdotas que acumulan, recuerdan especialmente una: “El año pasado, después de la fuerte tormenta de marzo, teníamos programada una entrega en el barrio Fraga. Fue una experiencia muy fuerte porque, entre árboles y cables caídos, los chicos estaban ahí esperándonos”.
