
La campaña solidaria para proteger a los perros callejeros comenzó con una convocatoria espontánea y tomó fuerza gracias al trabajo articulado entre vecinas, proteccionistas y el compromiso de dos referentes locales: el fotógrafo Maximiliano Oviedo y la diseñadora Carolina Sosa, a cargo del taller de confección La Costurería.
Todo se gestó en apenas tres días. A través de su cuenta de Instagram (@maxioviedo), Maximiliano lanzó una invitación abierta dirigida a personas que supieran coser. Al ver el llamado, Carolina se comunicó con él y ofreció sumar a sus alumnas al proyecto. Él tenía las telas, una alumna aportó los moldes, y el grupo organizó rápidamente las tareas de corte y armado.
Durante el fin de semana, doce personas se reunieron de 15:00 a 20:00 h para confeccionar los chalecos. El domingo, el equipo de proteccionistas los distribuyó en la ciudad. Se produjeron 160 abrigos de dos tipos: los verdes, para perros castrados, y los rojos, para los no castrados.
“Por supuesto que fue insuficiente y necesitamos seguir cosiendo. Ya está en camino más tela para una segunda etapa. La idea es hacer otros 160 más para cubrir la demanda”, contó Carolina.
Uno de los principales desafíos es el costo de la materia prima. Para sostener la campaña, desde su cuenta de Instagram, Maximiliano ofrece links de donación por montos accesibles, como $1.000, $2.000 o $10.000, y ambos referentes invitan a colaborar no solo con dinero sino también cosiendo desde casa.
“Vamos a cortar la tela y repartirla entre las personas que quieran sumarse. Cuanto más manos tengamos, más rápido llegamos a quienes lo necesitan”, explicó Carolina. También subrayó la importancia de un compromiso más amplio: “En estos días, si ves un perro en la calle, ofrecé comida, abrigo o un lugar bajo techo, aunque sea por la noche. Es una problemática muy grave en la ciudad, y el cuidado debe ser comunitario”.
Desde el grupo Perros Somisa, la proteccionista Ana Repetto confirmó que hubo casos de hipotermia severa. “Tuve que refugiar a uno que ya estaba congelado. Le quedaban minutos. Por suerte lo encontré justo a tiempo”, relató.
Y concluyó con una reflexión dura pero real: “Nos dicen que nuestro trabajo es bueno, pero en realidad no debería existir. Eso significaría que nadie abandonó, que todos castraron, que nadie atropelló y huyó. Pero veo cosas horribles todos los días”.
Cómo ayudar a los perros callejeros
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Doná frazadas, alimento o abrigo.
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Ofrecé tu tiempo como voluntario/a en grupos proteccionistas.
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Si sabés coser, contactate para colaborar con la confección de chalecos.
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Un refugio, aunque sea por una noche, puede salvar una vida.