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Durante la ola de frío, el refugio del padre Matías funcionó sin desbordes ni faltantes

Pese a las bajas temperaturas, no se registró un aumento de personas en situación de calle que solicitaran ingreso. La Casita de Don Orione y la residencia Leticia siguen ofreciendo abrigo, comida y contención a quienes lo necesitan

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Consultado en el programa “Es por acá”, de FM 102.9 Cosa Cierta, el padre Matías Pérez explicó: “Durante los días más fríos tuvimos entre 15 y 20 personas alojadas. Nunca llegamos al punto de tener que decirle a alguien que no había lugar. Y si eso pasara, tiramos un colchón, como en cualquier casa”.

En la ciudad funcionan dos dispositivos gestionados por el sacerdote. La Casita de Don Orione para varones está ubicada en Lamadrid 26, mientras que el hogar para mujeres y niños opera en Bogado 419, en el mismo edificio donde se encuentra la residencia de adultos mayores Letizia. Ambos sectores están diferenciados para garantizar la convivencia, aunque comparten algunas instancias de la vida cotidiana como el almuerzo o la merienda.

El motivo de la fusión entre ambos espacios, según explicó el padre Matías, fue económico y logístico. La casa para mujeres funcionaba con poca demanda y su mantenimiento representaba una carga difícil de sostener. Por eso, decidieron unificarla con la residencia en una casa más amplia, originalmente pensada como hotel, lo que permitió adaptar habitaciones y destinar áreas específicas para los distintos públicos.

“Hoy tenemos una señora en situación de calle y otra mujer embarazada con una hija, que atraviesa un contexto de violencia familiar. También alojamos mujeres que vienen de otras localidades, como San Pedro o Baradero, para realizar tratamientos oncológicos y no pueden costear un hotel”, detalló el sacerdote.

A pesar de las bajas temperaturas registradas en las últimas semanas, no se produjo un pico de ingresos. Según relató el padre Matías, el mayor flujo de personas suele darse en verano, y no durante el invierno. De todos modos, aclaró que muchas personas en situación de calle optan por no acudir a un refugio para evitar cumplir normas básicas de convivencia como bañarse, respetar horarios o presentarse en condiciones adecuadas.

“La casa tiene calefacción central, platos de comida, camas disponibles. Pero no todos están dispuestos a ingresar a una estructura institucional. Aun así, en esta época mucha gente llama, alerta o acompaña a quienes detectan en situación vulnerable”, destacó.

Durante los 10 años de funcionamiento de estos espacios, nunca se tuvo que rechazar a una persona por falta de lugar. El sacerdote afirmó que, si alguna vez eso llegara a ocurrir, buscarían una solución improvisada, como habilitar un colchón adicional, tal como haría cualquier familia en su casa.

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