
De acuerdo con datos estadísticos de la Asociación Civil Estrellas Amarillas, en San Nicolás se produjeron 30 accidentes fatales en 2018. Durante la pandemia, los casos se redujeron a la mitad. En 2024 hubo 24 fallecimientos a causa de siniestros viales y, en lo que va de 2025, ya suman cinco las víctimas fatales, sin contar a quienes, tras un accidente, sufren lesiones muy graves.
Para tratar de revertir este panorama, actualmente integrantes de Estrellas Amarillas concurren a colegios y brindan charlas sobre vialidad en todos los niveles educativos. “Pensamos que nada es suficiente para frenar los siniestros viales. Todos los días ocurren”, afirmó Claudia Gaite, referente de la asociación, y agregó: “Consideramos que no es mucho el accionar del municipio. No hay campañas audiovisuales. Por algún tipo de ideología diferente no trabajamos de forma mancomunada, aunque nos gustaría”.
Si bien al comienzo eran un grupo numeroso que ofrecía apoyo psicológico y asesoramiento legal, hoy Estrellas Amarillas a nivel local está conformada por solo cuatro integrantes, quienes además de brindar charlas de prevención en las escuelas, ofrecen contención a familiares de personas fallecidas en accidentes viales.
“Sabemos lo doloroso que es perder a un ser querido. Todo lo que hacemos es a pulmón y con la ayuda de los familiares. Ellos aportan para gastos de pintura, chapas y cartelería. Cada vez que colocamos una estrella en el lugar de un accidente fatal, lo hacemos a pedido de un familiar directo”, expresó Gaite.
A nivel nacional, los datos también son alarmantes. De acuerdo con el informe preliminar 2024 de la Dirección de Estadística Vial de la Secretaría de Transporte de la Nación, se registraron 2.343 siniestros, con 3.894 fallecidos.
Desde el organismo informan que una de las principales causas de accidentes es la distracción al volante. El uso del celular ocupa el primer lugar: leer o responder un mensaje puede parecer inofensivo, pero alcanza con bajar la vista tres segundos, a 60 km/h, para recorrer más de 50 metros a ciegas. Usar el celular, manipular el GPS o incluso girar para hablar con quienes van detrás compromete la atención plena que la conducción exige.
Conducir, entonces, no es solo trasladarse de un punto a otro: es elegir a cada momento cómo hacerlo. Respetar las velocidades máximas, mantener distancia, ceder el paso, usar correctamente las luces, evitar el alcohol o cualquier sustancia que altere los reflejos. Son acciones pequeñas que, sumadas, salvan vidas.
Pero la responsabilidad no se agota en quien maneja. La seguridad vial es una construcción colectiva: peatones y ciclistas también toman decisiones que pueden marcar una diferencia. Cruzar por la senda peatonal, mirar en ambos sentidos, respetar semáforos, usar casco y llevar elementos reflectivos de noche también es parte del compromiso.